La Rayuela
Lola Quero
El rey de las cloacas
La colmena
Lo confieso. Me he enganchado a la inteligencia artificial. Y, ojo, que no siempre acierta. Estoy combinando el uso de ChatGPT para labores sencillas de documentación (¡es infalible!) con cuestiones más sensibles donde casi patina (¡ni que fuera humano!). Aquí va mi último experimento: Valorando los últimos resultados electorales y los sondeos que se van publicando, ¿alguna predicción para el próximo 28-M?
No se pilla los dedos, pero contesta: "Como modelo de lenguaje, no tengo la capacidad de realizar predicciones exactas. Sin embargo, puedo informarte sobre los resultados de las municipales en España de 2019 y los sondeos más recientes".
Y es entonces cuando nos advierte de que el mapa andaluz que el PP tiñó de azul en las autonómicas de hace diez meses (con la inesperada e histórica mayoría absoluta de Juanma Moreno) no es la foto sobre la que tenemos que realizar la gran pregunta que ya está marcando el debate: si el PP repetirá hazaña el 28-M o será el inicio del vuelco electoral.
No me lo contesta así, obviamente, pero se acerca… Me recuerda que el PSOE ganó en la mayoría de las grandes ciudades españolas, incluyendo Andalucía, y me remite al CIS de febrero donde los socialistas lideran la intención de voto. Aunque es difícil hacer una predicción precisa, ChatGPT se moja: "Los resultados de las últimas municipales y los sondeos más recientes sugieren que el PSOE podría ser el partido más votado en Andalucía y a nivel nacional". ¡Me gusta! Respuesta a contracorriente...
Cierto es que no hay nada más volátil que la política, que los electores no votan igual en todos los comicios (¿candidato o partido?) y que lo que pasa en el mundo también importa... Como esa economía que tan clave fue en la victoria del PP de Rajoy de 2011; esa con que el PP de Feijóo ya se veía en Moncloa y que ahora se empieza a tambalear con la inflación dando señales de contención y el FMI situando a España como líder de la eurozona.
ChatGPT no conoce la cocina de Tezanos ni tiene en cuenta las negociaciones de la izquierda que podrían ayudarnos a construir una foto que será mucho más relevante que la de la noche electoral, la que tiene que ver con quién puede pactar y gobernar. Y aquí es donde me reconcilio con mi amigo el robot. Maneja datos pero no sensibilidades. Analiza y construye relatos pero se le escapa lo más importante: hilar y contextualizar; ir más allá de la pregunta. Y esto, ¡de momento!, sigue siendo muy humano.
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