"No creo que sea una artista valiente, es que para mí no hay otra opción"

Rocío Márquez | Cantaora

La onubense presenta este sábado en el Teatro del Soho 'Tercer cielo', su último trabajo, firmado mano a mano con el productor de música electrónica Bronquio y cuyo impacto ha sido revolucionario

La cantaora Rocío Márquez (Huelva, 1985).
La cantaora Rocío Márquez (Huelva, 1985). / Lolo Vasco

Málaga/Tras consolidar su trayectoria entre la tradición y la vanguardia, a través de discos ampliamente celebrados como Firmamento y Visto en el Jueves, la cantaora Rocío Márquez (Huelva, 1985) ha apretado el botón de su particular terremoto con Tercer cielo, un álbum creado junto al productor de música electrónico Santiago Gonzalo Bronquio y recibido como el órdago más audaz y revolucionario del flamenco desde el Omega de Enrique Morente. Voz y máquina se alían en una celebración del cuerpo y de la fiesta, entre el garrotín, la rumba, la rave y los verdiales de Málaga, para un objeto sonoro de expansión tremenda que rinde, sin embargo, un emocionante tributo a las raíces de la artista. Este sábado a las 20:00, Rocío Márquez y Bronquio presentarán su Tercer cielo en el Ciclo de Flamenco Teatro del Soho Caixabank, dentro de una gira que los llevará después al Grec de Barcelona y a otras muchas plazas.

-Para empezar por el principio, ¿cómo fue el encuentro con Bronquio y qué pasos dieron desde entonces hasta el Tercer cielo?

-Universal me sugirió la posibilidad de hacer algunos remixes de los temas de Visto en el Jueves y me pareció una idea estupenda. Contactamos con varios artistas y propusimos a Bronquio la nueva mezcla de Empezaron los cuarenta. Yo conocía su trabajo como productor, pero lo que hizo con el tema superó todas mis expectativas. Así que hablamos de ampliar aquella colaboración a algo más grande cuando se dieran las circunstancias favorables. Las circunstancias no tardaron en llegar: aunque la pandemia empezaba a remitir, nos encontrábamos aún con un largo periodo sin actuaciones por delante, así que le pedí a Bronquio que viniera a mi casa, en el campo, donde podríamos trabajar con libertad y sin presiones, como en una residencia artística. Él llegó con su equipo metido en una maleta y con muchas ganas de hacer música, así que nos pusimos a ello. Y la experiencia se convirtió de inmediato en algo muy divertido. Trabajábamos sin metodología, dándole a cada tema su tiempo y su espacio, desde la inspiración inicial hasta que lo considerábamos acabado. Así empezó todo.

-Es fácil adivinar que este procedimiento entrañó un aprendizaje notorio para usted.

-Desde luego. Aunque el aprendizaje fue muy importante para los dos. Bronquio me ponía a Esplendor Geométrico, a los que yo no había escuchado en mi vida, y yo le ponía a Pastora. Así funcionábamos, haciendo descubrir cosas al otro. Partíamos de una intuición común relacionada con la fiesta, el baile y el cuerpo. A partir de ahí, cada uno aportaba lo suyo. A Bronquio la fiesta le llevaba a una rave y a mí me llevaba a los verdiales de los Montes de Málaga. Incluso él, que es de Jerez, metió el ruido de las motos, ¡y funcionaba! En cuanto a mi aprendizaje particular, saber todas las posibilidades que te ofrece la electrónica ha sido una verdadera revelación. Puedes dar rienda suelta a tu fantasía y probar todo lo que se te ocurra sin problemas de presupuesto. Si algo no te gusta, lo descartas y ya está. Ha sido un placer crear sin hacer gasto a nadie: tirábamos millas con las tortillas de Mercadona sin ponernos límites a la hora de crear.

-¿Y qué se le pasó por la cabeza cuando escuchó el resultado final?

-Ahí sí te digo que me entró algo de vértigo. Eso sí, tenía mucha seguridad gracias a nuestro equipo. Contábamos con compañeros que nos ayudaron a seleccionar todo lo que hacíamos conforme se lo íbamos enviando, hasta el punto de que se quedaron más temas fuera que dentro del disco, y eso me aportó mucha tranquilidad. Desde entonces, el convencimiento que tengo respecto a este disco es absoluto. Cada día estoy más contenta de haberlo hecho.

-¿La valentía es entonces más fácil con los aliados idóneos?

-Por supuesto. Pero yo no creo que sea una artista valiente, es que para mí no hay otra opción. Sólo puedo hacer lo que hago. No llego a hacer esto o aquello porque tenga posibilidad de hacerlo; es que, si no lo hago, me quedo muerta. Llegado cierto punto es bonito saber cómo funcionas, ser consciente de esto y tener claro el pozo en que terminaría metida si no me diera esta libertad. Para mí, esto es mucho más importante que lo que yo hago le parezca correcto a la gente, o a cierta gente. Cuando veo claro lo que quiero hacer, lo hago porque tengo que hacerlo. Soy una persona de crisis, si no entro ahí de lleno me hundo.

Rocío Márquez y Bronquio, en una imagen promocional.
Rocío Márquez y Bronquio, en una imagen promocional. / Teatro del Soho

-En Tercer cielo ha llevado su voz a nuevos límites, de manera más sintética u orgánica. ¿Diría que ha cambiado su forma de cantar, o al menos su disciplina como cantaora?

-Bronquio y yo hemos seguido con la voz el mismo proceso de decisiones compartidas. Igual que yo, sin venir de ese mundo, he aportado cosas a la electrónica, Santi ha aportado mucho a la voz, añadiendo filtros y todo lo que se le iba ocurriendo para añadirle otros colores. La experiencia ha sido en este caso muy rica: él trabajaba con mi voz conforme yo iba cantando y, al mismo tiempo, yo escuchaba todos esos cambios en directo, de manera que he aprendido que con la electrónica puedo llevar mi voz a lugares con los que ni siquiera soñaba. Lo mejor es que luego puedes hacer por tu cuenta algunos de esos hallazgos que te revela la electrónica, ya de manera natural, sin efectos, y esto se percibe especialmente en el directo: muchas de las cosas que hago al cante en nuestros conciertos las incorporé tras escuchar lo que Bronquio añadía a mi voz. Tampoco hay límites en ese diálogo.

-¿Incorporar ese aprendizaje que hace posible la electrónica requiere la superación de algunos escrúpulos de índole, digamos, cultural?

-Es que para mí el debate no es electrónica sí o electrónica no. No hay que poner el foco en qué tipo de elementos incluimos, sino con qué actitud vamos a ese encuentro. Si no hubiéramos concebido desde el principio Tercer cielo como un diálogo siempre abierto, para eso habría vuelto a hacer un disco con un guitarrista, y ya está. Pero aquí se trataba de otra cosa.

-Las letras del disco incorporan fuentes muy distintas, de Lorca a García Montero o Macky Chuca, bajo la supervisión de la poeta Carmen Camacho. ¿Cómo fue el trabajo con ella?

-Desde el principio fue todo muy variado. Cuando leo subrayo los libros, los marco, a veces incluso dibujo en ellos. Dejo constancia de todo lo que me llama la atención. Luego, cuando estoy trabajando en algún tema y tengo la música pero no la letra, tiro de esas referencias que tengo marcadas para ir dándole forma. Para Tercer cielo hemos repetido el proceso, aunque también ha habido algunas letras por encargo. Pero, por ejemplo, desde hace muchos años quería darle forma musical al discurso de Lorca en el Concurso de Cante Jondo de 1922, y así nació la bulería Exprimelimones. Tenía otras muchas referencias: Luis García Montero, Miguel de Unamuno, Antonio Manuel, Santa Teresa de Jesús... así que le pedí a Carmen Camacho, a quien había encargado parte de las letras, que me ayudara a introducir esos apuntes en los distintos temas. A veces, estos autores están presentes con un solo verso, a modo de guiño. Y eso nos ha permitido jugar con resultados muy estimulantes. Por ejemplo, en el aguilando, que me hacía mucha ilusión hacer, el estribillo que cantan las voces masculinas es una letra tradicional, pero el resto del tema no lo es.

-¿Resultó muy complicada la traducción de Tercer cielo al directo?

-Esa ha sido otra película. Cuando terminamos el disco nos veíamos de nuevo en el punto de partida para plantear cómo trasladar todo lo que habíamos creado al escenario. Me preocupaba que pudiéramos terminar haciendo un karaoke chungo. De manera que hicimos otra residencia artística, esta vez en Torrox, donde incluso pusieron a nuestra disposición el teatro municipal, que es estupendo; y allí pudimos desarrollar la idea con otros compañeros como el bailarín Antonio Ruz, con quien ya trabajamos en Gugurumbé junto a Accademia del Piacere, y el diseñador de vestuario y escenógrafo Roberto Martínez. Le dimos a todo una vuelta importante, incluyendo matices distintos, pensando en posibilidades diferentes para los teatros y los festivales, donde inevitablemente la puesta en escena se va a ver de manera diferente. Esto también ha sido para mí un aprendizaje: en cuanto empezamos a ensayar comprendí que, con Bronquio en el apartado electrónico, yo no podía quedarme sentada, como he cantado siempre, ya que de esta manera se crearía en el escenario un vacío enorme. Así que desarrollamos varios movimientos, casi como una coreografía, con lo que he tenido que aprender a controlar la respiración como nunca lo había hecho hasta ahora. Tenemos de nuevo a un gran equipo detrás en las cuestiones técnicas de luz y sonido, así que garantizamos toda la emoción. Los primeros conciertos han sido fantásticos, el público ha salido encantado. Y yo también.

"Yo no quiero morirme en un escenario. No aspiro a eso. El día en que esto se agote, me iré a mi casa y me dedicaré a otra cosa"

-En cualquier trayectoria artística lo inesperado tiene un papel fundamental, pero ¿está usted hoy donde había querido estar alguna vez? ¿Ha cerrado algún círculo?

-Pasan un poco las dos cosas. Se dan hallazgos con los que no cuentas, la historia va tomando su curso. Pero, al mismo tiempo, así es, ahora estoy donde quería estar. Si hace quince años alguien me hubiera dicho que iba a hacer todo lo que he hecho en este tiempo, me habría llevado las manos a la cabeza. El punto que yo necesito está a medio camino entre la ilusión por crear y el máximo respeto al arte. Pero te diré una cosa: yo no quiero morirme en un escenario, ni nada de eso. No tengo ese tipo de sueños de acabar entregada a esto por completo que otros artistas profesan. El día en que esto se agote, cuando ya entienda que no doy más, perfecto, me iré a mi casa y me dedicaré a otra cosa. Y no habrá pasado nada. Sí que he cerrado círculos, pero los he cerrado cuando me he dado permiso para hacer o no hacer lo que yo quiera.

-¿Grabará su próximo disco sólo con voz y guitarra?

-No. Creo que no.

-Ya no hay vuelta atrás, entonces.

-Yo no lo vería en esos términos. A día de hoy, en lo que se refiere a mi trayectoria profesional, estoy atravesando un momento muy especial que tiene que descubrir con cosas que no sabía. Trabajar junto a Bronquio en un proyecto con música electrónica me ha permitido aprender muchísimo y quiero seguir experimentando. Siento que puedo probar a hacer cualquier cosa con mi voz, y sí, desde la voz del flamenco, por qué no. Si me sale al paso una puerta que me resulte atractiva, la abriré, sin duda. A lo mejor esa exploración me lleva a un formato de voz y guitarra, no lo sé. Pero ese formato ya lo he probado y quiero probar cosas nuevas.

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