Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Un drama
Se me han puesto los vellos de punta. El pasado viernes, día 11 de octubre, leí en las páginas de Málaga Hoy un reportaje de J. M. Marqués Perales sobre la entrevista que Susana Griso les hizo, al alimón, a Felipe González y Alfonso Guerra en Antena 3. Ambos diferían sustancialmente de las políticas y el gobierno de Pedro Sánchez, mostrando su total desacuerdo con las directrices del PSOE actual. Nada que no fuese ya conocido. Pero hubo una declaración de Guerra que me puso los vellos de punta, una declaración que el reportero califica como “la más grave y más profunda”, cuando Alfonso comparó al actual PSOE con el PSOE de 1934: “Me recuerda un poco al PSOE de 1934, que es el momento más enredado de la historia del partido. Cuando gobierna Lerroux y va a meter a tres ministros de la CEDA en el Gobierno, se hace la revolución, la Revolución de Octubre, para impedir la entrada de la extrema derecha. De esto ya hemos hecho autocrítica”. El reportero, al respecto, añade: “De este modo, Guerra, y en coincidencia con González, se alinean en la misma tesis que el PP, que Pedro Sánchez gobierna con independentistas contrarios a la Constitución con el argumento de que si no son ellos, son la extrema derecha. La alusión a 1934 es grave, por cuanto algunos historiadores sitúan en ese momento el punto de inflexión del deterioro político de la Segunda República que desembocó en la Guerra Civil”.
Este capítulo, sacado a la luz por Alfonso Guerra, alcanza una importancia relevante, habida cuenta de que, independientemente de sus altas responsabilidades tanto en el Gobierno como en el PSOE, es un erudito conocedor en profundidad de esa historia que ensombreció de sobremanera al partido socialista y que, en la Ley de Memoria Histórica, Carmen Calvo omitió al especificar su aplicación tan solo al golpe de 1936, obviando el golpe de 1934 a manos del PSOE. Las elecciones de noviembre de 1933 fueron las primeras en la que las mujeres pudieron ejercer su derecho a votar, hecho éste que hacía sospechar a los socialistas que podría darle la victoria a la derecha. Días antes de las votaciones, el presidente del PSOE, el “demócrata” Francisco Largo Caballero, amenazó a través de El Socialista (periódico oficial del partido), que si ganaban las derechas “haremos la revolución violentamente. Estamos en plena guerra civil”. En ese mismo artículo, Largo Caballero escribió: “Tenemos que luchar como sea, hasta que en las torres y en los edificios oficiales ondee, no una bandera tricolor de una República burguesa, sino le bandera roja de la Revolución socialista”. Le declaró la guerra a la República.
Ganaron ampliamente las derechas y la reacción no se hizo esperar, el frente popular se lanzó a cometer toda serie de atentados terroristas que causaron decenas de muertos. Durante meses siguieron amenazando para que los vencedores en las urnas no pudiesen formar gobierno. Y, para rematar la barbarie antidemocrática, el 5 de octubre encabezó la rebelión armada de Asturias, donde fueron asesinados decenas de religiosos y centenares de miembros de las fuerzas armadas. Eso fue así. Guerra lo sabe. Y, por más que se quiera blanquear, lo cierto es que el PSOE dio un golpe de Estado contra la República ¿Estamos, como dice Alfonso Guerra, ante un nuevo 1934?
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