El maestro Juan Martínez que estaba allí
Juan Martínez existió
Eugenio Chicano
Málaga/La epidemia del coronavirus obligó a aplazar la inauguración fijada en un principio para el 18 de junio, pero ya está aquí: el próximo día 20, la Fundación Picasso Casa Natal inaugurará la exposición A Picasso, dedico, que reúne las obras de inspiración picassiana de quien fue fundador de la institución, el pintor malagueño Eugenio Chicano, fallecido el 19 de noviembre del año pasado a los 83 años. Tal y como señalan desde la misma Fundación, Chicano, "uno de los principales artistas de la escena malagueña en la segunda mitad del siglo XX, rindió siempre admiración a Picasso y en numerosas ocasiones lo incluyó como personaje en sus cuadros y jugó con referencias a su obra". Lo cierto es que la influencia que Picasso ejerció en Chicano resultó determinante no sólo a nivel artístico: el autor del Guernica entrañó para el segundo un modelo intelectual, político e incluso vital, al que imitó en decisiones como la de, por ejemplo, seguir trabajando en su estudio hasta prácticamente su último día, sin concesiones a retiros ni jubilaciones. El mismo Chicano, que precisamente a través de su trabajo en la Fundación Casa Natal articuló desde mediados de los años 80 la deseada reconciliación de Málaga con Picasso, y que en virtud de la misma sentó las bases para la futura llegada del Museo Picasso Málaga, dio a menudo buena cuenta de su admiración y deuda hacia el padre del cubismo en las páginas de Málaga Hoy, bien a través de su serie de artículos El cuentagotas, bien en las muchas entrevistas concedidas a este periódico, bien en las diversas publicaciones especiales en las que participó con su escritura. Con motivo de esta nueva exposición, que podrá verse en la Casa Natal hasta el 1 de marzo de 2021, y en la antesala del primer aniversario de su adiós, este artículo reúne algunos de los muchos testimonios, sentidos y emocionados, que Eugenio Chicano dedicó a Picasso en este diario.
"Rafael [Alberti] daba los últimos toques a Roma, peligro para caminantes y se apresuraba a comenzar su siguiente entrega, Los ocho nombres de Picasso, por lo que no era rara la tarde que hablaba con el pintor por teléfono. Le gustaba hacerlo desde una trattoria que había frente a su casa [en Roma], La antica pesa, donde Mario, el dueño, le permitía pagar el tiempo hablado al final de cada conferencia: 'Así María Teresa no se enfada por las altas cuentas domésticas del teléfono', precisaba.
Dada la asiduidad, Rafael le habló de mí a Pablo Picasso y éste me invitó a su vez a entrar también en las charlas. Entre ellos me llamaban el novillero, entonces yo era muy delgado y mi procedencia andaluza y malagueña les hacía gracia a ambos... Rafael aclaraba: 'Un novillero de izquierdas'. ¡Qué bonito!
Además de hablar de pintura y arte, Don Pablo me hacía preguntas sobre flamenco, se interesaba por los cantaores malagueños de su época: Juan Breva, La Pirula, El Cojo de Málaga... por letras de cantes y, sobre todo, las coplillas picantes de carnaval. Por sus expresiones y talante se adivinaba que el pintor era un hombre jovial, socarrón y muy educado. Me preguntaba por técnicas y manera de pintar o grabar con la sencillez de un compañero de gremio. Pedía perdón detrás de cada palabrota que surgía en su hablar y apoyaba su verbo en una l muy catalana que agraciaba su interesante léxico" (2006).
"Lo más importante es que hoy se concibe a Picasso por derecho, por su obra. Sus detractores, que hicieron mucho ruido en su momento, hoy ya no se atreven a decir nada. Eso se ha conseguido a base de mucho trabajo. En los primeros años en la Fundación salíamos a la calle con unas diapositivas y nos plantábamos en cualquier sitio en que pudiéramos dar una conferencia. Había mucho por hacer, teníamos mucho en contra, pero el objetivo se consiguió" (2012).
"Picasso ha sido mi breviario. Pero más que su pintura me importaba su testimonio. Yo decidí que no me iba a jubilar porque él tampoco lo hizo. Mi pensamiento político y social es el suyo. Mis opiniones sobre la República y la Guerra Civil son las suyas. En su momento decidí que iba a fiarme de su influencia, que iba a ir detrás de él y que iba a hacer mías sus ideas. Que aquel hombre tan sabio me ofrecía garantías. En una ocasión pude ver unas fotos de su biblioteca y me esforcé para distinguir los libros que tenía en las estanterías, porque yo también quería leerlos. Su sabiduría era abismal. Cuando recreaba el arte griego no pintaba como los griegos, sino que era un griego: se empapaba de toda su cultura, de toda su filosofía, y después pintaba. Cuando recreaba el arte etrusco, era un etrusco. Y a mí ahora me pasa un poco lo mismo con él. He mirado tanto, tanto su obra que a veces creo saber lo que pensaba cuando la pintaba. Me digo 'aquí estaría dándole vueltas a esto, o a esto otro'. Es un nivel de intimidad muy especial. Y eso tiene mérito en el caso de Picasso, que era un barroco, no dejaba un hueco libre" (2012).
“Picasso había pintado el 11 de mayo [de 1937] en medio del caballo y el toro un gran puño en alto rodeado de espigas de trigo y amapolas -en su lugar ahora hay una paloma blanca, símbolo de la paz-, probablemente en alusión a la Internacional Socialista, que ocupa la mitad de la mitad del mural, utilizando así la regla de oro de la composición. Sin embargo, días después el puño desaparece. Picasso fue inteligente al no mostrar puños, ni banderas, ni políticos, ni logotipos en el Guernica, convirtiéndolo así en un grito -contra la barbarie- no patrimonio de la izquierda, sino en un grito universal patrimonio de la humanidad” (2016).
“Eran especialmente interesantes las instalaciones que hacía en su casa, inspiradas en el cubismo, en las que superponía varios objetos entre los que destacaba a menudo una guitarra. Aquellas instalaciones a veces no servían para nada, pero permitían a Picasso tentar registros, acercarse a corrientes, abrir puertas y retarse a sí mismo. Las fotografiaba y luego trataba los revelados de mil y una maneras, buscando qué hacer con todo aquello. Siempre estuvo empeñado en meter la nariz en todos los sitios, que nada le fuera ajeno; en esto consistió la grandeza del viejo” (2011).
"Vamos a dejarnos de historias, Picasso es fascinante. Para mí lo ha sido. Imagínate a un niño que con doce o trece años llega un día con el ABC a casa, recorta una noticia sobre Picasso y así empieza una hemeroteca en la que va a guardar cada cosa que vea publicada sobre el artista. Ése soy yo. Yo daba clases de dibujo lineal en la casa de Don Gerardo de la Vega pero veía lo que hacía Picasso y me parecía tremendo. Se comunicaba conmigo de inmediato con aquel lenguaje tan maravilloso, así que pronto intenté hacerlo que Picasso hacía. Y a medida que te adentras, más te deslumbras, por más que la censura nos tuviera a los jóvenes alejados de la realidad y yo no llegara a leer a Miguel Hernández hasta los 25 años, en editoriales argentinas. Pero cuando te enteras de que este tipo ha pagado de su bolsillo un hospital en el sur de Francia para atender a los represaliados de la República que cruzaban la frontera malheridos, comprendes que, además del artístico, Picasso tiene un testimonio vital enorme, positivo, puesto en línea. Picasso es un libro abierto, una lección de política, de ética y de arte" (2014).
"En absoluto hay demasiado Picasso. Hay demasiado Picasso mal dicho, mal puesto, mal colgado y mal tratado, pero Picasso nunca es demasiado. En el gran concierto mundial, Picasso es el número uno y cuando duele el bolsillo no hay mentiras. Luego es la alegría de ver un cuadro suyo, que es una novedad. Picasso siempre ha sido un grandísimo innovador y ha tenido muchísimos pintores que lo han seguido. Y a todos nos ha dado una lección" (2018).
"Los apuros económicos de los pintores en sus comienzos son célebres e intransferibles. Cuando estás empezando es difícil que alguien confíe en tu éxito y menos que éste repercuta en lo económico. Si eres un artista de boyante economía, tu obra quizá sea más creíble; pero si tu pintura no te saca del anonimato serás siempre un desconocido con los gastos pagados. En Picasso fue al contrario. Su genio y dedicación fueron protagonistas de una producción que se impuso artística y económicamente en su tiempo y aún hoy, pero ¡atención! Picasso fue también millonario en horas extraordinarias de trabajo. Felicidades maestro, en su 125 aniversario" (2006).
"Estoy enfrascado, intensamente, en un estudio pintado sobre el paisaje andaluz. Son ya casi dos años los que llevo recorriendo Andalucía provincia a provincia -ya os contaré cómo y con quién- en busca de sitios, panorámicas, perspectivas, que me conmuevan e identifiquen con el lugar, la poesía de su entorno, su flamenco, su romance, su cultura, su gente... Quiero solo paisajes, sin casas, iglesias, cruces de caminos o cualquier otro elemento que falsee o entretenga su grandeza. Estoy cuidando puntillosamente el color. Color que identifique el ámbito, la idiosincrasia, el carácter del tema elegido. Me viene a la mente un simpático juicio de Picasso sobre este asunto, recogido por Hélène Parmelin en su libro Habla Picasso: 'Corremos por un paisaje deslumbrante. Sol. Praderas. Olivos. Cipreses. Montañas. Picasso dice: lo terrible es que no hay uno de esos colores que exista en tubos y se pueda comprar. Te venderán millares de verdes, verde veronés, verde esmeralda y verde cadmio, y lo que sea; pero ese verde, nunca” (2014).
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