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Emperatriz
Premios Goya en Málaga
Málaga/Si se trataba de hacer de la necesidad virtud, puede decirse que la gala de los Goya celebrada este sábado en el Teatro del Soho Caixabank de Málaga fue una de las más emocionantes, sentidas, honestas y oportunas en la historia de los premios. Habían prometido Antonio Banderas y María Casado una gala más solemne, con menos humor y más cine, y la jugada salió de órdago. Si seguramente no ha tenido el cine español mejor carta de presentación que el discurso que el actor malagueño pronunció cuando recibió el Goya de Honor en 2015, lo cierto es que la gala de ayer se desarrolló exactamente en el mismo terreno hasta darle a la cinematografía nacional la dignidad y la entereza que ahora, tal vez más que nunca, necesitaba. De entrada, la apuesta por un formato híbrido, con conexiones externas con los nominados en un teatro prácticamente vacío, resultó y salió tal y como todo el mundo esperaba, lo que entrañó un éxito sin paliativos de la producción televisiva. Más aún, el mismo Banderas firmó toda una declaración de intenciones cuando abrió la gala frente a un bosque de pantallas en el que comparecían, a la vez, los 166 nominados conectados vía virtual. La ausencia añadió más leña a la emoción y la posibilidad de ver a los premiados agradeciendo el honor casi siempre en sus casas, en compañía de sus familias y sin mascarillas, resultó ciertamente terapéutico y en ocasiones (como en el caso de Rozalén, Goya a la mejor canción original por su Que no, que no que compuso para La boda de Rosa) inolvidable. Nunca el palmarés fue tanto lo de menos: la reivindicación del cine como patrimonio de todos en su año más difícil salió, ciertamente, redonda.
Que la cosa iba en serio quedó ya claro en el comienzo, cuando Banderas convocó un minuto de silencio en homenaje a las víctimas del coronavirus. De inmediato recordó el actor que justo donde se ubica elTeatro del Soho tuvo su casa el primer cine de Málaga, el Pascualini, que abrió sus puertas en 1907 y que sobrevivió a dos catástrofes, lo que entrañaba “un signo oportuno para estos tiempos”. Bajo una escenografía austera pero muy efectiva, coronada por la Orquesta Sinfónica de Málaga y la batuta del maestro Arturo Díez Boscovich (cuya aportación a la gala, siempre en directo, fue magistral, significativa siempre y repleta de matices), se sucedió un encuentro en torno al cine humano, sin chistes fáciles, sin faltas de respeto ni subidas de tono, además de ligera, bien conducida y ajustada a lo previsto. Se puede decir que ayer quedó firmada en el Teatro del Soho la mejor ocasión posible para la reconciliación de la sociedad española con su cine. Si de declaraciones de intención se trataba, ya en los primeros compases de la entrega de premios se produjo un suceso inédito: comparecieron nada menos que Pedro Almodóvar, Penélope Cruz, Juan Antonio Bayona, Alejandro Amenábar y Paz Vega para entregar los premios correspondientes a las categorías técnicas y habitualmente despachadas en las galas como galardones de saldo (vestuario, peluquería, maquillaje, sonido y efectos especiales). Desfilaron después para entregar el resto del palmarés Belén Cuesta, Antonio de la Torre, María Barranco, Najwa Nimri, Leonardo Sbaraglia, Carlos Areces, Julián López, Adrián Lastra, Hiba Abouk, Marta Etura, Maggie Civantos, Natalia Verbeke, Tristán Ulloa, Daniela Santiago, Jon Kortajarena, Marta Nieto, Antonio Velázquez, Mónica Randall, Verónica Forqué, Elena Irureta, Pedro Casablanc, Jaime Chávarri (quien entregó el Goya de Honor a Ángela Molina en otro de los momentos más emocionantes de la gala), Emma Suárez, Marisa Paredes, Roberto Álamo, Jose Coronado, Chus Gutiérrez, Gracia Querejeta y la enfermera Ana María Ruiz, que entregó el Goya a la mejor película a Las niñas, de Pilar Palomero. Respecto a los saludos internacionales que llegaron vía virtual merced a la influencia de Antonio Banderas destacaron los de Laura Dern, Emma Thompson, Sylvester Stallone y Salma Hayek, pero también hicieron lo propio Robert de Niro, Al Pacino, Dustin Hoffman, Helen Mirren, Charlize Theron, Isabelle Huppert, Monica Bellucci, Melanie Griffith, Tom Cruise, Halle Berry, Benicio del Toro, Nicole Kidman, Alejandro González Iñárritu, Ricardo Darín y Barbra Streisand.
Protagonizó Ángela Molina un episodio de alto voltaje, con un discurso en torno al cine, la vida y el amor en el que recordó una histórica actuación de su padre, Antonio Molina, en el mismo escenario que la acogía (se echaron de falta aplausos a raudales a su término: pocas veces se sintió tanto que el teatro estaba vacío). Dejaron también buenas sensaciones las actuaciones musicales: Nathy Peluso sorprendió a propios y extraños con La violetera, Vanesa Martín conmovió a raudales con Una nube blanca durante el In memoriam en tributo a los profesionales del mundo del cine fallecidos en el último año (especialmente sentido en esta ocasión), Diana Navarro protagonizó el homenaje a Luis García Berlanga en su centenario junto a Carlos Latre con Bienvenido Mr. Marshall como argumento esencial y Aitana hizo lo propio con Happy days are here again. En su discurso, el presidente de la Academia de Cine, Mariano Barroso, recordó el modo en que el cine “ha venido a sacarnos de la realidad más dura en un año especialmente difícil”. Y protagonizó Antonio Banderas, también, el prometido homenaje a técnicos, conductores, cocineros, electricistas y otros muchos profesionales anónimos del cine “que son quienes, en muchas ocasiones, más han acusado la crisis del sector en el último año. A ellos no se les ve en la alfombra roja, nadie los conoce, pero tengo la impresión de que quienes más dan la cara representan sólo la punta del iceberg de la industria. Y es de justicia que reconozcamos el trabajo de todos”.
En cuanto al palmarés, Akelarre, de Pablo Agüero, se llevó el mayor número de premios con cinco trofeos, aunque la gran triunfadora de la noche fue Las niñas, de Pilar Palomero (quien conquistó el año pasado la Biznaga de Oro del Festival de Málaga en una decisión premonitoria), que se llevó los Goya a la mejor película, la mejor dirección novel, el mejor guión original y la mejor dirección de fotografía. Salvador Calvo ganó el Goya a la mejor dirección por Adú, galardonada con otros tres premios, mientras que Mario Casas obtuvo el premio al mejor actor protagonista por No matarás y Patricia López Arnáiz fue reconocida como mejor actriz protagonista por Ane. La malagueña Marina Parés Pulido se llevó el Goya al mejor guión adaptado junto a David Pérez Sañudo por Ane. Expresó Banderas su deseo de que la de este sábado fuese recordada “no como la gala del año del Covid, sino como la del principio de la recuperación”. Y algo más, incluso, todavía.
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