Roberto Scholtes
Implicaciones de una Reserva Federal en pausa
Desde mi córner
Nuevamente Suiza en el camino de España y la verdad es que dicho camino está bien nutrido de enfrentamientos y aunque el palmarés es muy favorable, a los helvéticos les cabe la satisfacción de habernos dado un par de disgustos, uno más considerable que el otro. Esta noche colisionamos con ellos en Ginebra y con la obligación de ganar para enmendar en cierta medida la desaplicación del jueves en el Pequeño Maracaná.
Ya digo que con los relojeros fueron muchas las colisiones y que en la memoria figuran dos de ellas con mayúsculas. La primera fue el error irreversible en la liguilla de clasificación para el Mundial de Suecia... y de Pelé en 1958. Con un equipazo cuajado de estrellas, léase Di Stéfano, Kubala, Luis Suárez... pagamos la tarde triste de Heriberto Herrera para un empate a dos en Chamartín que nos puso imposible la clasificación. El otro fue el 0-1 en el debut del Mundial que ganamos.
Ahora se trata de no perder comba tras el empate sin goles de Belgrado. Vienen los suizos de caer ante Dinamarca y lo peor fue la sensación que ofreció el combinado que dirige Murat Yakin. Cayó ante los daneses con cierta facilidad y eso da pie al optimismo, pero hay un problema que está preocupando en el seno de los nuestros. Es el mal estado del terreno de juego del campo del Servette, pues un hongo ha dejado la pista llena de calvas que irán en perjuicio del juego.
Y en este tiempo de vísperas hay también noticias agradables, siendo la primera el concurso de Rodri, la aguja de marear del equipo. Su ausencia ante Serbia se sintió, aunque no hay por qué discutir el rendimiento de su sustituto, el txuri urdin Zubimendi. Paralelamente imagino a De la Fuente intentando paliar el malestar de los clubes por la sangría de partidos con unas rotaciones que no deberían menguar el potencial de los campeones vigentes de esta Liga de Naciones.
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