Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Los grandes estrategas
Acerca de Pedro Sánchez y la amnistía. Hastiado del asunto. Mire hacia otro lado, pero la polémica le perseguirá en cada cabecera de periódico, emisora de radio, cadena de televisión y envenenada de red Xocial. Un odio que viaja en ambas direcciones del estrábico espacio ideológico. El debate ha llegado hasta a LinkedIn que es el Facebook de los negocios, un lugar en el que se supone que hay que ir al business y evitar cualquier atisbo de comentario político, religioso o sexual. Un espacio donde las formas asépticas imperan en aras de la cuenta de resultados y el abrillantado de la profesional marca personal. Nos inunda el alboroto de la amnistía. Poco puedo aportar a este desaguisado que nos está exasperando y dividiendo. Creo que el presidente en funciones de resistencia está troceando el sentido común y de paso mina los mecanismos legales que limitan sus aspiraciones cesaristas. Todo para mantenerse en el cargo. El pasado viernes abuchearon a Pedro Sánchez en Cenacheriland, en la entrada de la Subdelegación de Gobierno de Málaga. Jarabe democrático por derechona prescripción. Allí quedó atrapada la oscura comitiva de berlinas y furgonetas durante cerca de tres horas. Con el canciller alemán invitado de lujo a las vistas de manifestación y playa. Qué bochorno.
Y creáme que sacar a la calle a gentes de vecindario aburguesado dando espectáculo es puro milagrito. Más insólito todavía es la propuesta de amnistía que socava la Constitución y nos desiguala ante la ley. Legislación a la carta para Puigdemont y todos los despechados nacionalistas. El otrora fugado de maletero pasea ahora con escolta de seguridad para la independencia. Broma que se costea con impuestos de dinerito calvo. Solo queda la esperanza de que el presidenciable ejecute otra maniobra trilera y vuelva a mentir, perdón, rectifico, vuelva a cambiar de opinión y se olvide de lo dicho. Nos tiene acostumbrados. En una alucinación demencial imagino que sus miras van mucho más alto: La presidencia del gobierno le queda chica. Apunta a la III República con los nuevos socios. Remate de la Transición del 78. Ya tiene en la palma de la mano el poder ejecutivo, el poder legislativo y espera la baza del poder judicial. Para el póker de ases solo le falta la jefatura de estado y bajo su carapiña, proclamar una nueva constitución que le entronice más bananero todavía. Borrón y guerra cultural nueva.
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