'Remake' innecesario con brillibrilli de estrellas

Vidas perfectas | Crítica de cine

Anne Hathaway y Jessica Chastain, en 'Vidas perfectas'.
Anne Hathaway y Jessica Chastain, en 'Vidas perfectas'.

La ficha

** 'Vidas perfectas'. Dirección y fotografía: Benoît Delhomme. Guion: Sarah Conradt-Kroehler. Música: Anne Nikitin. Intérpretes: Jessica Chastain, Anne Hathaway, Josh Charles, Lauren Yaffe, Steve Routman.

Es llamativa la obsesión americana con mucho de elitismo urbanita por cargar, no solo contra la llamada América profunda, también contra las acomodadas clases medias urbanas. Y de hacerlo retrotrayéndose a la que según las estadísticas y los análisis sociológicos fue la década en la que un mayor número de estadounidenses se sintieron más felices: los años 50, hasta que entre 1963 y 1968 los traumas sucesivos de los asesinatos de JFK, Luther King y Bob Kennedy, y la guerra de Vietnam, acabaron con esa década de prosperidad económica y aumento espectacular de un bienestar que, por supuesto, no alcanzó a todos, pero sí al mayor número de ciudadanos que en ningún momento anterior se había conocido. Lo singular de esta corriente es que no se centra en los desfavorecidos que vivían en los márgenes del american way of life, sino en quienes disfrutaban de él. Todo era falso bajo esa apariencia de bienestar y felicidad burguesa que simbolizaron las películas de Doris Day y Rock Hudson o los dibujitos coetáneos de Los Picapiedra: la aspiración a un modo de vida que Norman Rockwell inmortalizó y si se quiere idealizó. El éxito de la novela Peyton Place de Grace Metalious en 1955, con sus 32 millones de ejemplares vendidos, llevada al cine en 1957 con tal éxito que originó una secuela en 1961 y dos series de televisión, popularizó este gusto. Conste que no me refiero a los extraordinarios y desgarradores cuentos de John Cheever, ese extraordinario “Chéjov de los suburbios”, sino a algo mucho más superficial y tópico que ha pervivido tendiendo siempre a situar la acción en los años 50 o los primeros 60.

Es el caso de esta película. Es significativo, demostrando hasta qué punto está arraigado este tópico que, siendo su título original Mother’s Instict, en España se haya preferido titularla Vidas perfectas. ¿Lo captan? Porque de lo que se trata es de demostrar que todas las que así parecen ocultan mentiras y miserias que afloran cuando son puestas a prueba. El guión se basa en la primera novela de la prolífica escritora belga Barbara Abel -15 novelas entre 2002 y 2024-, especialista en la ruptura de espejismos de felicidad en clave a veces de novela policíaca. Fue llevada al cine en 2018 en una producción franco-belga dirigida por Olivier Masset-Depasse e interpretada por Veeerle Baetens y Anne Coesens. Ahora el director de fotografía francés Benoit Delhomme -colaborador de Mike Figgis, David Mamet o Michael Winterbotton, con éxitos populares como El niño del pijama a rayas o La teoría del todo- debuta como director trasladando la acción de un barrio residencial de Bruselas a otro de los Estados Unidos de… ¿Lo adivinan?... ¡Los primeros años 60! Y confía los dos papeles protagonistas a Jessica Chastain y Anne Hathaway, porque todo remake americano que se precie debe poner brillibrilli de estrellas a la nueva versión. O más bien son Chastain y Hathaway quienes han confiado en Delhomme, porque ellas son las productoras.

Las vidas perfectas de ambas, una especie de felices y más que acomodadas Vilma Picapiedra y Betty Mármol casadas con prósperos y atentos maridos, saltan por los aires cuando la muerte del hijo de una de ellas convierte la mujer perfecta en un monstruo. ¿Tiene sentido hacer un remake de una película tan reciente? Solo a condición de que se trate de una relectura creativa y personal. ¿Lo es esta película? No. Luego el remake no tiene sentido más allá del lucimiento de Chastain y Hathaway en una superficial producción de odio y lujo que es algo así como Las diabólicas reventando los universos de No me mandes flores o No os comáis las margaritas. Y desperdiciando el talento de dos excelentes actrices. Aunque las culpables, como productoras, sean ellas.

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