Los gigantes (que no molinos) de Pata Teatro
'Quijote' en Málaga
La compañía malagueña regresa seis años después al Instituto Gaona para su Ciclo de Clásicos en Verano con ‘Quijote’, que se estrena el próximo jueves
'Málaga Hoy' se cuela en los ensayos de la obra
Málaga/Entre los muchos tesoros que encierra el Instituto Vicente Espinel, familiarmente conocido en Málaga como Instituto Gaona, se encuentra una bellísima composición de azulejos que circunda todo el edificio en una de sus plantas superiores y que, presidida por un retrato de Miguel de Cervantes, narra, a la manera de un cómic o de un romance de ciego, los capítulos más recordados de Don Quijote, la inmortal novela del alcalaíno. El centro, que celebró el año pasado su 175 aniversario, cuenta con tal obra de arte desde no mucho después de su inauguración y, aunque los azulejos quedan habitualmente fuera de la vista de los visitantes, se disponen ahora a protagonizar un curioso hermanamiento. La compañía malagueña Pata Teatro vuelve este verano al patio de arcos del instituto para poner en escena, del 7 de julio al 6 de agosto (con funciones de lunes a sábado a las 22:00 y con entradas ya a la venta), Quijote, su particular adaptación de la novela, en la décima edición de su Ciclo de Clásicos en Verano.Ciclo de Clásicos en Verano Lo hace seis años después de la última edición del mismo ciclo en este mismo espacio histórico del centro de Málaga: tras las representaciones de Mucho ruido y pocas nueces de William Shakespeare en 2016, la Junta de Andalucía emprendió una urgente rehabilitación del edificio que obligó a la compañía a buscar alternativas. El ciclo tuvo su continuidad en otro patio, el del Colegio Prácticas Nº 1, en plena Plaza de la Constitución; y el año pasado, por primera vez y por injerencia de la pandemia, la propuesta guardó cobijo bajo techo en la Sala María Cristina de la Fundación Unicaja, aunque el avance del coronavirus obligó a cancelar las funciones de La dama duende de Calderón antes de lo previsto. Ahora, Pata Teatro vuelve al que ha sido tal vez el escenario más reconocible y de mayor éxito para sus clásicos, aunque el regreso no ha sido precisamente sencillo.
Después de un arduo proceso de negociación con las administraciones públicas que terminaba siempre en escenarios alternativos y poco viables, los responsables de la compañía acudieron a las redes sociales para alertar de que la nueva producción del ciclo, ya en marcha, corría el riesgo de quedarse en el aire ante la imposibilidad de contar con una sede. El mensaje obtuvo una respuesta contundente de la opinión pública y, pocos días después, fue la concejal de Cultura, Noelia Losada, la que se puso en contacto con la compañía para garantizar que la siguiente edición del ciclo tendría lugar este verano, con el Instituto Gaona, terminada ya la intervención de urgencia, en mente. Comenzó entonces un arduo trabajo mano a mano entre la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento y la Delegación de Educación de la Junta, servicios jurídicos mediante, que finalmente ha dado sus frutos, “aunque la confirmación definitiva no nos llegó hasta hace poco más de una semana. Ha sido un parto agónico y bien largo”, explica Macarena Pérez Bravo, ataviada como el ama de Alonso Quijano antes de empezar un ensayo en el mismo patio del Instituto Vicente Espinel.
La actriz y dramaturga constituye la mitad de Pata Teatro, cuyo otro hemisferio viste las hechuras de Josemi Rodríguez, imponente en su caracterización de Don Quijote. Ambos comparten tareas de interpretación, producción, dirección, gestión y escritura en la compañía desde hace más de veinte años, una trayectoria vertida en espectáculos familiares, clásicos y también obras para adultos, con reconocimientos nacionales y una de las agendas más completas del sector de las artes escénicas en España. En esta ocasión comparten cartel con otro gran actor y dramaturgo malagueño, David Mena, quien ya participó en otros montajes del Ciclo de Clásicos en Verano y que aquí da vida, con fidelidad proverbial, a Sancho Panza. Los tres se las componen con sus personajes respectivos para representar los momentos más significativos de la novela de Cervantes en un espectáculo de unos ochenta minutos de duración. La clave para lograr semejante síntesis fue, claro, la adopción de la perspectiva más favorable: la obra de Pata Teatro recrea los que bien pudieron ser ochenta minutos finales en la vida de Alonso Quijano, un último suspiro en el que el hidalgo rememora sus aventuras junto a su ama y su escudero antes de su muerte.
“Para hacer la adaptación, Macarena y yo leímos el Quijote cada uno por nuestra cuenta y fuimos anotando las escenas que considerábamos imprescindibles. Después, preguntamos a varias personas qué pasajes recordaban de la historia, cuáles consideraban los más importantes. Con todo eso fuimos armando una versión que deja fuera muchas cosas, inevitablemente, pero que cumple nuestro propósito inicial de partir de un punto de vista original y que, en cualquier caso, sirve de puerta de entrada a la novela. O, al menos, eso esperamos”, explica Rodríguez al respecto. Pérez Bravo apunta que la mirada puesta en este Quijote crepuscular “nos permite volver a hablar de algunos de los temas que más nos interesan, como la soledad, la vejez y la enfermedad”. David Mena, por su parte, añade “un contrapunto de humor especial, tal y como hace el propio Sancho Panza en la novela”. Metidos ya en el fabuloso vestuario que Elisa Postigo, colaboradora imprescindible del grupo, ha diseñado para el espectáculo, Rodríguez, Pérez Bravo y Mena toman las medidas del majestuoso patio de arcos el Instituto Gaona, entre instrumentos musicales, muebles antiguos y las armas de Don Quijote. Otro colaborador habitual de la agrupación, Miguel Ángel Martín, ha participado de nuevo como ayudante de dirección de manera estrecha junto a Josemi Rodríguez, “aunque esta vez él ha asumido más responsabilidades de dirección, sobre todo en lo referente a la dirección de actores, y yo me he podido centrar así más en construir mi personaje”. No se trata, desde luego, de una tarea ligera.
“Es el escenario que el público ha preferido siempre, el que ha sentido más suyo”, explica Macarena Pérez Bravo mientras va de acá para allá en el patio monumental. “Así que es una alegría poder volver”, añade, aunque matiza: “De todas formas, lo mejor de este ciclo de clásicos, para nosotros, es la manera en que lo ha tomado la gente, como algo propio. Cuando estos días se nos han acercado muchos a celebrar que tenemos otra vez a los clásicos en verano nos lo han dicho siempre así, tenemos, convencidos de que ellos forman parte, de que el ciclo es tan suyo como nuestro. Y eso nos da una satisfacción enorme. Nos encanta salir de gira, actuar ante otros públicos es una experiencia tremenda, pero lo que más nos gusta es alimentar el tejido cultural de nuestra ciudad. Para eso estamos aquí. Y, bueno, nunca está mal poder ir a casa directamente después de hacer una función, o tomar una cerveza en el barrio para celebrarlo”. Nadie hay más digno del yelmo de Don Quijote, por tanto, que Pata Teatro. Siempre habrá gigantes que se hagan pasar por molinos.
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