Memoria de un vivero futuro
Prisión provincial de la Cruz de Humilladero | Distrito 6
Con las primeras inversiones ya en marcha, la antigua Prisión Provincial aguarda su transformación en el Distrito 6, en lo que se presenta como la oportunidad para un experimento urbano de primer orden en Málaga
Málaga/Si Dios quiere y el tiempo lo permite, el Ayuntamiento de Málaga llevará al próximo consejo de la Gerencia Urbanismo, este miércoles 23, la aprobación de las primeras actuaciones para la transformación de la antigua prisión provincial de la Cruz de Humilladero en el ya bautizado como Distrito 6, un equipamiento cultural de carácter abierto que acogerá actividades relacionadas con el cine, las artes escénicas, las artes plásticas y visuales, la literatura, la música, la gastronomía y otras manifestaciones creativas. Estas primeras actuaciones incluirán los trabajos de demolición selectiva de varios cuerpos del edificio (los dos pabellones delanteros no originales y los dos traseros que, aunque sí lo son, revisten para el Ayuntamiento la categoría de “invariantes”, en la medida en que su desaparición se traducirá en la disposición de nuevos espacios para el futuro centro) con tal de dejar el inmueble listo para la ejecución de la primera fase, con una inversión municipal de 410.870,18 euros y un plazo previsto de dos meses. El propio alcalde, Francisco de la Torre, presentó ya el mes pasado el también conocido como D6, que nace bajo la inspiración de otros proyectos igualmente alumbrados mediante la intervención en edificios antiguos para su uso cultural, especialmente Matadero Madrid. Su localización certifica, ante todo, un nuevo ejemplo de equipamiento para las artes descentralizado en la ciudad después de la buena acogida de otros como La Térmica y el Museo Ruso, lo que sin embargo constituye aún una necesidad de primer orden dada la saturación de instalaciones ad hoc en el centro; así como un experimento urbano de primer orden al abrir brecha en un área exenta de ofertas culturales y localizada nada menos que entre el barrio de Santa Julia, que durante muchos años sostuvo la condición de ser el más densamente poblado de Europa; y el de García Grana, cuya vulnerabilidad social es bien conocida a pesar de las últimas intervenciones urbanísticas.
A día de hoy, el Ayuntamiento aspira a abrir el D6 a los ciudadanos, al menos en una primera fase, en 2022. Hasta entonces, el proyecto apunta a una actuación mixta de restauración y rehabilitación de los elementos originales y valiosos y, por otra, de demoliciones selectivas (el edificio de la antigua cárcel está catalogado como histórico pero no como protegido). El plan contempla una extensión de nueva planta que ocuparía los sectores noreste y noroeste (los que quedarían disponibles tras las demoliciones) con una solución total de 14.500 metros cuadrados construidos y cinco mil metros cuadrados libres (la manzana de la vieja prisión ocupa una superficie de 14.000 metros cuadrados, con una superficie construida en dos plantas de 11.000 metros cuadrados y ocho mil metros cuadrados ocupados por los espacios libres, sobre todo los interiores). La superficie útil se distribuirá entre espacios para producción creativa, exhibición y representación, formación y administración y servicios. En cuanto a la financiación, la fase inicial contempla un presupuesto de 12 millones mientras que el coste total de la jugada se estima en 24 millones con tal de que el D6 (cuya titularidad será pública con una gestión también pública y municipal, lo que resulta revelador frente a otros proyectos para los que el Consistorio confió en líneas mixtas de titularidad pública y gestión en manos privadas) esté definitivamente abierto en todas sus bases en 2025. Después de la proliferación de museos en los últimos años, el criterio municipal en cuanto a equipamientos culturales parece dirigirse ahora a centros multidisciplinares, descentralizados y de acceso libre y abierto, más dirigidos a la comunidad local que al turismo. Lo que hay en juego no es precisamente poco.
Aunque el Ayuntamiento apunta a otros modelos como el Torpedo Factory Art Center de Alexandria (EEUU) y el Lieu Unique de Nantes a la hora de buscar referentes para el D6, lo cierto es que no ha dudado en dejar la coordinación de los primeros trabajos al cuidado del arquitecto madrileño Carlos Baztán, quien fue miembro del equipo que coordinó a su vez las primeras fases de Matadero Madrid. El pasado jueves, Baztán pronunció una conferencia en el Museo del Patrimonio Municipal presentada por el propio Francisco de la Torre que en un principio iba a estar dedicada a la presentación del caso Matadero Madrid pero que terminó versando sobre el proyecto del D6 en comparación con el que podría identificarse como su hermano mayor madrileño; y previamente atendió a Málaga Hoy para desgranar las claves esenciales de la iniciativa. Baztán apuntó, ciertamente, algunas cuestiones coincidentes entre el D6 y el Matadero Madrid, “sobre todo en el punto de partida. Los dos se encuentran en una posición urbana semejante, a un quilómetro y medio aproximadamente del centro de la ciudad, aunque hablamos por supuesto de centros urbanos muy distintos. Ambos se localizan en entornos urbanos de cierta vulnerabilidad social, algo más pronunciada seguramente en el caso de Málaga. Los dos son edificios históricos no protegidos y presentan una arquitectura similar, con mamposterías y otros elementos también a menudo muy parecidos. En el momento de la aprobación de su transformación en equipamientos culturales, los dos son edificios antiguos sin uso. Y ambos están vallados”. La diferencia más significativa tiene que ver, claro, con las dimensiones: la superficie total de Matadero Madrid supera los 183.000 metros cuadrados, mientras que la del D6 se queda en 14.500. Pero también hay una cierta distinción en las intenciones: “Cuando anunció su creación, [el entonces alcalde de Madrid, Alberto Ruiz] Gallardón definió Matadero Madrid como un centro de creación contemporánea. El proyecto de Málaga me parece más abierto, con una identidad que se irá perfilando con el tiempo. De hecho, Matadero Madrid fue construyendo su idiosincrasia a partir de lo que por una parte buscaba el público y de lo que por otra hacían los creadores en sus instalaciones. Y es importante que sea así, que haya porosidad para que sea el uso público el que defina el edificio”.
Precisamente, Baztán indica que donde con más incidencia deberían converger Matadero Madrid y el D6 es en su naturaleza de experimentos urbanos, algo que al menos en Málaga reviste cualidades inéditas: “En Madrid resultó determinante la decisión de no convocar un concurso único, sino hacerlo por fases. La primera, inaugurada en 2007, ocupó sólo 15.000 metros cuadrados, mientras que del resto se fueron haciendo cargo otros arquitectos. Esto nos permitió garantizar una cierta diversidad sin que se quebrara por ello el carácter reconocible del edificio. Además, a la hora de intervenir en Matadero Madrid a partir de los usos que la gente hacía de sus instalaciones, la actuación por fases nos permitía reaccionar de manera más flexible”. Y si algo debería evitar el D6 a toda costa, según Baztán, es la percepción de barreras por parte del público: “Llevo más de veinte años interviniendo en instituciones públicas y compruebo que se siguen creando barreras intangibles de cara a los ciudadanos. Un ejemplo claro es el Museo del Prado: hay miles de madrileños que nunca lo han visitado y nunca lo visitarán, principalmente, porque aún perciben que no son acogidos, que el museo no es para ellos. Eso no sucede en Matadero Madrid, donde el acceso es libre y la gente entra y sale como le viene en gana”. Con vistas al D6 de Málaga, “no se trata de copiar el modelo, pero sí de hacer una reflexión. No quiero introducir por un lado el hardware y por otro el software: quiero el Mac completo, las dos cosas a la vez. Sería importante que los ciudadanos se incorporaran cuanto antes a la toma de decisiones. En España, por lo general, los arquitectos entran demasiado pronto. Antes deberían decir algo los potenciales usuarios”.
En cuanto al sensible pasado memorialístico de la antigua cárcel provincial, el Ayuntamiento confirma que se destinará un espacio a la Memoria Histórica. Pero Carlos Baztán desconfía de las instalaciones tipo centro de interpretación: “En la mayoría de los edificios históricos intervenidos, la solución más extendida hoy día es el uso de apps que informan a los visitantes interesados sobre los viejos usos de las distintas zonas. Me parece una opción interesante, más aún cuando algunas áreas del edificio, como las que se emplean habitualmente para rodajes cinematográficos, van a conservarse tal y como están en gran medida. Es decir, el proyecto es ya de por sí bastante respetuoso con el pasado del inmueble”. Todo dispuesto, pues, para el gran laboratorio.
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