La esquina
José Aguilar
¿Tiene pruebas Aldama?
La ciudad y los días
FIEBRE de libros escritos por grandes personajes que tienen la generosidad de compartir sus saberes o recuerdos con el común de los mortales. Una generosidad tan grande que rebasa los estrechos límites del hoy: con sus memorias y reflexiones sobre el momento presente quieren dejarle a los futuros historiadores fecundos documentos que les permitan interpretar rigurosamente, a través de las palabras de sus propios protagonistas, cómo era la España de principios del siglo XXI. Un tesoro, vamos, que hemos de agradecerles.
Este mes, sin ir más lejos, han presentado sus libros José María Aznar, Pedro Solbes, José Luis Rodríguez Zapatero y Belén Esteban. De los cuatro, sin lugar a dudas, el más interesante como documento del momento que vive España es el de Belén Esteban. Y no sólo porque sea el único de los cuatro en cuyo título aparece la palabra clave para comprender el motor fundamental de la vocación pública en nuestro país: ambición.
Es cierto que en el libro de Belén Esteban Ambiciones y reflexiones, que tal es su título completo, la palabra ambición podría aludir más a cierto cortijo con cuyo propietario tal vez tuvo algo que ver que a la ambición política entendida a la española, es decir, como apetito desordenado de poder y de dinero. Pero no por ello se agradece menos que sea el único de los cuatro en cuyo título aparece lo que más sobra (ambición) y más falta (reflexión) en nuestra vida pública.
El libro de Belén Esteban es el más interesante de los cuatro porque, dado el tono y los contenidos de los programas televisivos que la han convertido en una estrella no tan errante como algunos creían, es el que el mejor refleja el tono medio de la vida española de principios del siglo XX. Los españoles, que no son tontos, han optado sin dudarlo por Belén: Ambiciones y reflexiones es el libro más vendido en nuestro país.
No busquen en esta lista a Aznar y a Solbes. Ni busquen en los próximos días a Zapatero, salvo que los lectores de literatura fantática y de terror lo aúpen al número uno. Y no es la calidad ni la dificultad de estos libros, frente a la facilidad de la prosa estebánico-borisizaguirresca. Es que a este trío ya se le conoce. Y aburre. ¿Y a Belén Esteban no se la conoce hasta el aburrimiento? También. Pero no nos hace la puñeta ni nos miente. Y si lo hace son mentirijillas rosáceas, cosa de los guiones, pura ficción, que no nos afectan. Pero las de los otros…
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