Un verano en Cornualles XI: Truro y Falmouth

EL JARDÍN DE LOS MONOS

Truro es la capital administrativa del condado y un centro de ocio y comercio importante. Tuvo mucha importancia la producción de estaño y su comercio que propició la gran actividad de su puerto

Un verano en Cornualles X: De Newlyn a Land Ends

Pendennis Castle. Falmouth
Pendennis Castle. Falmouth / M. H.

Nunca me cansaré de repetir que los desayunos ingleses son una gozada. La leche y la mantequilla que tomábamos en Carnyorth eran insuperables. En cambio, el tiempo si era manifiestamente mejorable. Por las mañanas había desaparecido la opaca niebla de todas las tardes-noche, y dejaba de sonar el faro de Pendeen, o sea, el “cuerno de la niebla” callaba, pero era raro el día que asomaba algún rayo de sol, si bien es cierto que, conforme avanzaba el día, hacía intentos.

Nos trazamos el plan de visitar Truro, la capital administrativa del condado, y después, acercarnos a la ciudad de Falmouth haciendo una parada en St. Ives que nos cogía de paso. Nani y yo queríamos, en el precioso pueblo bohemio, comprar un reloj que teníamos fichado en un anticuario. Era nuestro regalo de aniversario de boda cuya celebración era en agosto. Para hacer de traductora en la compra nos acompañó Merche que después se volvió a Carnyorth en su coche.

El mundo de las antigüedades en Inglaterra es fascinante. Los ingleses no tiran nada y son muy amantes de conservar el pasado. Por eso quedé subyugado por los mercadillos que se celebraban todas las semanas en casi todos los pueblos; en ellos la gente vendían hasta los álbumes de fotos de sus abuelos. El anticuario nos dio toda clase de explicaciones sobre el reloj que, por otra parte, estaban especificadas en el certificado que nos aportó y que conservamos. Según la traducción que nos hizo Merche, decía: “Timbre de correo alemán de 8 días (Nunca supimos exactamente que quería decir, salvo que el reloj era alemán). Pizarra negra con decoración dorada, 3 cúpulas rematadas con unas bellotas de latón y dos estatuas que representan las artes de la guerra y la paz. Fecha 1890 (aparte señalaba las medidas del reloj en pulgadas). Libras 350”. Nos fuimos tan contentos con nuestro regalo de aniversario y quedamos con Merche en celebrarlo otro día en algún restaurante de la zona que ella nos recomendase.

Truro es la capital administrativa del condado y un centro de ocio y comercio importante. Tuvo mucha importancia la producción de estaño y su comercio que propició la gran actividad de su puerto. La ciudad, que creció a la sombra de un pequeño castillo del siglo XII desaparecido hace mucho tiempo, llegó a tener una gran importancia cuando en el siglo XVI, la reina Isabel I le otorgó, aparte de la potestad de elegir a su propio alcalde, el control del puerto de Falmouth. La enemistad que tal concesión creó entre las dos ciudades duró hasta que, en el siglo XVIII, cada una controló su puerto y se repartieron la administración de la cuenca del río Fal, río que es navegable desde Truro hasta su desembocadura en el Canal de la Mancha ya en Falmouth. Toda la depresión del río Fal es una Reserva Natural Nacional y tiene la calificación de Especial Interés Científico. Los humedales y brezales datan desde la Edad del Bronce y se formaron gracias a los depósitos de estaño aluvial. Parece ser que, en Truro, se encontraba el lago que dio lugar, en la leyenda artúrica, a la historia de la Dama del Lago, que está relacionada con varios personajes de dicha leyenda, tales como Lancelot, caballero de la tabla redonda criado en el lago por la Dama y armado caballero por ella misma, el Mago Merlín, del que aprendió las artes mágicas y luego, tras enamorarlo, lo aprisionó para la eternidad, o el propio rey Arturo al que le proporcionó la espada Excalibur. Una de las leyendas sobre la Dama del Lago nos cuenta cómo la pérfida Bibiana (o Viviana), que es uno de los muchos nombres con los que se la conoce, encantó al Mago Merlín usando sus propias enseñanzas del arte de la magia, y cómo sigue aún cautivo bajo una mata de espinas blancas (posiblemente una centaura melitensis, también conocida como “abrepuños”, muy espinosa, que suele crecer junto a los brezos). Bibiana sedujo a Merlín y le pidió que le enseñase un conjuro que le permitiese encerrar y aprisionar a un hombre sin necesidad de torres, cárceles o cadenas, y sin que pudiera escapar más que por voluntad de ella. Merlín, locamente enamorado, le facilitó el sortilegio. Cierto día en que paseaban juntos por el bosque, Merlín se durmió junto a una mata espinosa de flores blancas y Bibiana, utilizando el sortilegio que le había enseñado el propio mago, le encerró en ella para siempre. Sin embargo, los bretones no le han olvidado, y siguen esperando el día en el que Merlín despierte y vuelva de su encierro.

El monumento más importante de Truro es sin duda su catedral neogótica del siglo XIX. También cuenta con el Museo Real de Cornualles que contiene una importante muestra del patrimonio geológico e industrial minero, además de una buena colección de arte antiguo cedida por el Museo Británico. Llegado el mediodía, compramos unos fish & chips para comer, sentados en un banco del parque. Excepto mi compadre Paco que prefirió probar el típico y original cornish pastie. Esta típica receta de Cornualles, que data del siglo XIII, consiste en una empanadilla con forma de un bollo con dos puntas, rellena una punta de nabos cocidos, el centro de carne picada, como una hamburguesa, y la otra punta de mermelada a modo de postre. La técnica para comerlo estaba clara: aplicar la nariz para saber por dónde comenzar el almuerzo. No suele haber problema, el comienzo lo marca el nauseabundo olor de los nabos. La cara de Paco al comérselo no nos animó a probarlo, dicho sea de paso.

Desde Falmouth, cuyo puerto es el más meridional de Cornualles, se adentra la ría de Carrick Roads en la que desemboca, entre otros, el rio Kennall que es el más importante. El entorno de este río forma la Reserva Natural de Kennall Vale, un lugar umbrío, casi tétrico, pero que resulta verdaderamente idílico. Quizá la sensación de siniestralidad le venga por una leyenda del siglo XIX. Cuenta que, por aquellas fechas, existía en el paraje una importante fábrica de pólvora y que cinco de los molinos de la fábrica explotaron provocando la muerte de varios de los operarios. El espíritu de uno de ellos que murió dejando viuda y diez hijos, vaga desde entonces por entre las ruinas de la fábrica que aún pueden visitarse. Pero pasamos olímpicamente del atormentado espíritu y disfrutamos de aquél paraje sin igual. A estas alturas de la película, ya habíamos aprendido a convivir con los familiares espíritus ingleses que habitan por todos los rincones.

El puerto de Falmouth, considerando que la ría de Carrick Roads forma parte de él, es el puerto natural más grande de Europa y el tercero del mundo. En él recibió el rey de Inglaterra Jorge III a una embajada del Principado de Asturias, después de que ésta le hubiese declarado la guerra a Napoleón. Posiblemente muchos españoles no sepan que, a causa de encontrarse retenido en Francia el rey Fernando VII, el 25 de mayo de 1808, la Junta Suprema del Principado decidió asumir la jefatura suprema del Estado y declararle la guerra a Napoleón por invadir España, para lo que levantó un ejército de 20.000 hombres al mando del Marqués de Santa Cruz, a la vez que envió una delegación a Inglaterra con una declaración de paz y la petición de ayuda al rey Jorge III en su lucha contra el corso.

La tarde en Falmouth fue una delicia, especialmente para las niñas, por su espléndido centro, en el que se sucedían los comercios de ropa, calzados, y complementos para jovencitas. Mientras, nosotros disfrutábamos con la excelente arquitectura de estilo georgiano de la ciudad. Este gusto de los ingleses por lo georgiano tiene su origen en su rechazo al recargado barroco europeo. Se le llamó estilo georgiano al desarrollado en la etapa de entre 1720 y 1830, en la que reinaron cuatro reyes de nombre George, y en la se vuelve al clásico renacentista del arquitecto italiano Andrea Palladio.

Destaca en Falmouth el castillo de Pendennis; una formidable fortaleza costera de la época de Enrique VIII, doblemente fortificado por la amenaza constante de la Armada española. Se expone en él una notable y divertida colección de armas históricas que incluye cañones de la época Tudor, napoleónicos, victorianos y del siglo XX. Seguramente entre sus galerías y sinuosas escaleras vagarían diversos fantasmas, pero no tuvimos el gusto de ser presentados.

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