Una pasión infinita

El Museo Picasso inaugurará en febrero su exposición 'Y Fellini soñó con Picasso', un diálogo entre dos genios que compartieron obsesiones, excesos, gustos y una infatigable querencia vitalista

Una pasión infinita / Faba / Marc Domage
Pablo Bujalance

29 de octubre 2017 - 06:58

Málaga/De entre todas las (muchas) citas memorables que dejó para la posteridad Federico Fellini, destaca este poderoso alegato: "No hay final. No hay principio. Es sólo la infinita pasión de la vida". Pero a la hora de imaginar a otro artista pronunciando exactamente estas palabras, no hay que complicarse mucho para encontrar al elegido: Pablo Picasso vino a decir lo mismo muchas veces, más con su trabajo que a través de cualquier otro lenguaje. Tanto para Fellini como para Picasso, la vida era, sí, una pasión que se construía en marcha: por eso, ambos crearon infatigablemente, hasta el último día, mucho más allá de lo que el resto del mundo esperaba de ellos. El Museo Picasso Málaga inaugurará el próximo 13 de febrero la exposición Y Fellini soñó con Picasso, que podrá verse hasta el 13 de mayo y que propondrá un diálogo entre ambos, a través de una selección de dibujos, películas, fotografías y documentos del director italiano así como de pinturas, esculturas y dibujos del artista malagueño, para la cristalización meridiana de este vitalismo compartido. Más allá de las causas comunes (la transgresión, la sexualidad, la exaltación, la exuberancia y la metamorfosis, entre otros argumentos presentes en ambos), la muestra, comisariada por Audrey Norcia y producida por el mismo Museo Picasso, permitirá tomar en peso el relato artístico del siglo XX de la mano de dos de sus más voraces apóstoles, como si Gargantúa y Pantagruel hubieran regresado para batirse en duelo y enseñar al respetable de lo que son capaces.

El punto de partida de este proyecto es la admiración que Fellini manifestó siempre hacia Pablo Picasso (quien no llegó a pronunciarse sobre el cineasta, al menos en público), una querencia de la que el italiano dio cuenta en El libro de los sueños, la suerte de diario onírico que escribió entre 1960 y 1990 por encargo de su psicoanalista, Ernst Bernhardt. En estos textos, Fellini se refiere a Picasso en tres ocasiones, siempre con devoción, en relación al mismo número de veces en que el malagueño se apareció en sus sueños. En la primera referencia, escrita en 1962, Fellini soñó que visitaba con su esposa la casa de Picasso y que éste los recibía en la cocina, donde cocinaba para ellos una tortilla con una monumental cantidad de huevos; en los otros dos sueños, sucedidos respectivamente en 1967 y 1980, Fellini se dirige a Picasso (representado bajo las apariencias más delirantes) como a un amigo y, a la vez, como a un maestro venerado. Fueron estos apuntes los que llevaron a Audrey Norcia a, en palabras del director del Museo Picasso, José Lebrero, "ver lo que hasta ahora nadie había llegado a sospechar: que había una historia digna de ser contada a partir de los vínculos creativos de Fellini y Picasso". Así, la exposición se estrenará en Málaga con verdadera categoría inédita: nunca antes ambos genios habían sido reunidos en un proyecto similar. Apunta Lebrero que una "institución francesa" cuyo nombre prefiere no desvelar aún se muestra interesada en acoger la muestra, aunque, de momento, el Museo Picasso mantiene su exclusiva.

Fellini siempre afirmó que dirigía con la misma actitud de un artista ante el lienzo"

Explica José Lebrero que Picasso y Fellini no se conocieron nunca personalmente, o al menos no hay constancia de que llegaran a encontrarse (Picasso era 39 años mayor y falleció veinte años antes que Fellini). Pero sí compartieron ciertos aspectos biográficos, algunos anecdóticos, como el hecho de que Picasso y Dora Maar se instalaran durante su estancia en Roma en Via Barletta, la misma calle en la que vivió el joven Fellini cuando llegó a la capital italiana tras dejar Rímini, su ciudad natal. Más significativo fue el hecho de que ambos tuvieran en el dibujo su primer oficio: Fellini empezó a ganarse la vida en Roma como ilustrador y caricaturista para diversas publicaciones antes de consagrarse al cine como actividad fundamental. Eso sí, Fellini afirmó a menudo que dirigía cine "con la misma actitud con la que un artista pintaba un cuadro", según recuerda el director del Museo Picasso, lo que por otra parte resulta bien evidente en películas como Satiricón. El realizador tuvo bien visible en su despacho una foto de Picasso, lo que además ofrece pistas sólidas sobre quiénes fueron sus modelos a la hora de trabajar con la cámara como el artista ante un lienzo. Precisamente, la muestra Y Fellini soñó con Picasso promete abrir puertas jugosas a la hora de indagar en la influencia que ejerció Picasso en los mayores creadores de su tiempo (y, de paso, en los que vinieron después).

Entre el material que quedará expuesto para la ocasión, el Museo Picasso avanzó una página ilustrada del manuscrito original de El libro de los sueños de Fellini, actualmente conservada en el Museo de la Ciudad de Rímini, en la que el cineasta narra su primer sueño con Picasso como protagonista, el que tuvo en 1962. En cuanto a Picasso, los visitantes podrán ver su Escena mitológica a orillas del mar (1938), de la propia colección del Museo Picasso Málaga, con una escena que parece resumir de manera premonitoria el largo vuelo estético de Federico Fellini. También se exhibirá material cinematográfico, con escenas de Ocho y medio (1963), la citada Satiricón (1969) y Amarcord (1973), las películas, según Lebrero, "en la que de manera más notoria se visibiliza la huella picassiana". En cuanto a sus contenidos temáticos, la exposición "de gabinete", en palabras del director del museo (ocupará una de las dos salas del centro reservadas a las muestras temporales), se articulará en torno a cuatro ejes esenciales: el circo, ecosistema que cultivaron en su obra Fellini y Picasso con sorprendentes yuxtaposiciones (a pesar de la distancia de casi sesenta años que las separa en su ejecución, es posible trazar una línea entre Ocho y medio y la suiteLos saltimbanquis); los arquetipos femeninos compartidos y continuamente revisitados; la Antigüedad clásica prendida en el Mediterráneo como fuente de inspiración; y los procesos creativos que a menudo condujeron a Fellini y a Picasso a territorios curiosamente similares aun habiendo partido de premisas distintas. Y por encima de todo el exceso, el banquete, el desmadre báquico, la orgía interminable para la celebración de que estar vivos significa seguir haciendo. A su salud.

Picasso y el cine: un trasvase mutuo de influencias

No sería descabellado señalar a Fellini como el cineasta que habría podido ser Picasso de haber cambiado el pincel por la cámara, pero las musas compartidas lo son más por los motivos recreados (sobre todo por la digestión de los mismos) que por escuelas artísticas en las que ambos pudieran encontrar causas comunes. La relevancia otorgada por Fellini a los sueños pudo convertirle en un cineasta deudor del surrealismo (si lo fue, lo fue a su manera), mientras que Picasso se desmarcó de la etiqueta. Como artífice del cubismo, el malagueño dejó más huellas en el cine experimental europeo que late desde Léger hasta Gordon; aunque tal vez fue el cine el que ejerció una mayor influencia en el cubismo pictórico.

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