La (no) muerte de los grandes artistas, recogidas en el libro del escritor taxista malagueño Jesús Báez
El autor presentará Los viejos rockeros nunca mueren el 28 de septiembre en la librería Proteo
"Lo que más me ha impactado es el tema de las drogas legales", confiesa sobre la documentación para la obra
El taxista malagueño que escribe entre carrera y carrera acelera y publica su tercera novela
De escuchar música en el taxi a escribir sobre ella en X (Twitter) en la pandemia. De subir hilos en dicha red social para unos pocos seguidores, a compartirlos para miles de usuarios. De los posts, a las páginas de un libro. El malagueño Jesús Báez Alcaide publica el 23 de septiembre Los viejos rockeros nunca mueren, una obra de divulgación sobre la trayectoria e influencia de los grandes de la música como David Bowie, Freddie Mercury, Tina Turner o Michael Jackson. Todas sus historias parten de un mismo punto que las une, un nexo inevitable en la vida: la muerte. Presentará este nuevo trabajo en la librería Proteo el próximo 28 de septiembre en el marco del programa del Tercer Piso.
Más que un catálogo de tragedias, el libro utiliza la muerte como excusa para hablar de las vidas de los músicos, sus trayectorias y la influencia que dejaron en la historia del rock y de otros muchos géneros, como el flamenco, la electrónica o el jazz. "La muerte es una excusa para hablar de la vida y desmitificar a esos artistas que a veces ponemos en un pedestal", confiesa el autor en una entrevista con este periódico. Báez, músico desde siempre, ha encontrado en la divulgación cultural un nuevo camino para dar vida a su pasión por el cuarto arte. "Los hilos de Twitter me engancharon y decidí explorar ese camino, especialmente con el tema de la música, porque yo soy músico", explica.
De fondo suena Bon Jovi con su Livin' on a prayer mientras se toma un café para empezar la mañana. Sonríe al recordar que la propuesta de la editorial llegó a manos del historiador Javier Traité, que le animó a decantarse por Principal de los Libros después de recibir varias propuestas. Tiene claro que se debe al apoyo de su comunidad de seguidores, a quienes está infinitamente agradecido. "Me pareció más interesante por su planteamiento, no querían que fuera copiar y pegar, sino que el 40% fuera el contenido de los hilos y que hubiera un trabajo con un hilo conductor, que es el de la muerte en el rock", cuenta.
Está organizado temáticamente: hay un capítulo dedicado a accidentes en la carretera que se llama El camino, otro dedicado a la sobresosis, que se llama El camino del exceso, incluso juega con los títulos de canciones, como Sangre en la pista de baile -Blood on the dance floor, de Michael Jackson-, para añadir ese guiño artístico. También hay un capítulo, uno de los finales, que se titula Como el común de los mortales: "Los que se mueren de lo mismo que te puedes morir tú, de un cáncer, de un ataque al corazón, de cualquier cosa, porque se nos olvida que son gente normal y corriente que te podía caer hasta mal".
Muertes por sobredosis de medicamentos recetados
Desde los casos más conocidos, como el de David Bowie, hasta historias menos exploradas, Báez toca temas como las adicciones, los accidentes y las enfermedades que afectaron a estas grandes figuras de los 60 hasta los 90. Uno de los aspectos más sorprendentes que aborda es el de las muertes por sobredosis de medicamentos recetados. Para el escritor, representan un fenómeno común en la industria musical, poco explorada, que analiza con detalle: "El tema de las drogas legales es quizás lo que más me ha impactado". Nombra el caso de Michael Jackson, que es el más sonado. El rock siempre ha estado "ligado a las drogas", pero le sorprendió descubrir cuántos murieron por algo que les recetó un médico.
Lo que también le ha generado impacto es la relación de la salud psicológica con la sanidad del país. "Descubrí la diferencia entre una sanidad volcada en lo privado y una sanidad pensada en lo público, porque están muy relacionados, y te das cuenta de que la epidemia de opioides recetados en Estados Unidos está muy relacionada con una sanidad que piensa antes en los beneficios que en el paciente", indica. También recuerda el caso de Elvis Presley, que "se tomaba unos cócteles de anfetamina porque estaba engachado desde que estuvo en el ejército en Berlín".
También indaga por accidentes que artistas han tenido por estar en una carretera "en muy mal momento" y que colisionen contra una farola, o hasta contra un carro de bueyes, como fue el caso de Cecilia. También los hay que fallecieron en accidentes de barco. Pero no solo trata sobre las propias muertes de los músicos, sino que también deja espacio para el fallecimiento de sus seres queridos, como el del hijo de Eric Clapton que se precipitó al vacío desde una azotea de un rascacielos en Nueva York. Otros capítulos van dedicados a los que se suicidaron. E incluso a los que fueron asesinos. "Varg Vikernes, líder de una banda de rock noruega y propulsor del black metal noruego, mató a su guitarrista", dice.
Cada capítulo del libro tiene un código QR que lleva a una lista de reproducción con las canciones de las que se habla en ese apartado. "Invito a la gente no solo a leer el libro, sino a escucharlo mientras lo leen", comenta Báez. Esta integración de la música con la lectura transforma la experiencia del lector y refuerza el mensaje de que, detrás de cada canción, hay una historia digna de ser contada. El autor tiene claro que una canción se puede escuchar, pero no siempre entender. Con este libro, el lector va a conocer el contexto en el que se hizo, si alguna banda estaba peleada mientras se grababa el tema, o la historia personal de los artistas.
Sonríe al rememorar algunas anécdotas del proceso de desarrollo de Los viejos rockeros nunca mueren. La que guarda con más cariño, sin duda, es el nacimiento de su segunda hija. Llegó antes de tiempo y tuvo que compaginar el cuidarla con acabar el libro porque se le "echaba encima" el plazo de entrega. "Este libro tiene mucho de ella, estaba delante del ordenador también y he estado tecleando solo con una mano", sostiene. Paula ha estado en los últimos momentos de incubación de esta obra de divulgación musical y propició que la creatividad de Báez apareciera en las madrugadas, mientras la pequeña dormía, y así podía reconectar con las historias de los músicos.
Después de más de un año de trabajo, y con una extensa bibliografía que respalda cada historia, el escritor ha construido una experiencia lectora y auditiva llena de las historias que se esconden detrás de la música. Para él, la historia que abre el libro, sobre el último disco de David Bowie, grabado mientras el artista sabía que iba a morir, es una de las más conmovedoras y a la que más cariño tiene: "David Bowie grabó su último disco sabiendo que estaba enfermo de cáncer y que iba a morir y su muerte me causó mucho impacto, era muy seguidor suyo". También el fallecimiento de Ronnie James Dio, "cómo el hospital estaba lleno de músicos de heavy que se fueron yendo para que se despidiera de su mujer porque ya se iba".
Él siempre acaba los hilos de Twitter con una frase que es: "Nunca dejes de escuchar música, es lo mejor que puedes hacer". Defiende que la música es "una tabla de salvación": "En muchos casos, es un refugio y una forma de evadirse, y en ese sentido, yo quiero transmitir ese amor por la música y por las historias que hay detrás de la música". Y como bien argumenta el escritor, músico y taxista, la música acompaña en muchos momentos de la vida. Y esta entrevista no podía cerrarse con la muerte porque la música es vida, da vida y llena de vida. Ayer, hoy y siempre. La música nunca muere.
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