La Rayuela
Lola Quero
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Crónica personal
Todo sirve a Pedro Sánchez para hacer campaña electoral. Desde impulsar una figura para desbaratar la estrategia de un adversario, hasta soltar una sarta de mentiras en cada uno de los mítines o entrevistas que se le ponen a tiro, pasando por utilizar a Tezanos para que presente al PSOE como partido ganador y a Yolanda como la gran esperanza de la izquierda, presionar a la embajada de Estados Unidos para que haga coincidir el encuentro con Biden justo en la campaña electoral … y planificar que la exhumación de los restos de José Antonio Primo de Rivera se realice en plena precampaña.
El pasado octubre, tras el traslado a distintos cementerios de los restos de Franco primero y del general Queipo de Llano después, la familia de José Antonio Primo de Rivera, sabiendo que el fundador de Falange iba a ser el siguiente, pidió que fuera enterrado en el cementerio de San Isidro de Madrid, donde yacen algunos de sus familiares. El Gobierno puso en marcha el procedimiento en aplicación de la llamada Ley de Memoria Democrática y, oh casualidad, no ha encontrado fecha hasta hoy.
Han pasado muchas semanas desde que los Primo de Rivera cursaron su solicitud, y si hasta ahora había sido imposible acelerar los trámites, cualquier gobierno respetuoso con la imparcialidad electoral, habría aplazado el traslado. Pero la palabra imparcialidad no forma parte del vocabulario de este Gobierno.
Son pocos los españoles que saben quién fue José Antonio Primo de Rivera, la fundación de Falange, su fusilamiento en la cárcel de Alicante, los celos enfermizos que tenía Franco de su figura y las dudas sobre si el "Generalísimo" hizo todos los esfuerzos necesarios para impedir su fusilamiento. Pero a Sánchez le interesaba sacar nuevamente a colación las dos Españas.
Pedro Sánchez nunca apostó por una sociedad apaciguada tras el horror de la guerra, nunca compartió el espíritu de quienes quisieron cerrar las heridas de uno y otro bando. No le interesa al presidente porque cree que donde mejor pesca es en aguas turbulentas, así que él mismo las remueve cuando se acerca la cita con las urnas.
La exhumación en campaña electoral de los restos de un dirigente con la historia de Primo de Rivera, no la habría aceptado un país verdaderamente democrático. Allá Sánchez con sus subterfugios para conseguir votos, él mismo se está desacreditando.
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