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Algunos datos con los que se encontraban los miembros del Banco Central Europeo antes de tomar su periódica decisión sobre política monetaria eran favorables proseguir con las bajadas de los tipos de interés. La inflación de la zona euro ha descendido otra décima en junio hasta situarse en el 2,5%, muy por debajo del 10,6%, la altísima cota alcanzada en octubre de 2022, y muy próxima al objetivo, el 2%. Además, las noticias que vienen de EEUU anuncian una mejora de las circunstancias para que la Reserva Federal proceda a disminuir también los tipos de interés allí. Aun así, ayer, decidieron mantener las cosas tal como estaban. El tipo principal de financiación sigue en el 4,25%, y los de la facilidad marginal de crédito y de depósito también se mantienen sin cambios, en el 4,5% y en el 3,75%, respectivamente. La posible nueva bajada la han dejado para septiembre.
Y es que, a pesar de esa nueva y ligera mejora del IPC general, la inflación subyacente no ha descendido del 2,9%, nivel en el que se encontraba antes de conocerse los datos de junio. Igualmente, la inflación del sector servicios, una de las preocupaciones principales del BCE, repitió en el 4,1%. Las divergencias entre los distintos países de la zona euro también son muy diferentes: España fue el segundo país de la eurozona con la inflación en junio más alta, el 3,6%, sólo por detrás de Bélgica, con un 5,4%; los países con una menor alza de precios fueron Italia, con un 0,9%, y Finlandia, con un 0,5%.
El mercado de trabajo es otra gran preocupación del BCE y aquí tampoco los datos dan alas al BCE para continuar de momento con las bajadas de tipos. Los salarios crecieron un 5% en el primer trimestre y el desempleo sigue en mínimos históricos, en el 6,4%. Desde el banco central se reconoce que la inflación va en la buena dirección, pero aún no se fían para dar otro paso en la relajación monetaria, máxime cuando la decisión sobre el primer descenso no se tomó por el Consejo de Gobierno por unanimidad.
Dos circunstancias políticas también preocupan al BCE. Por una parte, la situación de Francia, cuyos complejos resultados en las últimas elecciones no despejan la evolución que experimentará el gasto público: muchos de los partidos que pueden formar parte del próximo gobierno muestran grandes reticencias a rebajar el enorme déficit fiscal, lo que impulsaría la inflación. Por otra parte, la ahora más posible victoria de Donald Trump en noviembre también podría contribuir a un alza de la inflación, porque posiblemente con él se recrudecería la guerra comercial.
Con todo, y siempre teniendo presente que el BCE se reserva, como explícitamente aparece en el comunicado, continuar con un enfoque basado en datos y reunión por reunión, las perspectivas que descuentan los expertos son de dos bajadas adicionales de tipos de interés este año, comenzando con ellas en septiembre. Buenas noticias, por tanto, para los endeudados a tipo variable que verán cómo sus cuotas mensuales irán disminuyendo. De hecho, el euríbor ya viene acusando este probable camino. Ayer se situaba en el 3,5%, el mínimo en los últimos quince meses. Y, de cumplirse estas previsiones, el euríbor podría terminar 2024 en el 3%.
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