Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Los grandes estrategas
Por qué las elecciones andaluzas del domingo pasado están más cerca de suponer un cambio de ciclo en la política nacional que de reducirse a unas elecciones puramente autonómicas limitadas al ámbito andaluz y sin influencia en el futuro del país?
Primero, porque estamos hablando de Andalucía. No es una comunidad cualquiera, sino la más poblada de España, con ocho millones y medio de habitantes, cuya historia como autonomía comenzó con una subversión del orden territorial diseñado por los poderosos (28-F) y continuó con la primera derrota del partido entonces dominante (UCD). Es una comunidad que aporta 61 de los 350 escaños del Congreso de los Diputados más del 17% del total. Ninguna fuerza política ha gobernado sin estar sustentada por una mayoría de parlamentarios andaluces y madrileños.
Segundo, porque la del 19-J no ha sido una victoria aislada del Partido Popular. Viene de un triunfo contundente del PP en Galicia -precisamente con Feijóo como candidato-, otro aplastante de Ayuso en Madrid y uno más, menos claro, de Mañueco en Castilla y León. Cuatro éxitos de los populares en cuatro elecciones consecutivas pueden reflejar claramente una tendencia socioelectoral, aunque la victoria de Illa en Cataluña impida hablar de racha prolongada.
Tercero, porque en las cuatro comunidades mencionadas el fracaso del PSOE no ha sido compensado por un avance paralelo de los partidos a su izquierda que pudiera salvar la coalición con la que gobierna Pedro Sánchez. Al contrario, hay un declive sostenido de Unidas Podemos y sus allegados en Galicia como en Madrid, en Castilla como en Andalucía. Están en torno al 10% del electorado, algo completamente insuficiente para repetir la alianza de gobierno actual. Hay un giro evidente hacia la derecha entre los votantes, que no se puede combatir sólo a base de resucitar el pasado corrupto del PP y avisar de que gobernará con Vox (probablemente lo hará). Que la derechización cuaje en Andalucía, tradicionalmente de izquierdas, sugiere que los votantes se mueven ya menos por motivos ideológicos que prácticos. Si Andalucía está madura para darle una mayoría absoluta a un político conservador, ¿qué puede impedir que España respalde a otro político conservador?
Como te digo una cosa te digo la otra: si la economía se recupera en este año y medio, puede ser que Andalucía marque tendencia, sí, pero no el resultado final.
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