Un teatro sin bastidores

El poeta malagueño Cristian Alcaraz presenta 'Azotea de Mármoles', un programa de teatro alternativo en la terraza de su casa

Cristian Alcaraz en su 'Azotea de Mármoles', donde se empezará a celebrar representar varias funciones en otoño.
Valentín Ramos Málaga

05 de septiembre 2014 - 05:00

"Cuando el teatro es necesario, no hay nada más necesario". Son las confusas palabras del director teatral Peter Brook (igualmente fructífero con el séptimo arte) que comparte el malagueño Cristian Alcaraz en su nuevo proyecto. Este joven poeta de 24 años, cansado de una oferta teatral de la ciudad que no le representaba (valga la redundancia), decidió elevar el teatro, una de sus grandes aficiones, a la máxima potencia. Y para ello, qué mejor que subirlo a una azotea de la calle Mármoles, junto a su propia casa. "Quería independizarme y al mismo tiempo crear una sala teatral. Así que decidí juntar ambos elementos... y surgió Azotea de Mármoles", explica el propio Alcaraz, en pleno proceso de equipación y restauración del que a partir de otoño será escenario de no pocas dramaturgias.

Sin embargo, a menos que hayan decido reinventarse de alguna forma, no esperen coincidir con Shakespeare, Wilde, Lorca o De la Barca en esta pequeña azotea. Así lo explica el propio Alcaraz: "Nuestra idea es ofrecer un programa alternativo, que se aleje de todos los circuitos teatrales que a día de hoy hay en Málaga. Siendo ya un escenario alternativo, como es la azotea de un bloque de pisos, queríamos aunar en él otro tipo de dramaturgia", explica Alcaraz sobre el concepto de la Azotea de Mármoles. Detrás de la propuesta de Alcaraz, colaborarán algunos reincidentes del escenario cultural malagueño como Alberto Cortés (Villa Puchero Factory), Violeta Niebla y el colectivo Cienfuegos. Y es que Azotea de Mármoles no nace de la nada. "Es una posible prolongación del espíritu de Cienfuegos, sobre todo a la hora de promover la cultura joven y el arte emergente, pero en este caso, a nivel teatral.".

Todavía tienen que definir un programa concreto, pero, no obstante, en esta humilde morada teatral ya resuenan dramaturgos, compañías y obras. "Estamos abiertos a recibir dossiers de obras. Sin embargo, empezaremos a colaborar sobre todo con amigos que ya cuentan con trabajos que van en nuestra línea", adelanta el malagueño, que se aventura a dar varios nombres: "Seguramente contaremos con Villa Puchero Factory, que será una de las obras residentes de la azotea; también el espectáculo de danza de Ximena Carnevale, la escuela de Bellas Artes, El Quirófano, alguna que otra compañía de Madrid. Pero de momento no hay nada confirmado, esperamos plantear el programa durante el mes de septiembre". Estos directores y actores, además de escenificar su espectáculo, podrán hospedarse en la casa de Cristian (en la misma azotea). Observando estos primeros retazos de un programa aún sin confirmar, la pequeña azotea comienza a desarrollar una personalidad propia, probablemente alejada de los arquetipos teatrales de la ciudad.

Si bien el acceso a la terraza para visionar alguna de las funciones no tiene un precio base, el poeta confía en que el público pague en función de lo que allí se escenifique. "No tenemos un precio por entrada como tal, pero sí agradecemos que la gente colabore con la inversión que supone mantener un espacio como éste, y por otro lado, que valore a la propia compañía. Probablemente estimaremos un precio base, para que el público decida si contribuye en mayor o menor medida, en función de lo que vea. El 20% de lo recaudado será para la azotea y el resto será para la compañía", explica Cristian en relación a la financiación del proyecto. "No somos una asociación con animo de lucro pero sí creemos que la cultura tiene un precio", añade. Pese a que la propia distribución de la azotea no permite un aforo superior a 50 personas, la cuestión vecinal, en este caso, es la que más les preocupa. "Las funciones se harán en un horario considerable y haremos todo lo posible por no molestar al resto de propietarios, que por cierto, están invitados a sumarse a la iniciativa", apunta Alcaraz.

El propósito del malagueño es hacer de su atalaya un perfecto catalizador que genere una identidad propia. "Mi idea es que la gente salga cambiada de cada espectáculo. Que para bien o para mal, no les deje indiferente y le den varias vueltas a lo que aquí ha sucedido. Al menos, mientras bajan los cinco pisos de escaleras" bromea el promotor de la iniciativa.

Esta evasión de lo terrenal, que comenzará en otoño, perfectamente podría obedecer a aquello de Oscar Wilde: "La tierra es un teatro, pero tiene un reparto deplorable". Así pues, qué mejor que elevar a las alturas el noble arte.

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