Carlos Navarro Antolín

Abuelos protegidos, padres expuestos

La aldaba

Hoy están desprotegidos los progenitores no vacunados de hijos veinteañeros, mientras los abuelos gozan ya de tranquilidad

14 de mayo 2021 - 01:40

Nos pasamos aquellos terribles meses de encierro contando ancianos muertos en todas las residencias de España. Se levantaba uno y la cifra de muertos que daba el tío de la almendra atragantada, el que tiene nombre de vino envasado en cartón, se aproximaba temerariamente a los mil. 945, 957, 980... Era terrible. Y muchos, muchísimos de los difuntos, eran los mayores que trabajaron por nosotros, que se sacrificaron por nosotros, que nos cuidaron, nos aguantaron, que vivieron en condiciones tantas veces peores que nosotros. El modelo de bienestar, ese Estado social que proclama la Constitución, quedó en jaque como nunca antes habíamos conocido desde que la Carta Magna entró en vigor. Hoy nuestros mayores están vacunados, les han aplicado los dos pinchazos que garantizan esa tranquilidad que permite que los hijos, nietos y otros allegados puedan practicar esa cultura sobona tan del agrado de la mayoría de hoy. No me interpreten mal, que cada cual muestra sus afectos como estima oportuno, al igual que pide la carne con toda libertad en el restaurante de turno: poco hecha, en su punto, muy hecha, o como dicen algunos: sin sangre. Los amenazados de hoy son tantos, tantísimos padres que no están vacunados porque todavía no les toca, que tienen hijos veinteañeros que retornan a casa bien entrada la madrugada desde que se extinguió el toque de queda, y que se levantan el sábado o el domingo por la mañana y no tienen ni pajolera idea de dónde han estado sus descendientes. Están literalmente expuestos. Los abuelos protegidos, los padres condenados a su suerte. Los progenitores te cuentan que sus herederos volvieron a las cuatro, a las cinco o a las seis de la madrugada, sin saber si tuvieron la mascarilla puesta, si estuvieron al aire libre, si usaron el gel hidroalcohólico... Algunos prefieren no preguntar. Casi mejor. Esos padres que superan por poco los cincuenta años, que todavía no han sido llamados a la vacunación, que tienen hijos en edad de vivir la noche, son los que están en mayor situación de riesgo. Con una España que está con un 30% de población vacunada, el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, tiene toda la razón cuando proclama que hubiera hecho falta un mes más de estado de alarma. Una vez que el Gobierno apostó por una declaración extensa del estado de alarma, a nadie le hubiera extrañado una prórroga para alcanzar, al menos, el 50% de vacunados a las puertas de un verano clave. Pero Pedro Sánchez no está para berenjenales políticos. Ni los padres para atar en corto a sus hijos. Malos tiempos para el fomento de la autoridad y la memoria, vistos como autoritarismo y memorieta.

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