“La elección entre salvar vidas o salvar la economía es un falso dilema”

Núria Perpinyà | Escritora

La autora es la ganadora del Premio Málaga de Ensayo en su última edición con su obra ‘Caos, virus, calma. La Física del Caos aplicada al desorden artístico, social y político’

La escritora Núria Perpinyà (Lleida, 1961). / Manu Bausc

Málaga/Profesora de Teoría Literaria en la Universidad de Lleida, Núria Perpinyà es dueña de una abundante obra ensayística en la que ha abordado la crítica literaria, el teatro de vanguardia y otras muchas manifestaciones artísticas culturales (a las que se ha aproximado también a través de la ficción con varias novelas). Ahora, la autora añade a este legado su último libro, Caos, virus, calma. La Física del Caos aplicada al desorden artístico, social y político, con el que acaba de ganar el Premio Málaga de Ensayo José María González Ruiz en su última edición y que publicará próximamente Páginas de Espuma. En esta obra, Perpinyà aplica la teoría física del caos a cuestiones como la política, la economía, el arte y las ciencias sociales, con especial atención a la crisis del coronavirus y con resultados harto reveladores.

-¿Hasta qué punto son fiables los resultados obtenidos de una traslación de los postulados de la física referentes al caos al arte, la política y las ciencias sociales? ¿Podemos darlos por buenos sin más, o vale la pena un enfriamiento crítico, por si acaso?

-Es que justo lo que más me asombró fue comprobar el parecido de los procedimientos. Como dices, mi intención era aplicar los estudios de la física en torno al caos a otras áreas del conocimiento, y al principio pensaba que tal vez encontraría alguna coincidencia significativa, pero no, lo que hay es una similitud tremenda. Es decir, el caos tiende a comportarse siempre igual independientemente de dónde se manifieste. Los objetos son muy distintos, desde luego: no es lo mismo estudiar la formación de los tornados que el arte abstracto; pero la conducta del caos es muy parecida en ambos casos. Los fractales funcionan de manera idéntica en la física y en el arte. Hay propiedades que no son tan generales: la idea de rebelión, por ejemplo, tiene sentido en las ciencias sociales y en la política, pero no en la física. Sin embargo, el caos tiende a repetir sus modelos de actuación en todos los ámbitos.

-¿Esa cualidad del caos revela que las matemáticas son una realidad de alto potencial creativo?

-Seguramente sí, pero quiero advertir de que en este estudio no he incluido fórmulas ni argumentos matemáticos relativos al caos, principalmente porque no era necesario: del mismo modo en que no sé programar pero sí utilizar un ordenador, puedo comprender las conclusiones de la teoría del caos y estudiarlas sin conocer sus fundamentos matemáticos. Mi mundo es el de la literatura y las humanidades, y esta obra está escrita desde esa óptica.

-En cualquier caso, ¿la conclusión es que el caos es un sistema más ordenado de lo que parece?

-Eso mismo, de hecho, me lo enseñaron los físicos. El caos no tiene nada que ver con la anarquía, sino con patrones que tienden a repetirse siempre igual, de artista a artista y de tornado a tornado. En lo que se refiere al caos, no hay diferencias entre el mundo natural y las actividades humanas.

-¿Lo más difícil de escribir este libro fue definir esa idea?

-Sí, llevo una década con este proyecto y uno de los retos más difíciles fue llegar con la mayor solvencia posible a esta síntesis. Lo más arduo, sin embargo, fue asimilar y comprender bien los conceptos científicos. Afortunadamente, hoy contamos entre los científicos con divulgadores tan geniales como Lisa Randall, que me ha sido de gran ayuda para escribir Caos, virus, calma. Luego, claro, a la hora de expresar mis ideas no puedo dejar de tomarme ciertas licencias poéticas. Espero que los catedráticos de física sabrán perdonarme.

-Bueno, precisamente una física teórica como Lisa Randall no es ajena a las licencias poéticas cuando escribe divulgación.

-Es que la ciencia y eso que podemos llamar poética son dos caminos condenados a encontrarse, y de hecho ya lo hacen en muchas ocasiones. Piensa en la teoría de cuerdas, por ejemplo:plantea un posible modelo para el universo desde una argumentación matemática, pero nadie ha podido demostrarla aún. Así que sólo podemos darla por real a partir de ciertos grados de veracidad. Exactamente igual que lo poético.

"El caos no tiene nada que ver con la anarquía, sino con patrones que tienden a repetirse"

-En ese sentido, ¿asumió como objetivo al empezar a escribir esta obra crear un campo común para las ciencias y las humanidades?¿Superar su escisión histórica con razones de peso?

-Así es. Esa posible visión común es muy interesante. Hay escritores de ciencia-ficción, como por ejemplo Ursula K. Le Guin, que han avanzado mucho en la creación de una confluencia de saberes con esa misma intención. Y no deja de haber cuestiones transversales en el que las conclusiones de unos puedan complementarse perfectamente con las de los otros. Una mayor profundización en esos cauces compartidos sería muy interesante, desde luego. Los que somos de letras, por ejemplo, podemos tener mucha imaginación pero a menudo no sabemos cómo llevarla a la práctica, y es ahí donde la colaboración con los científicos puede dar resultados prometedores. Aunque precisamente la carencia de esos recursos científicos nos suele hacer a los escritores más impetuosos y atrevidos.

-¿Qué hemos aprendido del caos este año, con la pandemia, que no supiéramos antes?

-Lo primero que habría que decir es que este caos no es nuevo, pero sí más rápido.En términos epidemiológicos, la situación no es muy distinta a la que podía darse, por ejemplo, en el siglo XIV; pero ahora viajamos mucho más y a mayor velocidad que entonces, lo que crea un contexto para la expansión de la epidemia que sí resulta novedoso. Podríamos decir que lo que nos da la vida por una parte, como poder subir a un avión, nos la quita por otra. Desde una perspectiva histórica, sabemos que si la especie humana ha logrado sobrevivir a la Peste Negra, por ejemplo, y empezar de nuevo, también será capaz de hacerlo ahora. En esta epidemia, como entonces, el caos se manifiesta de manera fidedigna. El dolor físico y la mortalidad son sólo algunos de sus elementos, pero hay muchos más, como los asociados a la economía.El caos es siempre complejo y aquí se puede comprobar claramente.

-Desde que estalló la epidemia se planteó la elección entre salvar las vidas y salvar la economía, ¿que nos dice el caos de esto?

-Que esa elección entraña un falso dilema. ¿Cómo se puede escoger entre salvar vidas y salvar la economía? No se puede. Sería como preguntar si salvarías antes a tu padre o a tu madre. O si escogerías entre salvar a tu padre o poder asistir a su funeral. No todas las disyuntivas son susceptibles de ser resueltas con una elección, sencillamente porque son falsas. Si nos obligaran a escoger entre comer o dormir, el resultado sería el mismo fuese cual fuese nuestra elección. Por eso, entre otras razones, el caos es complejo: porque no siempre podemos decantarnos por una opción entre varias.

-Respecto al arte, si la creación es un proceso caótico, ¿no es acaso la obra, con su apariencia concreta y ordenada, una traición a ese caos creativo?

-Es verdad que desde el Romanticismo hay una imagen muy extendida de la creación artística como algo caótico, pero lo cierto es que no necesariamente ha de ser así. En el Renacimiento, por ejemplo, el arte no tenía nada de caótico, seguía procesos bien ajustados y ordenados. Diderot afirmaba que el genio debe ser caótico, pero el arte no. En el siglo XX, un artista como Jackson Pollock podía parecer muy caótico, incluso anárquico, pero en realidad seguía patrones que repetía a menudo. Lo mismo sucede con la música contemporánea. Creo que lo importante es saber encontrar el equilibro preciso entre el caos y el orden. Y ahí el arte nos puede ayudar mucho.

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