Octav Calleya: “En mi primer concierto en Málaga tuvieron que pasar la gorra para poder pagarme”
Música
Este lunes se cumplen cincuenta años de la primera actuación en Málaga del director rumano, titular fundador de la Orquesta Filarmónica y pieza clave de la historia musical de la ciudad
La música clásica en 2023
Málaga/No fue 1973 precisamente un mal año para la música: Benjamin Britten estrenó su ópera Muerte en Venecia inspirada en la novela de Thomas Mann, Karlheinz Stockhausen ingresó en la Academia de las Artes de Berlín (y de paso presentó su monumental pieza sinfónica Inori) y Pink Floyd lanzó su álbum The dark side of the moon. Pero la efemérides se reserva otro acontecimiento trascendental para la historia de la música en Málaga: fue el 23 de enero de 1973 cuando el director rumano Octav Calleya (Chisinau, 1942) subió por primera vez a una tarima en la ciudad. Lo hizo como director invitado de la Orquesta Sinfónica de Málaga (hoy Sinfónica Provincial) para un concierto celebrado en la sede de la misma, el Conservatorio Superior de Música, con un programa suculento: la Obertura de la ópera Euryanthe de Weber, el Concierto para piano nº 1 en mi menor de Chopin y la Sinfonía nº 5 en do menor de Beethoven. Por aquel entonces, Calleya desarrollaba su actividad profesional en Alemania y no podía sospechar que su trabajo y su vida quedarían ligados para siempre a la capital de la Costa del Sol: “Recibí una invitación muy amable enviada por el entonces secretario del Conservatorio de Málaga, Manuel del Campo, en la que se me proponía mi participación como director invitado para este concierto. Del Campo me advertía, eso sí, de que no se me podría ofrecer una compensación económica, dado que el escaso presupuesto disponible se había invertido en su totalidad en la contratación de la pianista cubana que interpretaría el concierto de Chopin. Pero acepté igualmente, supongo que movido por la curiosidad. Así que unos días antes llegué a aquella ciudad para mí hasta entonces desconocida, el 23 de enero me dirigí al Conservatorio para el concierto y, poco antes de empezar, encontré, para mi sorpresa, que el mismo Manuel del Campo estaba pasando la gorra entre el público, literalmente, con tal de recaudar algún dinero para pagarme por mi actuación. La colecta se saldó con cuatro o cinco mil pesetas. Hasta los músicos participaron”. Así lo cuenta a Málaga Hoy el propio Octav Calleya, quien celebra así este lunes 23 de enero los cincuenta años de su primer concierto en Málaga. Pero la conmemoración no termina, ni mucho menos, en un mero recordatorio: el próximo 18 de marzo, el maestro volverá a subir a la tarima en el mismo lugar, en el Conservatorio Superior de Música de Málaga, esta vez frente a la Orquesta Filarmónica de Málaga para dirigir, en un concierto gratuito, exactamente el mismo programa con las obras de Weber, Chopin y Beethoven.
Después de aquel primer concierto, Calleya pasó un mes en Málaga antes de trasladarse a Madrid para estudiar la posibilidad de dirigir allí otros conciertos y de volver definitivamente a Alemania, “donde había dejado algunos asuntos pendientes”. Pero aquel mismo año volvió a España para actuar como director invitado, esta vez en Valladolid para la orquesta de la ciudad castellana: “Al año siguiente, en 1974 me propusieron la titularidad de la Orquesta de Valladolid y acepté. En Málaga aprovecharon la cercanía y volvieron a llamarme como director invitado en varias ocasiones, hasta que me ofrecieron también la titularidad de la Sinfónica de Málaga, que acepté igualmente. Durante algún tiempo estuve compaginando las dos titularidades, hasta que en Málaga se aprobó la Cátedra de Dirección de Orquesta, que aún no existía. Hice las oposiciones correspondientes a nivel local y nacional y saqué la plaza, así que finalmente concentré todo mi trabajo en Málaga. La ciudad me permitía alternar mis dos pasiones, la didáctica y la dirección, con lo que encontré aquí todo lo que deseaba”. Calleya se mantuvo en la Cátedra durante veintinueve años, hasta su jubilación, y al frente de la Orquesta Sinfónica como titular durante una década. Por cierto, tal y como recuerda el maestro, el responsable de la mesa de contratación de la Sinfónica en aquel tiempo, y encargado por tanto de la formalización de su contrato como director titular, era nada más y nada menos que un tal Francisco de la Torre Prados.
Pero a la aportación de Octav Calleya a la historia musical de Málaga le faltaba aún un episodio fundamental: en 1991 se incorporó como director titular de la recién creada Orquesta Ciudad de Málaga, después Orquesta Filarmónica, cuya responsabilidad artística asumió hasta 1995. El maestro recuerda aquel hito como “un parto difícil: empezamos a trabajar en el concierto inaugural el 1 de enero, cuando la orquesta contaba aún sólo con treinta y cinco músicos y el programa previsto requería cerca de un centenar. No tuvimos a los músicos imprescindibles hasta pocos días antes de 14 de febrero, la fecha señalada para el concierto en el Teatro Cervantes. A partir de ahí, la orquesta ha crecido muchísimo como referente de calidad. Sin embargo, dejada a un lado la cuestión del auditorio, es una pena que tengamos aún una temporada con conciertos cada dos semanas, igual que hace treinta años, cuando la orquesta debería tener al menos un concierto a la semana”. Y añade: “En su momento, antes incluso que el nacimiento de la Filarmónica, conseguimos logros que no han vuelto a repetirse. Con la Orquesta Sinfónica, por ejemplo, interpretamos la integral de las sinfonías de Beethoven, de la primera a la novena, en la Cueva de Nerja, en un ciclo que llenó el aforo en todos los conciertos. Eso no ha vuelto a hacerse. Y, tristemente, no parece fácil que hoy día pudiera repetirse algo así”. Por cierto, en aquel órdago beethoveniano Calleya obtuvo amplia notoriedad cuando, al comienzo de la interpretación de la Novena sinfonía en la última velada, se lastimó una mano y acabó dirigiendo la pieza únicamente con la otra: “Fui la foto de portada de El País al día siguiente. No decían si lo hice bien o no, sólo que dirigí la Novena de Beethoven con una mano”.
Vuelta la vista atrás, Calleya no oculta que Málaga fue en su trayectoria una solución accidental, aunque definitiva: “Nunca he sido un genio, ni nada parecido, pero sí he tenido la suerte de contar con los mejores maestros. Después de terminar mis estudios en Bucarest ingresé en la Academia de Viena, donde se formaron maestros como Mehta y Abbado. Allí conocí a Sergiu Celidibache, quien me llevó con él a Alemania durante otros cuatro años. Y fue Celidibache quien me recomendó al maestro Franco Ferrara, con quien seguí estudiando dirección de orquesta en Italia. En total, estuve formándome como director durante catorce años. Y, cuando uno se prepara y piensa en el futuro, se ve a sí mismo como como director en Alemania, tal vez en Holanda, pero no en una ciudad como Málaga, donde todo a nivel musical estaba por hacer. Pero fue aquí donde tuve mi gran oportunidad como titular y como catedrático, así que me impliqué en mi trabajo al cien por cien. Si tenía que ser aquí, pues aquí. Recuerdo que una vez se me acercó un taxista al coche, bajó la ventanilla y me preguntó cómo iba la orquesta. Entonces, lo di todo por bueno”. En cualquier caso: feliz cumpleaños, maestro.
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