Roberto Scholtes
Implicaciones de una Reserva Federal en pausa
Desde mi córner
Aunque ejerciendo durante la mayor parte del tiempo el papel de martillo, España no supo canalizar el juego y hacer posible penetrar en el coriáceo sistema defensivo de Serbia. Una manifiesta superioridad insuficiente para doblegar a un equipo que, a pesar de ir de local, tuvo el comportamiento de equipo menor que le daba el campo y la pelota al rival. O sea, lo que le aguarda al vigente campeón un día sí y otro también.
Como era lógico, De la Fuente jugó a lo mismo que en la reciente Eurocopa y de esa manera se fiaba bastante a la capacidad por fuera de Lamine y de Nico. En la zona de creación había un problema y era la ausencia de Rodri. Y no dio demasiada impresión de vital la añoranza del manija citizen, pero lo cierto es que al equipo le faltó acompañar su dominio territorial con algo más de fluidez, de la fluidez suficiente con la que superar el embudo que le habían montado en la media luna.
Y es que los balcánicos adobaban la numerosa barrera con la buena idea de taponar las bandas. Así las intentonas españolas eran mayoritariamente por la parte estrecha de un embudo que dejaba prácticamente sin trabajo a Rajkovic. Casi todo se producía buscando a esa pareja diabólica que forman Lamine y Nico, pero a base de concentración y agilidad de los rivales, rara vez progresaban. Así transcurría el juego y al descanso se llega sabiendo que la empresa no es fácil.
Y en la continuación se acentuó el dominio, pero quizá debió apelar De la Fuente a Joselu antes. Nico no, pero Lamine sí empezó a desbordar y a centrar para nadie. Ni Ayoze ni Oyarzábal supieron aprovechar lo que el genio barcelonista creaba y así fue pasando el tiempo. Serbia colgada del larguero y algún que otro vicegol, pero de vicegoles no se vive y el partido se fue para acabar con un empate que no se sabe si será suficiente para que la reválida sea una realidad.
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