Luis Pernía

Cuando salí de mi tierra, volví la cara llorando

El 18 de diciembre es el Día de las Migraciones. Todos somos emigrantes. Esa es la lección insistente de la Historia. Migrar es buscar una vida mejor y abrir nuevos horizontes

17 de diciembre 2017 - 02:21

El titular de este artículo de opinión es parte de la letra de la canción El emigrante, que compuso Juanito Valderrama, allá por 1949, pensando en todos los españoles que tuvieron que marcharse al exilio después de la Guerra Civil, perseguidos por la hambruna, el desempleo, los recortes sociales (racionamiento) y la persecución política. Su recuerdo va acompañado de una anécdota que da mayor calado al mensaje. En un programa de televisión que se hace memoria del cine español, Cine de Barrio, la presentadora Carmen Sevilla, contaba que Juanito Valderrama y ella, fueron invitados para cantar ante el general Francisco Franco, ya que se iba a celebrar una fiesta organizada por un rico personaje, apellidado Aritio, justo después de la habitual cacería de perdices. Llegado el momento, fueron llamados y ambos pasaron al gran salón presidido por un expectante Franco rodeado de uniformes. Juanito temblaba y sudaba asustado, pues el maestro Quiroga le había dicho que tenía que cantar El emigrante. Pero al finalizar la canción unos interminables segundos precedieron una inesperada reacción. Franco pidió a Juanito que lo repitiera porque era una canción patriótica, que le gustaba mucho. Muchos años después, tras la muerte del dictador, Valderrama le contó a Carmen que el miedo de aquella noche era porque aquella canción la compuso pensando en todos los españoles que tuvieron que marcharse al exilio después de la Guerra Civil. Cuando la escribió aún no se había producido el éxodo masivo de emigrantes españoles para trabajar en Alemania o Latinoamérica. Los únicos emigrantes eran los exiliados, pero ni Franco ni sus asesores pensaron en ello.

Esta canción, dedicada especialmente a muchos de sus amigos, que se vieron obligados marcharse de su país, es un alegato para recordar que hemos sido emigrantes. Una gran parte de los primeros refugiados -hasta 440.000 en Francia, según un informe oficial de marzo de 1939- tuvieron que afrontar inicialmente duras condiciones de vida, que se agravaron con el estallido de la Segunda Guerra Mundial y aunque muchos de ellos lograron regresar, el exilio republicano permanente quedó constituido por unas 220.000 personas entre ex combatientes, funcionarios comprometidos directamente con la causa republicana, pero entre las que había también miles de parientes y civiles, junto con un número significativo de niños, intelectuales, personalidades de la cultura, artistas, científicos, docentes y personas de profesiones cualificadas. Los principales países de destino fueron Francia, México y Argentina, pero también grupos importantes fueron amparados en otros países europeos y americanos como Chile, Colombia, República Dominicana, la Unión Soviética, Estados Unidos y el Reino Unido.

Fue un alegato no solo para las personas del exilio republicano español, sino también para las que les siguieron en los años posteriores, ciertamente con otras motivaciones. Según las cifras oficiales del Instituto Español de Emigración (IEE) entre 1959 y 1973 emigraron al continente europeo un millón de personas (1.066.440). A diferencia de las emigraciones anteriores, la mayoría de los emigrantes salieron del país con un contrato de trabajo, establecido entre el Instituto Español de Emigración y las autoridades de los países receptores, por un periodo inicial de un año. Esa característica favoreció un flujo continuo de salidas y retornos anuales. Las salidas anuales eran aproximadamente unas 73.000 y los retornos unos 34.200.

A estas cifras hay que sumar otras, imposibles de cuantificar, aunque de menor volumen, en las que se incluyen los españoles que emigraron clandestinamente y no pudieron regularizar su situación en el país receptor. Estos fueron los que peor vivieron la emigración, al entrar en un mercado de trabajo negro en el que carecían de derechos. Sí, muchas personas emigraron clandestinamente y sin contrato. Por ejemplo, en 1968, de los 607.000 residentes en Francia, sólo 103.892 habían llegado a través del IEE.

Es curioso saber que uno de los rasgos principales de la emigración española a Inglaterra es su clandestinidad. Se da el caso de que, en 1969, el IEE cifraba las entradas en 941 frente a las 7.290 registradas por las autoridades británicas. Las agencias de colocación eran las que realmente canalizaban la emigración española a Inglaterra y las verdaderas beneficiarias del mercado de trabajo negro. Facilitaban permisos de trabajo y colocación a los emigrantes, a cambio de dinero (hasta 35 libras).

En Centroeuropa es notoria la presencia de emigrantes clandestinos, que, a cambio de mejores salarios, se exponían a carecer de derechos o incluso ser expulsados del país. Por ejemplo, en Alemania los salarios para peones pactados por el IEE eran de 900 marcos al mes; mientras que en la construcción se podían conseguir entre 1.200 y 1.500 marcos trabajando a destajo y sin contrato.

En los años inmediatamente anteriores y posteriores al cambio de milenio, España ha sido país de inmigración. Sin embargo, con la crisis, la emigración ha vuelto. El destino preferido hoy es Europa, sin lugar a dudas. La cercanía geográfica y cultural, así como las facilidades burocráticas hacen de Europa un destino atractivo para los españoles que quieran probar suerte en el extranjero. No son necesariamente jóvenes altamente cualificados. Hay españoles de todas las edades y con mayor y menor nivel educativo. A estos "nuevos emigrantes" se suman los hijos y nietos de los emigrantes españoles del pasado, que decidieron quedarse.

Los datos de la emigración española actual son problemáticos al computarse también la descendencia de antiguos emigrantes. Así de los 423.006 ciudadanos españoles residiendo en Argentina, solo el 21% nació en España. Lo que sí se puede afirmar es que va en aumento; a 1 de enero de 2017 se contabilizaban 2,4 millones de españoles residentes en el extranjero (INE).

No podemos olvidar la fuga de cerebros. Todos hemos oído hablar del español que se ha formado y tuvo que irse porque su talento en España no era valorado y no tenía futuro. Es el caso de muchos científicos o investigadores. No hay cifras oficiales del número de investigadores españoles en el extranjero. La OCDE estimó, en 2009, que son unos 11.200, alrededor del 5% del total.

El 18 de diciembre es el Día de las Migraciones. Todos somos emigrantes. Esa es la lección insistente de la Historia. En nuestro país es una evidencia que una importante parte de su población ha tenido que partir antes, lo tiene que hacer ahora y seguramente lo hará en el futuro en busca de una vida mejor. Y es que el migrar, sea desde o hacia España, no deja de ser eso: el anhelo por una vida mejor, por conseguir nuevas oportunidades y abrir nuevos horizontes.

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