Tribuna Económica
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Aunque la atención se centra en lo que hace o deja de hacer el Estado, lo que de verdad nos afecta en el día a día depende del ayuntamiento o comunidad autónoma; es fácil aplaudir o culpar al poder público más lejano, pero la gestión de la sanidad, enseñanza, urbanismo, la convivencia, es sin duda responsabilidad del Gobierno autonómico, como lo son las colas para ser atendido o la calidad de los servicios. Para la empresa, la administración de los fondos, ejecución de presupuestos, licencias y permisos, está aquí, y por eso son tan importantes estas elecciones para Andalucía. Llama la atención la extensa legislación económica impulsada por el Gobierno del Estado, en general con el apoyo de empresarios y trabajadores, pero con el voto de mayorías distintas -pues ni las ministras ni los gobiernos hacen las leyes, sino el Parlamento-, frente a la escasa capacidad normativa en Andalucía, que no ha llegado siquiera a aprobar el Presupuesto General.
Aunque a algunas empresas y sectores les va mejor que a otros, empresarios y directivos, sobre todo los más jóvenes, nunca han vivido ni gestionado un proceso inflacionista, ya que nuestra economía no ha sufrido este problema en más de una década; ni tampoco se han enfrentado a un problema internacional de transporte y compras como el de ahora. Ha sido una lástima que en estos años, por cuestiones internas en la Junta, no haya habido una unidad de acción en economía y comercio exterior, escindido en dos consejerías diferentes, pues tras una pandemia cuyas consecuencias no han desaparecido, y una guerra que encarece la energía y los suministros, la empresa necesita un gobierno autonómico sensible y capaz para atender estas dificultades. No sólo se trata de vender fuera, sino también cómo comprar, en una situación donde la gestión habitual de los costes de producción se ve superada por procurarse productos, logística y gestión de stocks; un nuevo gobierno de la Junta tiene que colaborar con cámaras de comercio y organizaciones empresariales, ofreciendo soluciones que ahora no existen para empresas medianas y pequeñas.
Celebramos ayer Pentecostés y el acto fundacional de la Iglesia cristiana, cuando tras cincuenta días el Espíritu Santo desciende hacia la primera comunidad de apóstoles; creo que sólo es oficialmente festivo en Cataluña -toman la raíz latina cinquagesma-, y evoca cómo la religión es creencia personal y/o cohesión social donde una comunidad comparte, sola o con otras, mediante rituales y celebraciones creencias sobre la vida. En las pinturas se suele ver unas lenguas de fuego sobre los apóstoles dándoles presuntamente el don de hablar lenguas extrañas, pero siempre se ha distinguido entre esa capacidad de comunicación y lo que el filósofo Celsus prevenía sobre lenguajes inspirados, con "falsos mensajes, oscuros para personas inteligentes, vacíos de contenido, y que se utilizaban por cualquiera tomando las palabras en el sentido que le gustara o conviniera". Estos días oiremos lenguajes políticos que pretenden alcanzar los intelectos y emociones de muchos votantes con tremendismos, y también con planas y pobres complacencias, de ahí la responsabilidad de votar, y hacerlo distinguiendo el grano de la paja en las palabras.
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