Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Todo lo que era sagrado
A ANDALUCÍA ha exportado a dos de sus dirigentes a la dirección del PP en Madrid. Elías Bendodo, como coordinador general, y Juan Bravo, vicesecretario de Economía. Salen de su zona de confort y ahora deben buscar su hueco de notoriedad en los cenáculos de la política nacional, después de disfrutar de los focos durante casi cuatro años en Andalucía.
El primero dejó a Juanma Moreno para formar un tándem obligado con la secretaria general, Cuca Gamarra. Bendodo ejerce de anfitrión en su tierra, como hizo el jueves en Jerez. Ambos presumen de compartir vivencias en la década pasada, cuando ostentaron cargos en la Federación Española de Municipios y Provincias. Incluso tomaron apuntes juntos en un curso de alta dirección que les impartió el partido. Pero sus roles se solapan en cuanto Gamarra pisa la calle Génova. Feijóo la nombró número 2 para investirla de autoridad en el Congreso, allí le representa en voz y alma hasta que él consiga el acta de diputado en las próximas elecciones.
A Bendodo, al margen de sus tareas orgánicas como principal fontanero del PP, se le pide como escudero que utilice las armas que ya empleaba en el Palacio de San Telmo. Arremeter contra Sánchez y su Gobierno, ahora en beneficio de otro templado caballero. Aunque Gamarra ya se le ha adelantado con el argumentario. El Falcon y las vacaciones del presidente mientras España se derrite. Un clásico de agosto, pero este año sin hielo.
Moreno no hizo por Bravo. Ni exigió su cláusula de rescisión. El supuesto autor del milagro económico andaluz emigró cuando podía manejar las cuentas a su antojo gracias a la mayoría absoluta. No parece que el presidente estuviera muy satisfecho por cómo cumplió sus órdenes en la negociación de los fallidos Presupuestos de 2022. Demasiado interés en pactarlos sólo con Vox.
Con permiso de los continuos sobresaltos que proporciona Díaz Ayuso, la presidenta madrileña, la idea del PP es asentar su camino a la Moncloa en la economía. Así que a Bravo le corresponde un protagonismo principal. De momento, gracias al decreto de ahorro energético promovido por el Gobierno central, España ya sabe que es un virtuoso del trabajo, ahorrador y que aprovecha la segunda oportunidad.
Contó en una entrevista en televisión que cuando llegó a consejero de Hacienda -tras dimitir el primero- acudía muy temprano al despacho y salía muy tarde. Y siempre veía encendidas las luces de todo el edificio. Los socialistas no usaban nunca al interruptor, le dijeron. Ahora, como legado, hasta en las oficinas de San Telmo hay papeles en las puertas que piden apagar la luz al salir. Y eso que calcula que a la Junta le costará la factura 130 millones más el próximo año.
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