A por el reconocimiento de un sector estratégico

Cinco creadores de diverso signo apuntan a la promoción del tejido cultural malagueño, sostenido por una nueva fiscalidad más ajustada a sus características, como fuente de riqueza para el territorio, por encima de la adopción de franquicias museísticas.

Ángel Calvente, Carlos Pranger, Anita Rowe, Alfredo Viñas y Enrique García posan antes de iniciar la mesa de debate Málaga 2024 sobre los retos del sector cultural.
Pablo Bujalance / Málaga

09 de marzo 2015 - 05:00

Málaga inaugura este mes dos equipamientos culturales de primer orden: la sede del Centro Pompidou en el Cubo del Puerto, con un compromiso de permanencia de cinco años, y la sede del Museo de Arte Ruso de San Petersburgo en Tabacalera, un proyecto acordado por diez años. Para bien o para mal, y mientras se aguarda la inauguración del Museo de Málaga en la Aduana, semejante órdago marcará a fuego la vida cultural no sólo de la capital, sino de toda la provincia, en la próxima década. Pero las inquietudes y los retos del sector en Málaga trazan un camino considerablemente distinto: si las administraciones consignan la cultura como sector estragético a través de la importación de grandes equipamientos, los creadores reivindican que sea su trabajo el que adquiera este reconocimiento, pues precisamente ha sido este salto el que ha permitido a las ciudades de cierta tradición cultural ser reconocidas como tales. Málaga Hoy sienta a la mesa para debatir sobre estos retos a asumir en los próximos diez años a cinco creadores de distinto signo pero de contrastada influencia en sus respectivas áreas: el galerista Alfredo Viñas, el editor y escritor Carlos Pranger, el realizador cinemarográfico Enrique García (director de 321 días en Michigan), el director teatral Ángel Calvente (responsable de la compañía de marionetas El Espejo Negro) y la cantante Anita Rowe (del dúo de rock Hermanas Sister).

-Málaga Hoy (MH): ¿Qué condiciones querrían ver modificadas como creadores, en los próximos diez años, para que su trabajo revirtiera en una mayor riqueza para Málaga?

-Alfredo Viñas: Yo llevo 22 años con mi tinglado, y no sé cómo ha podido durar tanto. Las condiciones son difíciles, pero también es una opción personal, uno hace esto porque quiere y en realidad ya no sabemos hacer otra cosa. Desde hace siete u ocho años observo una situación aún más espinosa, porque sigue faltando una legislación que estimule a las empresas culturales, y eso es la clave de todo. A lo mejor también nosotros tenemos culpa de esto, porque cuando la situación ha sido buena no hemos exigido a las instituciones esta legislación que garantice nuestra supervivencia en épocas de vacas flacas, como ocurre con la agricultura. Luego, además, tenemos que enfrentarnos a la consideración, compartida por muchos, de que quienes nos dedicamos a la cultura somos unos frívolos que estamos para hacer cosas lúdicas y ociosas. Pero lo cierto es que sacar adelante un proyecto cultural requiere muchísimo trabajo con pocos aliados. Es verdad que el público te valora más por la creatividad, pero la gestión requiere mucho más tiempo.

-Carlos Pranger: La gente considera a menudo que podríamos hacer las cosas por amor al arte. Se piensa que, si lo que hacemos es algo vocacional, tampoco tendríamos que percibir un beneficio económico por lo que hacemos. Y sí, yo me dedico a editar libros, pero hay una empresa detrás y hay que hacer números. Una vez fui a Madrid a ver a mi distribuidor con todos los libros que acababa de publicar, se los puse en la mesa, él los retiró y me advirtió de que tenía que dedicar el 75% del tiempo a vender. Y así ha sido, exactamente, desde entonces

-Ángel Calvente: Yo soy actor, director, conductor, de todo, y además distribuidor. Y a veces no hay tiempo para distribuir y crear, más aún cuando las empresas hemos tenido que reducir las plantillas al mínimo. En la oficina somos ahora mismo dos, y cuando estás pensando en un mecanismo para que los ojos de la marioneta puedan verse a diez metros tienes que dejarlo para ponerte a ver qué pasa con el IVA o los atrasos en los pagos. Y a veces yo dejo de cobrar para que mis actores cobren. Pero sólo con que tuviéramos un IAE específico nos resultaría mucho más fácil poder darnos de alta.

-Anita Rowe: Nosotros hicimos nuestros primeros discos con una discográfica en Madrid, y a partir del cuarto empezamos a editar nosotros. La experiencia es buena, pero no es fácil ser a la vez compositor y empresario, hacer una actividad artística y venderla. No es fácil tampoco poner precio a lo que uno hace. De todas formas, siempre merece más la pena dedicarse a esto que no hacerlo.

-MH: En este sentido, ¿serán los nuevos museos a partir de ahora un aliado, o más bien una competencia para el tejido cultural malagueño?

-Alfredo Viñas: Los museos tienen una fuerte inversión pública. Sin embargo, los colectivos de artistas jóvenes que han surgido gracias a estímulos como el CAC y el Museo Picasso trabajan en situaciones muy precarias. Yo no estoy a favor de las subvenciones, pero sí debería haber una fiscalidad que facilitara las cosas al sector cultural cuando vengan tiempos adversos. La Ley de Mecenazgo y la Ley de Fundaciones, que se anunciaron a bombo y platillo, siguen estancadas por los inconvenientes que pone el Ministerio de Hacienda. Y así no hay manera.

-Enrique García: En Francia, por ejemplo, esto parecen tenerlo mucho más claro. La política dirigida al cine es muy proteccionista, en la medida en que favorece las condiciones para que las películas francesas puedan competir con las americanas, a la misma altura, de taquilla. Se hizo una ley de mecenazgo y las inversiones llegaron. Y aquí necesitamos una normativa así, por más que tachen de chauvinistas a los franceses. Ellos miran por su industria, pero en España sólo tres películas al año pueden competir en taquilla, como mucho un 4%; el resto, sobrevivimos como podemos.

-Alfredo Viñas: El problema es que somos una minoría muy cualificada, pero una minoría. Vamos siempre a todas partes de uno en uno, y claro, salimos ninguneados. Pero si fuéramos cuatro mil en vez de uno, tal vez nos tomarían en serio.

-Ángel Calvente: El asociacionismo es vital para conseguir que se cumplan objetivos. La Junta de Andalucía destinó para este año un presupuesto cero al tejido escénico andaluz, pero gracias a que las compañías estamos asociadas pudimos presionar y cambiar eso. En Málaga habría que considerar la posibilidad de organizar un frente común de todos los creadores para que no se lo lleven todo los museos.

-Carlos Pranger: Los nuevos museos cumplirán su función, pero mis prioridades, como editor, e imagino que como el resto de trabajadores del sector cultural, van por otro sitio. Actualmente, me parece mucho más importante que la administración cambie el modelo de financiación a las empresas culturales. Eso es lo verdaderamente urgente. Yo no quiero subvenciones, sobre todo porque las subvenciones no solucionan nada. Lo que sí echo de menos es una legislación que facilite condiciones favorables para hacer negocio, un programa de exenciones fiscales, o que me permitieran contratar a gente. Si, además de esto, las instituciones públicas quieren abrir muchos museos, qe lo hagan. Pero el sostenimiento de la producción cultural en Málaga va a seguir dependiendo de que haya facilidades de este tipo.

-Enrique García: Lo de las exenciones fiscales es un asunto peliagudo, especialmente en lo que se refiere al cine. Hay producciones que se podrían rodar en España pero que se las llevan a Bulgaria, como el caso de El Capitán Alatriste, por la tributación que hay que soportar aquí. Es más barato recrear Madrid en Bulgaria. Así que imaginad lo que significa rodar en Málaga. Yo rodé aquí 321 días en Michigan con un equipo técnico y artístico malagueño, porque tenía clara esa opción desde el principio, por convicción personal; y Hacienda me lo agradeció con un 21% de IVA y una fiscalidad insostenible.

-Ángel Calvente: Nosotros dejamos de pedir subvenciones hace mucho tiempo, porque estábamos hartos. Lo que necesitamos es ayudas a la distribución. No puede ser que te plantes en un teatro y te paguen con un porcentaje de taquilla, y si hay suerte un fijo. Así no puedo pagar a mis trabajadores. Ni siquiera hipotecando mi casa, como he hecho más de una vez. ¿Qué fuerza tienes en tu ciudad, como creador, si tienes que vértelas con situaciones así, y tienes que estar siempre con el agua al cuello? Nosotros, ninguna. El público nos quiere, eso sí. Pero más allá de eso, nada.

-Anita Rowe: Nosotros siempre hecho más carrera en Madrid que aquí, y tenemos claro que tiene que ser así. Nos encanta Málaga, nos gusta vivir aquí. Pero en Madrid nos prestan más atención. Y eso no siempre se lleva bien.

-MH: Precisamente, ¿les parece posible que en los próximos diez años la industria cultural haya crecido lo suficiente en Málaga como para que no haya que buscar oportunidades en otras plazas?

-Enrique García: No parece sencillo, pero es una verdadera pena que haya que plantearse irse a Madrid por una cuestión económica cuando aquí en Málaga lo tenemos todo. Tenemos talento, tenemos técnicos, tenemos galerías de arte, teatros, salas de concierto, y tenemos el público. Si traen tantos museos es porque contarán con que haya gente para ir a verlos.

-Alfredo Viñas: Sí, pero el índice de visitas locales al Museo Picasso está al 7%. El éxito de los proyectos nuevos relativos a los museos está orientado al turismo cultural, o al turismo a secas.

-Carlos Pranger: El Pompidou de París es un verdadero centro cultural abierto donde se puede hacer todo a todas horas, no sólo ver exposiciones. No conozco a fondo el proyecto malagueño, pero prácticamente sólo se ha hablado de obras de arte. Tengo la impresión de que la sede del Cubo va a ser otra cosa, bastante más limitada.

-Ángel Calvente: Yo fui al Pompidou de París cuando tenía 17 años, en un Simca-1000, con dos francesas que vivían en Málaga. Y el Pompidou me pareció una maravilla. Pero el Pompidou del Cubo no me lo creo, la verdad.

-Alfredo Viñas: Lo malo del Pompidou y estos nuevos museos es que son franquicias, y ya traen de fuera tanto sus programas de actividades como su personal. El Museo de Arte de San Petersburgo trae hasta sus propios transportistas y sus responsables de embalaje. A la hora de traer estos museos aquí, no se ha tenido en cuenta la red cultural y profesional que ya existe en Málaga. No se ha contado con ella, no se han previsto sus posibilidades. Hasta los catálogos vienen de fuera. El resultado de todo esto es que la ciudad va a vivir de espaldas a estos museos y no se va a generar riqueza, cuando podría ser de otra forma. Es como Bienvenido Mr. Marshall, estamos esperando que venga algo grande que no sabemos muy bien lo que es y lo más probable es que pase de largo y ni siquiera nos enteremos.

-Enrique García: Eso mismo sucede en el cine. Los rodajes que vienen a hacerse aquí desde Madrid traen equipos cerrados. Como mucho, van a contratar a un figurante para que le dé un empujón a Mario Casas. Pero luego, si te esfuerzas por contratar desde Málaga a gente de Málaga, parece que eso es lo de menos. No sabemos promocionar eso, no hemos conseguido que la gente reconozca el valor de la red cultural malagueña. Por eso es importante activarla. Cuando viene un rodaje de fuera, se pregona lo mucho que se va a promocionar la imagen de Málaga. Pero no hay que promocionar sólo la imagen, también a quienes trabajan aquí. Y en una película trabajan carpinteros, electricistas, maquilladores, escritores... de todo. ¿Cuántos alumnos han pasado por las distintas promociones de Comunicación Audiovisual en Málaga? Muchos podrían haber hecho aquí sus películas y haber generado riqueza. Pero la mayoría hace dos cortos y luego se cansa.

-Anita Rowe: También vivimos en una ciudad a la que al público le cuesta muchísimo pagar 5 euros, por ejemplo, para ver un concierto. Mucha gente se resiste a ir a una sala sólo porque no es gratis. Hay que desarrollar todavía una cultura en este sentido, convencer al público de que el músico que está en un escenario merece cobrar por su trabajo.

-MH: De cualquier forma, ¿qué medidas de las que se han tomado en los últimos años merecen ser reivindicadas y recuperadas para garantizar un crecimiento cultural en los próximos diez años? ¿Será mejor empezar de cero?

-Alfredo Viñas: Lo que hace falta aquí es un proyecto de ciudad. Hace falta preguntarse qué ciudad queremos, a dónde queremos ir. Tenemos un pie puesto en la tradición y el costumbrismo y otro en la modernidad y los aspectos creativos, y así no avanzamos. Debe haber una definición. Y hace falta que, de una vez, se considere a la cultura un sector estratégico. Pero no la cultura importada de fuera, sino la que Málaga genera. Hay que convencerse de que las empresas culturales malagueñas podrían competir a nivel nacional, sin ningún problema, si tuvieran condiciones favorables; y que, por tanto, pueden ser las mejores embajadoras de la ciudad. Las administraciones gastan mucho dinero en cultura, cada una por su lado, pero lo que consiguen a menudo es hacernos una competencia desleal a quienes nos dedicamos a la cultura.

-Enrique García: Al final, lo que el público distingue es si un trabajo está bien hecho o no. O al menos debería ser así. Deberíamos contar con que, si hacemos bien nuestro trabajo, va a haber un público que lo va a respaldar.

-Alfredo Viñas: Sí, pero ese público es minoritario. Somos un granito de arena en una ciudad que nos engulle en dos minutos con un tambor y una corneta. No pintamos absolutamente nada al lado de ciertas tradiciones que tienen un apoyo institucional excesivo. Pero todo esto sucede, insisto, porque no hay un proyecto de ciudad sobre la mesa.

-Ángel Calvente: Es que habría que empezar por recuperar algunas cosas que se perdieron sin más. El recinto Eduardo Ocón tenía antes mucha actividad por las noches, de cine, de teatro, de música. Y ahora, ahí está, lo reformaron y poco a poco se está cayendo a trozos. Pusieron esos cristales horribles, y ahora sirve para que puedan dormir ahí personas sin techo. Lo del Teatro Romano es también una vergüenza, con todo lo que hemos visto ahí y que ahora no se pueda ni pisar. Antes había circuitos de teatro y música en la provincia y dejaron de contratar a gente. A lo mejor no hace falta traer tantos equipamientos nuevos desde la administración, sino potenciar y adecentar los que ya tenemos.

-Anita Rowe: Y cuando alguien intenta abrir algo por su cuenta, a menudo sólo se ponen trabas, con licencias y requisitos muy difíciles de asumir. Lo hemos visto en esta ciudad, muchos han querido abrir salas para conciertos y han terminado desistiendo. Si no hay salas, y si encima las pocas salas que hay sólo tienen dificultades y obstáculos, es muy difícil hacerse con un público que pueda conocerte y seguirte.

-Alfredo Viñas: La sociedad civil, la económica y financiera, es en parte culpable de todo esto. En el siglo XIX la burguesía industrial propició que Málaga tuviera un par de teatros y una escuela de pintura interesante. Pero ahora, en comparación, hemos retrocedido. Los poderes fácticos, que todos sabemos cuáles son, permanecen ajenos por completo al patrocinio, a la música, al coleccionismo. Aquí se ha invertido para vestir las imágenes de la Semana Santa, y cada año sigue siendo noticia que tal trono presenta tal novedad. Si compran arte, las grandes fortunas que hay aquí se decantan, como mucho, por pinturas del siglo XIX. Ni siquiera han llegado a Picasso. Y eso explica muchas cosas.

-Enrique García: Pero la Semana Santa reporta muchos beneficios a través del turismo. Es como lo de los museos. Y, además, la imagen del malagueño piadoso, puesto de rodillas delante de una Virgen, le gusta a mucha gente.

-Alfredo Viñas: Sí, pero insisto, resulta difícil creer que Málaga quiera avanzar hacia una cierta contemporaneidad con tanto esfuerzo y tanta inversión puesta en la tradición. Hay que definir qué ciudad queremos. Es muy complicado vaticinar lo que va a suceder con Málaga en los próximos diez años porque no hay una idea clara, un modelo adoptado para este plazo.

-Ángel Calvente: También sucede que en Málaga la cultura sólo interesa si hay famoseo de por medio. Parece que sólo hacen cosas los que dan el pelotazo.

-Enrique García: Un ejemplo de eso mismo es Dani Rovira. Ahora todo el mundo está encantado con él, todos le admiran, todos quieren ir a verle. Pero, cuando iba con sus monólogos a las teterías y hacía sus funciones solidarias en el Alameda, a la mayoría de la gente le daba igual quién fuera Dani Rovira. Pero resulta que hoy es el mismo que era entonces, sigue siendo el mismo artista, aunque haya tenido más éxito. Y no todos vamos a tener la misma suerte de llegar a donde él ha llegado. El problema es que aquí sólo se reconoce el pelotazo, el boom. No hay una atención de la gente al trabajo diario de los creadores de la ciudad. Mi película ganó algunos premios en el Festival de Málaga, pero eso pasó y ya está. Nadie ha venido a preguntarme cuál va a ser mi próxima película. Nadie se ha interesado, nadie sabe lo que hago. Y yo hago mis películas dirigidas a un público, a la gente. Pero los únicos que me preguntaron por el estreno fueron algunos bares, que se me ofrecían para acoger la fiesta de después.

-Ángel Calvente: En parte, eso que cuentas se debe a que a los malagueños les resulta difícil saber qué se hace en el Festival de Cine. Parece que se hace de espaldas a la gente, nos enteramos de lo que pasa ahí lo mismo que si se celebrara en Hollywood. De todas formas, insisto en que si no te haces famoso la gente en Málaga presta poca atención a tu trabajo. El Espejo Negro ha ganado dos Premios Max, y ahí están, cogiendo polvo. ¿Quién valora eso en Málaga? Nadie. Es verdad que nos sentimos muy queridos por nuestro público, pero no percibimos que Málaga haya querido compartir con nosotros estos reconocimientos. Eso sí, al final los premios tienen la importancia que tienen. El mejor premio posible es el trabajo, sin duda. Pero a mí me ha llamado gente de fuera de Málaga; de Málaga, nadie.

-Enrique García: Cuando estrenamos 321 días en Michigan no faltaron quienes venían a preguntarnos por Antonio Banderas. Que si habíamos hablado con él, que si había visto la película, que si le habíamos pedido que colaborara en el proyecto. Todo se reducía a eso. Parecía que sin Banderas no se podía hacer una película en Málaga. Pero yo no acudí a Banderas, a quien admiro mucho, y que es un tipo magnífico, porque él ya tendrá bastante lío con lo suyo y porque, al final, lo único que responde por ti es tu trabajo. El espejo que representa Banderas para quienes hacemos cine en Málaga es complejo, de todas formas, porque su caso es extremadamente singular.

-MH: Después de todo lo que venimos hablando, ¿qué soluciones consideran que habría que adoptar necesariamente en los próximos diez años para paliar estas deficiencias?

-Enrique García: Lo que necesitamos es implicación y promoción, porque damos trabajo a un sector cultural que es rentable y que es reclamado cada vez más desde fuera de Málaga. No sería difícil ni caro traducir todo eso en riqueza para la ciudad y para toda la provincia. Pero si los esfuerzos desde la administración se van a dedicar únicamente a traer franquicias de grandes museos, además por un tiempo limitado, no habrá nada que hacer.

-Alfredo Viñas: Estamos en una economía de mercado, de libre competencia. Y esto es un estímulo para las industrias culturales. Pero, insisto, necesitamos una legislación que facilite el día a día en la gestión de las empresas, que estimule el coleccionismo y que rebaje las cargas fiscales que soportamos, que no se corresponden con lo que debería ser un sector estratégico. Si esto se diera, sí podríamos aspirar a hacer de Málaga una ciudad verdaderamente culta. Los museos son bienvenidos, pero hay que atender a los creadores y a las empresas.

-Ángel Calvente: Es necesaria una vertebración, que se recuperen los circuitos, que los políticos nos conozcan, que sepan quiénes somos. Por lo menos, los que llevan la cartera de cultura. No puede ser que vayas al Ayuntamiento y te presentes al concejal o a un ténico y te digan que no saben quién eres, porque la persona que te está atendiendo es arquitecto y no le interesa el teatro. Los artistas que trabajan en Málaga han hecho ya su apuesta por Málaga, ahora les corresponde a ellos estar a la altura.

-Carlos Pranger: Igual que han descubierto que el centro de Málaga es un activo económico, también deberían incluir a la cultura dentro de esta misma estrategia. La cultura reviste muchas posibilidades de marketing para las ciudades. Y una ciudad que tenga en su epicentro un movimiento cultural fuerte ve mejorada su imagen. Pero para ello falta una mayor atención de la ciudad, no sólo de los políticos, sino de la gente de a pie.

-Anita Rowe: En Inglaterra, cualquier sala con el aforo suficiente puede acoger conciertos. No hacen falta más trámites, no hay que hacer una reconversión. Pero aquí es todo demasiado rígido, no hay flexibilidad, todo está estancado, llevar una actividad cultural a cualquier sitio cuesta la misma vida, y creo que una mayor versatilidad de los espacios urbanos en este sentido podría estimular la creación y lograr que viniese más público de aquí a conocernos. Por un lado, los artistas lo tendrían más fácil para mostrar sus trabajos y así podríamos ganar esa atención y esa consideración de sector estratégico por parte de la ciudad.

-MH: ¿Y para ganar al público malagueño, del que hemos hablado también en este debate?

-Ángel Calvente: A lo mejor sería interesante enseñar a la gente lo que hacemos. Pienso que la gente, el público que es destinatario de nuestras obras, no se interesa por nosotros porque no sabe lo que hacemos. Estaría bien desnudarse un poco, compartir con los ciudadanos cómo se crea una obra, cómo se monta una obra de teatro, cómo se van superando las adversidades, cómo se desarrolla el proceso desde la primera idea hasta el estreno. Hay quien piensa que vamos todo el día de fiesta en fiesta, y no es así.

-Anita Rowe: Al contrario, cada vez el trabajo que se requiere es mayor, en parte por la exigencia. Pero sí, quizá estaría bien que algunos comprendieran que esto no es un trabajo de oficina, que hay que echar muchas horas y sacrificar muchas cosas.

-Ángel Calvente: Yo siempre digo a mis actores que el secreto de esto es el trabajo. Y cuando me preguntan por la creatividad, respondo que sólo puede venir por el trabajo. Respecto a lo que hablábamos antes, creo que, dado que trabajamos para el público, si diéramos a la gente la oportunidad de conocer cómo es el día a día en nuestro oficio, después valorarían de otro modo lo que ven en un escenario, o en un cine, o la edición de un libro, o una obra de arte. A lo mejor se lo pensarían antes de decir que no vale nada.

-Enrique García: Yo creo que la mejor manera de ganarse al público malagueño, como a cualquier otro, es haciendo un buen trabajo. Si la gente va a ver algo que has hecho y le gusta, cuando presentes otra cosa volverá casi seguro, aunque no te conozca. Así funciona esto.

-MH: ¿Y la Universidad?

-Alfredo Viñas: La Universidad mantiene una posición endogámica. No se interesa por nada de lo que suceda fuera de sus aulas.

-Ángel Calvente: Yo me ofrecí a la Escuela de Arte Dramático para impartir clases de manipulación de títeres. Me regalé. Hablé con ellos, y desde entonces no he vuelto a tener noticias.

-Alfredo Viñas: Es una pena, porque la UMA implica un público potencial enorme. Habría que cambiar esta situación, generar confluencias. Ganaríamos todos.

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