Muere Paul 'El Punk', el alma nocturna de Torremolinos de los 80
El icónico personaje noctámbulo era conocido por su extravagancia en el Cactus, el Hardy's y La Luna de España
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Las luces de Torremolinos, epicentro de la diversión y la modernidad en la Costa del Sol durante los años 70 y 80, brillan con menos fuerza. Paul El Punk, personaje reconocido en las noches de época y de la actualidad, ha fallecido dejando numerosos recuerdos. Nacido en 1950, este personaje icónico ha sido mucho más que un pionero de la estética punk en la provincia; también ha sido un símbolo viviente de la transgresión, el arte y la noche, un anfitrión del desenfreno creativo que ha marcado a toda una generación.
Fue de los primeros en adoptar y difundir el punk en Torremolinos y el precursor en la Costa del Sol. En los años 70, cuando el punk y la nueva ola emergían como movimientos culturales, abrazó la música y la estética de estos géneros con énfasis y dedicación. Empezó su carrera nocturna en bares como el Cactus y el Hardy’s, lugares donde introdujo no solo el punk, sino también el afterpunk, la música "siniestra" y la nueva ola, convirtiéndose en un "referente de la modernidad".
Siempre fiel a su estilo extravagante, lucía una apariencia que desafiaba los convencionalismos: pelo teñido de azul, piercings cuando aún eran una rareza y una mezcla de atuendos que combinaban el punk más clásico con toques de color y fantasía. La vida nocturna de Torremolinos giraba en parte en torno a él. Su capacidad para reinventarse le llevó a regentar y transformar bares emblemáticos. Hardy’s, por ejemplo, pasó de ser un local regentado por un inglés a un espacio alternativo de referencia bajo su dirección.
Más tarde, junto a un socio madrileño, tomó las riendas del bar Disney, un antiguo club de alterne que Paul El Punk convirtió en un templo punk a principio de los años 80. Allí pinchaba como DJ junto a figuras como Ricardo Texidó, de Danza Invisible, consolidando un espacio para los "modernillos y outsiders" no solo de Torremolinos, sino de toda la provincia de Málaga.
El Disney fue solo uno de los muchos lugares que transformó. La Luna de España, en los bajos del Palacio de Congresos, y más tarde su local en La Nogalera, fueron epicentros del afterhours y refugio de todas las tribus urbanas de la década de los 80 de Torremolinos. Estos bares no solo ofrecían música innovadora, como los Pixies o los sonidos más góticos, sino que también eran escenarios de encuentros inolvidables en la movida nocturna malagueña.
Lejos de la imagen seria o agresiva que a menudo se asocia al punk, era un animador "nato, extrovertido y carismático". Siempre dispuesto a bailar y a animar el ambiente, era el perfecto relaciones públicas de la noche. Su cercanía y sentido del humor lo convirtieron en una figura entrañable para quienes lo conocieron, ya fuera en sus bares o en los conciertos que nunca se perdía. De hecho, Danza Invisible le dedicó la canción Él es un bazar.
Paul no solo fue un icono del punk y la modernidad; también representó una época de libertad y creatividad desbordante en Torremolinos. Su legado sigue vivo en los recuerdos de quienes frecuentaron sus bares y compartieron con él las noches más memorables de la Costa del Sol. "Paul era un símbolo punk, símbolo gay y un símbolo de la movida, siempre espectacular, siempre único", ha expresado Javier Ojeda en declaraciones con este periódico.
Los últimos años de su vida no fueron fáciles. Apartado de las tecnologías, continuó asistiendo a conciertos y eventos, manteniendo viva su pasión por la música y el arte. Su presencia en el 40 aniversario de Danza Invisible, "vestido con sus mejores galas", fue una muestra de que su espíritu seguía intacto. Tampoco quiso perderse su concierto de despedida del año pasado, disfrutando de la noche en primera fila.
Ojeda recuerda con cariño que en 1992 iba con él, su mujer y unos amigos hacia la Exposición Universal de Sevilla: "Antes de entrar, había un control de detección de metales y nosotros pasamos rápidamente, Paul empezó a sacarse todos los metales que adornaban su cuerpo y sus prendas y se tiró allí como 25 minutos, se formó una cola gigante, la gente muerta de risa". Por eso la canción se llama Él es un bazar, el texto lo hizo Rodrigo Rosado, que era el principal colaborador de las letras entonces. "Habla de eso, de que no hay un metal que no adorne su pellejo", rememora.
Introdujo mucha música y abrió muchos bares entre los 70 y los 80 en Torremolinos. Se desconoce de dónde era, dónde vivía o cuál era su nombre de pila, pero todo el mundo en las calles torremolinenses sabían quién era. Con su vestimenta y su personalidad extravagante, era el animador de la noche en los bares de Torremolinos. De las caras más conocidas de esa época. Y siempre quedarán sus recuerdos, algunos más legales que otros, pero inolvidables.
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