Tribuna Económica
Carmen Pérez
El MUS cumple 10 años
Retratos a café bebío
Hay gente que cuando pide un desayuno, necesita que el descanso que le dan en el trabajo sea de una hora y media, y no de media hora. Y es que para pedirlo, solamente, necesitan 53 minutos y el camarero, dos folios para escribirlo: tomaré media de pan de centeno sin gluten. El pan que esté poco tostado y, para ponerle por encima, quiero aceite de oliva de la variedad arbequina y cogío a las seis de la mañana. Por encima, le pone tomate pero seco, porque soy alérgica a la humedad. La sal que sea del Himalaya, solo 3 granos por miajón cuadrado. De aceite, me pones dos envases que con uno me quedo corta. Para beber, tomaré zumo de naranja natural, sin mijitas y con medio cubito de hielo, más no, que se me irrita el esófago. Si tienes té roibos, me pones uno de caléndula y lichis de Guinea Papua, hecho en agua hirviendo, servido en taza blanca con un solo asa, no en vaso y cuando me lo traigas, me pones cuatro gotitas de leche de avena. No tomo azúcar, así que me pones un poco de miel, pero ecológica y con el sello de abejas limpias de Europa.
No sé por qué, yo a Inma Nieto la veo de desayunos pejigueras. La veo de esos desayunistas que, además, te lo piden todo con una sonrisa y te dan las gracias como ocho veces… las mismas ocho veces que el camarero está deseando que cambie de bar para desayunar.
La veo de desayunar en grupo, con más gente de pan de centeno y zumo sin mijitas. La veo sentada, dejándose querer por el reloj.
Pero a la vez, a Nieto, aunque la veo tikismikis, pa mí que también es de las que coge la servilleta del suelo si se cae y de las que lleva la taza vacía del café a la barra si ve que el camarero tiene más ansiedad que Juanma Moreno delante de un cartucho de pollo empanao del Macdonal.
Puesto a imaginar, y como es de Algeciras, seguro que de vez en cuando abandona sus desayunos pejigueras para perderse por el mercado de abastos de La Línea, en el Campo de Gibraltar, y pedirse un africano. Así se llama un curioso bocadillo que lleva bisté de pollo, mayonesa al pegotón, cebolla así como encaramelada y una combinación de especias que trajeron al bar Francis, que creó el bocadillo, un grupo de africanos.
Seguro que Nieto ese día, cuando le ponen el bocadillo por delante, se olvida de todas las intolerancias e, incluso, disfruta cuando un pegotón de mayonesa se desliza suavemente por la barbilla y tú, como si fueras un camaleón, la rebañas de un certero lengüetazo.
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