Francisco Andrés Gallardo

El termómetro

Visto y Oído

15 de julio 2023 - 00:30

Es imposible que alguien escape a la sobreinformación meteorológica que tenemos, o más bien sufrimos, y que nos agobia entre titulares donde el sensacionalismo, casi sin querer, nos hace elevar la tempertura corporal. Sí, qué calor. Como siempre. Como ha pasado en todos los meses de julio. Es verdad que ahora con más incidencia. Y con más insistencia por parte de los magacines.

No hay informativo ni programa de actualidad que no aproveche este pisuerga para recordar cómo irá subiendo el termómetro y en qué puntos del mapa el rojo es más fuerte hasta adquirir tinte infernal. Hace calor, y todos sabemos que hemos padecido ya dos olas en este verano, más los azotes de una asfixiante sequía en invierno y primavera, y a partir de mañana, ay, más calor. Pobres reporteros.

Sufrimos un cambio climático porque entre todos hemos estopeado esta casa pero también sufrimos una sobreinformación meteorológica que nos martillea en los sudores de la cama. Unos augurios caloríficos que nos hacen encender el aire acondicionado sin piedad y nos hace pillar el coche a la desesperada buscando una playa, un chiringuito, algo que nos consuele de esta condena. Como siempre, como si no supiéramos de qué va esto. La información meteorológica parece patrocinada por las firmas de electrodomésticos, las cadenas hoteleras y las agencias de viajes. Es tal el agobio que llevamos de antemano que sólo con pensar lo que nos espera empezamos a padecer los rigores.

Tal vez éramos más ilusos cuando apenas unos canales y un puñado de informativos detallaban las temperaturas sólo en las secciones de meteorología, como sucedía en las emisoras y los periódicos de papel, y en el resto de contenidos estivales había más reposiciones y programas de entrevistas con cocoteros de plástico. Ahora no podemos desconectar ni de nuestros futuros agobios meteorológicos. El móvil nos lo anuncia con detalle. Éramos felices, y no lo sabíamos, cuando TVE se echaba la siesta y en la playa nadie podía localizarnos.

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