Él sabe cómo ganar un dólar
'Warhol. El arte mecánico' indaga en los muchos vínculos que el de Pittsburgh mantuvo con el rock, el cine, las revistas y otros medios de producción creativa
Málaga/Al entrar en la recreación que incluye la exposición Warhol. El arte mecánico de Exploding Plastic Inevitable, la sala-espectáculo que Andy Warhol creó para The Velvet Underground en The Factory, suena Sister Ray. La voz de Lou Reed canta con la deriva de 1967, el año de White Light / White Heat: "Él sabe cómo ganar un dolar / pero yo sigo buscándome la vena / no podía pincharme de lado", mientras Maureen Tucker aporrea su bombo como si le fuera la vida en ello. En las paredes se proyectan imágenes de vídeo de los conciertos de la banda en aquellos tiempos, en las que se puede ver a la chanteuse Nico improvisando su tímido número de sadomasoquismo con un látigo sobre el resto de los miembros del grupo y el propio Andy Warhol. Y lo cierto es que a estas alturas tal ambiente despierta un sentimiento reverencial, como si se accediera a un templo: la influencia que aquellos aquelarres cosecharon en la cultura contemporánea es imposible de calibrar hoy día. Ya en 1965, el cuarteto formado por Lou Reed, John Cale, Sterling Morrison y Maureen Tucker asumió la responsabilidad de llevar el rock a su madurez, y para eso había que llenarlo de drogas, marginalidad, masoquismo (la canción Venus in furs era un tributo directo a Sacher-Masoch, autor de la novela del mismo título y considerado padre del invento), navajazos, camellos y demás fauna que contribuyó a acuñar el imaginario underground. Warhol los descubrió y decidió apadrinarlos: incorporó a la formación a la cantante, actriz y modelo alemana Nico y produjo el primer disco del grupo, The Velvet Underground & Nico, en 1966, con la emblemática portada del plátano diseñada por el mismo Warhol. Evidentemente, aquellas canciones (conjugadas con otras de inusitada hermosura, como I'll be your mirror y Sunday morning) constituían un plato difícil de digerir para el gran público y la Velvet se movió durante toda su existencia en la más estricta orilla underground; fue la reivindicación posterior de muchos músicos de gran éxito, incluido Lou Reed en su carrera en solitario (su himno Walk on the wald side es una crónica cantada de un día cualquiera en The Factory), la que situó a The Velvet Underground en la cima de las bandas más imitadas, donde continúa su reinado.
La exposición del Museo Picasso Málaga no sólo incluye este episodio relacionado con Andy Warhol sino que le confiere rango protagonista. Además de la recreación de la EPI, la Velvet está presente a través de portadas de discos, singles y fotografías, entre ellas una con las firmas de sus cuatro miembros originales. Semejante festín revive la escuela que supuso The Factory, el estudio que Warhol mantuvo activo entre 1963 y 1968 en el Midtown de Manhattan, hasta que la feminista radical Valerie Solanas intentó asesinar al artista en 1968 y éste decidió trasladar los bártulos a Union Square. Aquella primera sede, más conocida como The Silver Factory (Warhol lo adornaba absolutamente todo con globos y otros motivos de color plateado, tal y como evoca la instalación de las Silver Clouds en la misma muestra del Museo Picasso), era mucho más que el estudio de un artista. Tal y como explicó en 2002 John Cale, "Warhol lo llamó La Fábrica porque mientras alguien trabajaba haciendo sus serigrafías otros rodaban una película, editaban una revista o preparaban un concierto. Había un ritmo de producción constante". The Factory no tardó en convertirse en un lugar de moda en Nueva York, un local frecuentado lo mismo por Bob Dylan que por Susan Sontag, Salvador Dalí, Allen Ginsberg, Marcel Duchamp (como demuestran los Screen Tests recogidos en la exposición), Truman Capote, Mick Jagger, Fernando Arrabal o John Giono; pero también por camellos, estrellas del porno, drag-queens y cineastas como Gerard Malanga y Paul Morrissey, quien rodó en The Factory sus películas Trash, Heat y Flesh con la actriz transexual Candy Darling (a quien The Velvet Underground dedicó su canción Candy says) como protagonista. Fueron muchos, más propios o más extraños, quienes acudieron a The Factory en busca de alicientes prohibidos, pero, como explica el director del Museo Picasso, José Lebrero, Warhol promovió a través del enclave un cambio de referentes en la cultura popular de EEUU: "En The Factory podías encontrarte a Tennessee Williams y a Liza Minelli, pero los fotógrafos de prensa acudían en busca de jóvenes mucho menos conocidos, como Lou Reed, Susan Sontag o Bob Dylan. Ellos tomaron el relevo de la popularidad en los 70, aunque entonces tuvieron que hacer frente a los estragos de las drogas y no todos salieron bien parados precisamente".
Otros elementos que revisan la relación de Andy Warhol con el rock son las piezas sobre The Rolling Stones (incluidas la sesión fotográfica completa para la portada de Love you live y la serie de litografías de Mick Jagger realizada en 1975) y la portada de la revista Time con una imagen de Michael Jackson publicada en 1984. Especial atención merecen los números de la revista Interview, que fundó el propio Warhol. Apuntaba Patrick Moore, director del Andy Warhol Museum de Pittsburgh: "No hay otro artista que haya mostrado tanta intención de abarcar absolutamente todos los medios". Sólo le faltó Internet. Por poco.
Una lista para llegar a Warhol por el oído
En su interés por llevar el museo más allá de los muros del Palacio de Buenavista, el Museo Picasso Málaga ha creado en su canal de Spotify una jugosa playlist que da buena cuenta de la huella que Andy Warhol dejó en el mundo del rock, ya fuese como productor, como diseñador de portadas de discos o como mera fuente de inspiración. La lista en cuestión incluye canciones como I'm waiting for the man, Femme fatale y I'll be your mirror de The Velvet Underground, Chelsea girls de Nico, A dream de Lou Reed y John Cale, Bitch de The Rolling Stones, Andy Warhol de David Bowie, Work de Thelonius Monk, The next time we're together de John Wallowitch, Legs Larry at Television Centre de John Cale y algunas otras con el fin de que Andy Warhol entre, también, por el oído. Y tal vez el artista lo habría preferido.
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