Dos torres para una Babel

Con las colecciones del Centro Pompidou y el Museo de Arte Ruso ya en sus puestos, Málaga aguarda su inminente puesta de largo He aquí la vertiginosa historia de ambos proyectos

Pablo Bujalance Málaga

15 de marzo 2015 - 05:00

La semana que ahora termina es de ésas que quedarán reseñadas en los futuros calendarios y efemérides locales. Con la excepción de contados referentes como la llegada de la colección del Museo Picasso, nunca Málaga había sido objeto de un desembarco semejante de obras de arte, y menos aún de obras como las que aquí acontecen. El lunes por la noche llegaron al Cubo del Puerto las más de ochenta obras de la colección del Centro Pompidou Málaga, un legado que incluye piezas de Picasso, Francis Bacon, Giacometti, Matisse, Frida Kahlo, Tàpies, Mendieta, Léger, Calder y Schnabel, entre otros. Y el miércoles lo hicieron las 168 obras que componen tanto la colección permanente (Arte ruso. Siglos XV-XX) como la primera exposición temporal (Arte ruso en la época de Diaghilev) de la sede malagueña del Museo Estatal de Arte Ruso de San Petersburgo, con piezas de maestros como Chagall, Kandinsky, Malevich, Ivanov, Rodchenko, Brulov y Filonov, además de iconos tardomedievales de inspiración bizantina, en un verdadero festín de cinco siglos trasladado a lo largo de 4.500 kilómetros. El Centro Pompidou se inaugurará el sábado 28, y el Museo de Arte Ruso sólo tres días antes, el miércoles 25. Los técnicos trabajan a destajo en la instalación de las exposiciones (los retrasos en las diversas contrataciones y la apretura de los plazos electorales han obligado a hacer mucho en mucho menos tiempo del previsto), pero, aun a falta de ciertos detalles que podrían ser más visibles en el Museo Ruso, las fechas consignadas ya no tienen remisión. En virtud del modelo franquiciado, Málaga dispone ya de dos torres envidiables para alzarse como una Babel artística. Y merece la pena recordar cómo se ha desarrollado una aventura semejante, tan frenética como fundacional.

El 29 de noviembre de 2013, el futuro del Cubo del Puerto como equipamiento cultural era todavía una incógnita a la luz pública. La intención de Unicaja de hacerse con el enclave se había desinflado ya ante las dificultades para llegar a acuerdos, pero, para entonces, el alcalde, Francisco de la Torre, llevaba tiempo jugando a dos bandas con otros tantos posibles proyectos: por una parte, negociaba con la Fundación Escultor Berrocal la apertura en el inmueble, con una superficie de 6.300 metros cuadrados, de un museo con el legado del escultor Miguel Berrocal que actualmente conserva la misma fundación en Villanueva de Algaidas, el municipio natal del artista; por otro, De la Torre barajaba la posibilidad de dedicar el espacio a una exposición permanente de murales de Sol LeWitt, uno de los padres del arte conceptual del pasado siglo, para lo que contaba como aliado esencial con el actual presidente de la Fundación de Bellas Artes de San Telmo, José Manuel Cabra de Luna, primer impulsor del proyecto. Pero ninguna de las dos opciones alcanzaba la altura del efecto Guggenheim que el alcalde había deseado acuñar mediante su Museo de Museos. Finalmente, una conversación en cierto partido de fútbol con el embajador de Francia brindó a De la Torre la luz necesaria: el Centro Pompidou de París buscaba plazas para expandirse, con preferencia por el Mediterráneo, mediante la apertura de sedes temporales. Málaga se posicionó antes de que el árbitro pitara el fin del partido, y el gato finalmente cayó al agua: el 29 de noviembre de 2014, Francisco de la Torre anunció que el Cubo del Puerto acogería la primera sede del Centro Pompidou fuera de Francia (además de la parisina, la institución cuenta con otra sede estable en Metz desde 2010), con un compromiso de permanencia de cinco años prorrogable a otros cinco, a cambio de un canon anual de un millón de euros. El director de la Fundación Casa Natal, José María Luna, y la directora adjunta del Pompidou de París, Brigitte Léal, se encargarían de diseñar la colección del equipamiento, para la que De la Torre deseaba una presencia notable de obras representativas de las vanguardias del siglo XX. El alcalde señaló el primer trimestre de 2015 como plazo para la inauguración, y con ello garantizó para la ciudad una proyección notable. Eso sí, el trabajo que quedaba por delante era descomunal.

El proceso que echó a andar entonces fue arduo en consecuencia. Tras algunos reproches desde el Centro Pompidou de París por lo que consideraron un anuncio precipitado, comenzó una feroz negociación con la Autoridad Portuaria respecto a la disposición del Cubo y la posibilidad de que la reforma del mismo comenzara cuanto antes. La negociación se tradujo en ciertos episodios de tensión, como cuando De la Torre decidió empezar las obras el pasado verano sin la autorización del Puerto y tuvo que echarse atrás poco después. Los costes comenzaron a dispararse: desde el canon del millón de euros anual y una inversión anunciada también por el alcalde de cinco millones de euros para la rehabilitación, los gastos comenzaron a incrementarse con aparente descontrol, y así se mantuvieron hasta el mes pasado, cuando quedaron cifrados en 6,7 millones en lo referente a las obras en el inmueble y una inversión anual necesaria de 4,2 millones para el funcionamiento del equipamiento. Mientras, el diseño de la colección permanente (renovable cada dos años, y a completar con dos muestras temporales cada año) también exigía paciencia y mano izquierda: el Centro Pompidou de París apostaba por traer a Málaga obras de artistas emergentes del Mediterráneo, pero el Ayuntamiento reclamaba la presencia de los maestros del siglo XX.

Finalmente, la mayor parte de las incógnitas quedaron despejadas en la presentación del proyecto malagueño en el mismo Pompidou de París, el 3 de septiembre del año pasado, de la mano de Francisco de la Torre y el presidente de la institución gala, Alain Seban. Fue entonces cuando se reveló el contenido de la exposición, con una jugosa presencia de arte de las vanguardias del siglo pasado, distribuida en las secciones Metamorfosis, El cuerpo en pedazos, El cuerpo político, Autorretratos y El hombre sin rostro. El Centro Pompidou Málaga quedaría completado además con el Taller Brancusi, una amplia programación de actividades culturales (gestionadas desde París) y la búsqueda de la implicación del público local más joven. Seban incidió en aquella cita en una cuestión que el alcalde había preferido pasar por alto: la sede malagueña tendría un carácter necesariamente provisional con el fin de trasladar la experiencia a otras ciudades; es decir, el plazo de cinco años resultaba innegociable, y la prórroga a otros cinco se prefiguraba más bien remota (los anexos al protocolo firmado entonces por Seban y De la Torre advierten ya de los términos en que debe producirse la salida del Centro Pompidou de Málaga). Seban, que se despedirá como presidente del Pompidou en la inauguración de la delegación costasoleña para dar paso a su sucesor, Serge Lasvignes, visitó Málaga el pasado mes de noviembre y presentó la imagen corporativa, anunció el contenido de las primeras exposiciones temporales (Miró y el cine dadá), se comprometió a que se diese un intercambio de actividades entre París y Málaga e insistió en el carácter provisional del proyecto. Mientras tanto, el Ayuntamiento creaba la Agencia para la gestión de la Fundación Picasso Casa Natal y otros espacios museísticos, con José María Luna al frente, para poder agilizar las contrataciones pendientes. Las previsiones de visitantes estiman las 250.000 anuales. Unicaja, Heineken, Hidralia, Italcementi, Gas Natural y Renault aportan tres millones como patrocinadores.

La sede malagueña del Museo Estatal de Arte Ruso de San Petersburgo nació de un escándalo y de una oportunidad. El escándalo vino lo sirvió la polémica salida del proyecto de Art Natura de Tabacalera, y la oportunidad vino de las exposiciones que la Fundación Picasso organizó con sus fondos en varios países, incluida Rusia. De la Torre firmó en mayo del año pasado el protocolo con Vladimir Gusev, director del museo de San Petersburgo, para el traslado a Málaga de una amplia selección de obras correspondientes a cinco siglos de la historia de Rusia, para su exposición en los 7.500 metros cuadrados disponibles de Tabacalera con un compromiso de permanencia de diez años. El gasto previsto para el primer año ascendió a un total de 3,7 millones de euros, y la previsión de visitantes se cifró en unos 150.000 al año. Gusev visitó Málaga el pasado enero y reveló los contenidos de la colección, que, si nada se tuerce, tendrá como vecino al mismo Sol LeWitt en Tabacalera. El envite no ha hecho más que empezar.

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