Museo Carmen Thyssen Málaga: diez años por un arte cercano
Museo Carmen Thyssen
La pinacoteca del Palacio de Villalón celebra su décimo aniversario en plena redefinición para la recuperación de públicos tras la pandemia y con proyectos de calado para su proyección internacional
Málaga/Consagrado ya el CAC como pieza esencial de la política cultural municipal en materia expositiva, con permiso de la actividad museística de la Casa Natal de Picasso, el Museo Carmen Thyssen significó en 2011 el siguiente órdago gestado en Málaga para la consecución de la Ciudad de los Museos. Con el Museo Picasso Málaga (que, como el CAC, había visto la luz en 2003) en plena expansión y crecimiento, el alcalde, Francisco de la Torre, tenía claro que el desarrollo de la ciudad pasaba por la llegada de grandes equipamientos culturales que añadieran un atractivo extra al escaparate turístico, lo que se traducía directamente en museos de altura. Su gran objetivo era la construcción de lo que se llamó un Museo de Museos en la manzana del cine Astoria, en la Plaza de la Merced (objetivo que terminaría derivando en 2015 a la llegada del Centro Pompidou y el Museo Ruso), pero para entonces ya había movido ficha para que Málaga acogiera la colección de pintura española de la baronesa Carmen Thyssen designada a conformar un nuevo museo, un legado al que otras ciudades españolas como Sevilla habían hecho ojitos sin reparos. El lugar designado para el nuevo museo fue nada menos que el Palacio de Villalón, uno de los edificios más antiguos de Málaga, construido en el siglo XVI, al que en alguna ocasión se habían referido desde el mismo Ayuntamiento como sede de un futuro museo de historia de la ciudad. Tras una costosa y larga rehabilitación en la que no faltó el hallazgo de restos arqueológicos romanos, árabes y bizantinos de gran interés, finalmente el Museo Carmen Thyssen Málaga vio la luz el 24 de marzo de 2011, con una colección permanente de unas 230 obras (hoy pueden verse cerca de trescientas) de maestros del siglo XIX de la pintura española, y particularmente andaluza, como Joaquín Sorolla, Julio Romero de Torres, Francisco de Zurbarán o Ignacio Zuloaga. En junio de aquel mismo año, abrió sus puertas la primera exposición temporal, La tradición moderna en la Colección Carmen Thyssen: Monet, Picasso, Matisse, Miró, un recorrido por el arte español del siglo XX con obras procedentes, de nuevo, la colección de la baronesa Carmen Thyssen-Bornemisza, protagonista de aquellos días de puesta de largo junto a su familia e invitados de honor como Antonio Banderas.
El Museo Carmen Thyssen Málaga nació gobernado por un patronato presidido por Carmen Thyssen (con el alcalde como vicepresidente) y con la Fundación Palacio Villalón como principal órgano rector. Las primeras previsiones en cuanto a afluencia apuntaban a entre 200.000 y 250.000 visitantes al año, propósito que llegó a cumplirse en sus primeros doce meses de actividad, con 210.000 visitantes registrados. Durante 2012, sin embargo, la cifra de usuarios cayó a casi la mitad, con unas 120.000 entradas despachadas. Desde entonces, los registros se han mantenido entre los 150.000 y los 170.000 visitantes anuales, aunque conviene, en este sentido, reparar en la letra pequeña de estos registros. Frente a otros museos que muestran una gran dependencia del turismo internacional, el Museo Carmen Thyssen presenta una notable afluencia de público nacional y particularmente local, lo que, en un periodo de crisis aguda como el presente se ha convertido en una fortaleza de enorme valor. Así, en 2020, el año marcado por los meses de cierre y confinamiento al que obligó el coronavirus, la pinacoteca recibió un total de 72.092 visitantes; muy a pesar de la pérdida de cerca de 100.000 personas respecto a 2019, el dato reflejaba que el museo había encajado la crisis y resistido el envite con bastante más holgura que otros centros de arte, sin descartar algunos de dotación presupuestaria considerablemente más elevada, dentro y fuera de Málaga. Semejante diagnóstico sólo podía tener su explicación en un público local que había decidido mantenerse fiel.
La directora artística del Museo Carmen Thyssen, Lourdes Moreno, recuerda de hecho que en cada registro anual de visitantes el porcentaje del público local es significativamente amplio, lo que responde, en principio, a dos razones esenciales: "En primer lugar, las obras de nuestra colección permanente representan en su mayor parte tradiciones y costumbres que el público más cercano puede, en muchos casos, reconocer como propias. Digamos que con este material es más fácil establecer una relación, ya no sólo artística, sino directamente afectiva, con personas que comparten o recuerdan esas tradiciones. Por otra parte, nuestro departamento de Educación ha sido un protagonista clave desde el principio a la hora, precisamente, de reforzar esa conexión local. Y no sólo con el público general, también con personas en riesgo de exclusión social o con discapacidades. El objetivo ha sido siempre que cada visitante se sintiera en su casa, que percibiera que su opinión se tenía en cuenta, y con los malagueños siempre ha sido, por razones obvias, más fácil". Y continúa Moreno su análisis con una cierta declaración de intenciones: "Desde el primer día hemos ido construyendo este museo haciendo cosas, avanzando, con más presupuesto o con menos, pero sin dejar de generar actividad. No somos un museo de grandes discursos, no demostramos las cosas hablando, sino haciendo".
Y sí, las cosas se han hecho, con una treintena larga de exposiciones temporales y un número creciente de instituciones y coleccionistas cómplices a la hora de formalizar préstamos. Destaca Lourdes Moreno como filosofía esencial del modus operandi del museo una cuestión clave: "Aquí todo lo creamos desde dentro. No importamos proyectos. A la hora de incorporar de arte a nuestras exposiciones vamos de lo local a internacional, dando siempre pasos firmes y muy medidos. Aquí no contamos con grandes presupuestos, así que todo está muy pensado. Funcionamos un poco como una cocina de autor: si podemos disponer de un ingrediente, lo aprovechamos al máximo para extraerle todo el sabor, todo el rendimiento". Y, de nuevo, la apuesta por la producción propia como santo y seña del museo resultó providencial en la crisis generada el año pasado por la pandemia: mientras buena parte de los museos se veían obligados a posponer o directamente cancelar sus exposiciones anunciadas, el Museo Carmen Thyssen inauguraba el 28 de julio de 2020 una de las muestras temporales más importantes de su aún joven historia, Máscaras. Metamorfosis de la identidad moderna, con obras de Goya, Ensor, Gutiérrez Solana, Picasso, Derain, Gargallo, Julio González, Modigliani, Togores, Oteiza, Goncharova, De Chirico, Ernst, Barradas, Lekuona y Maruja Mallo, entre muchos otros. La propuesta figuró en varias publicaciones culturales entre las exposiciones más destacadas del año en España y permitió al museo multiplicar su proyección.
Preguntada por la que considera la seña de identidad del museo, Lourdes Moreno responde sin pensarlo demasiado: "La autenticidad. Trabajamos con lo que tenemos, nos ceñimos a eso y ponemos todo el esfuerzo para aprovecharlo al máximo. Y en eso, de nuevo, es fundamental la educación: me gusta comprobar cómo una obra de nuestra colección puede servirnos como herramienta para trabajar lo mismo con refugiados que con personas que tienen necesidades educativas especiales. Un museo es un espacio de transformación social en la medida en que contribuye a paliar necesidades sociales concretas". Esa misma autenticidad es la que ha guiado la transformación del entorno urbano del museo en lo que se ha conocido como Entorno Thyssen, una iniciativa que nació como una marca comercial pero que se ha convertido en mucho más: "Aunque estaba en el mismo centro de la ciudad, el entorno del museo estaba muy degradado. Y en estos años ha ido regenerándose, muy a pesar de la crisis, de una manera particular, distinta, a base de pequeños comercios, sin las franquicias que llenan el resto del centro. También en esta cuestión urbanística la huella del Museo Carmen Thyssen revela cierta autenticidad. Hay otras áreas de la ciudad más inclinadas a la espectacularización con tal de que el visitante se sienta bienvenido, perciba grandes atractivos. Aquí no hay tanto espectáculo, pero el visitante se sentirá igualmente bienvenido por otros atractivos, tal vez más discretos pero sí amables e igualmente efectivos".
Respecto al trayecto recorrido hasta ahora, Moreno evoca con especial cariño dos exposiciones temporales, Perversidad. Mujeres fatales en el arte moderno (inaugurada en marzo de 2019) y Fantasía árabe. Pintura orientalista en España (inaugurada el 12 de octubre del mismo año), ambas representativas "del mayor cariño y trabajo puestos en juego tanto en nuestro equipo como por parte de los prestadores y de las instituciones colaboradoras. Del mismo modo, si el año pasado pudimos inaugurar Máscaras fue, en primer término, porque todo dependía de nosotros; pero, también porque todos los coleccionistas implicados, empezando por París y terminando por los muchos aliados con que contamos en España, pusieron todo el empeño en que aquello saliera adelante". Respecto a la colección permanente, de la que se convirtió recientemente la Fundación La Caixa en patrocinador oficial, "seguirá siendo la primera inspiración de nuestras actividades", tal y como sucede ahora con Emblemas, un proyecto en el que un colectivo de artistas recrea cuatro obras maestras de la colección a través de diversos paisajes visuales y sonoros y que el visitante puede disfrutar a día de hoy en el museo. La implicación de la baronesa Carmen Thyssen con su colección malagueña es, afirma Lourdes Moreno, "absoluta: se muestra siempre satisfecha, contenta y orgullosa de este museo, lo vive todo con mucha emoción y actúa con mucha generosidad hacia nosotros", lo que invita a pensar en que la colección cuenta con garantías para su permanencia en Málaga para un largo trecho, al menos en lo que a su propietaria se refiere.
Respecto al futuro, Moreno apunta a la intención "de afianzar ciertos elementos abiertos que han resultado positivos, como la producción propia y el desarrollo tecnológico", una cuestión que durante la pandemia ha sido fundamental "para seguir manteniendo la conexión con el público mediante la digitalización de nuestras actividades. Apunta la directora igualmente que en los últimos años el Museo Carmen Thyssen Málaga "ha visto crecer su proyección internacional de manera notable y eso nos ha llevado a entrar en contacto con instituciones y colecciones muy importantes en todo el mundo que ya han mostrado su interés en trabajar con nosotros. Así que el futuro se presenta, a corto plazo, lleno de ilusión". Corresponderá a Málaga saber aprovecharlo.
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