¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
¿Dónde está la ultraderecha?
Presentación del 27 Festival de Málaga. 19 películas, 11 españolas y 8 latinoamericanas en la Sección Oficial. Cenacheriland en primera plana del 1 al 10 de marzo prevacacional. Estrellas de incienso. En lo turístico-hostelero contraprogramación de destinos fresquitos que nos ponen y ofrecen verde. Pero vamos al cine, cántaro de ilusiones. La evasión prometida y trucudrama. Las películas mutan, atraviesan en caravana far west a la conquista de la butaca. Lo audiovisual se consume seriado a domicilio, como las pizzas. A la carta de ajuste de almohadón y zapping a distancia. Mucha comodidad azuzada con historias protesta y amores perros. Desigualdad e injusticia, corrupción, falta de oportunidades, crisis económica, pérdida de derechos, cambio y batalla cultural, guerras, romances y destellos de risas taquilleras Todo está en el cine para mascar y sentir el rato. En teoría, los viejennials padecemos sobredosis de solitarias horas libres. Por contra, los millennials reclaman más horas de ocio para sus mecanismos. Cada cual que haga con su vida lo que le venga en cama. Conversando con un pensionista, explorando ese destino de paraíso gagá, me comenta el confidente su indignación: desde que se jubiló no ha parado quieto y no dejan de liarle. Le abruman con decenas de encargos. Sus hijos disponen del tiempo de su parienta y el suyo propio sin preguntar. Les endilgan los nietos, las ñapas, los recados y toda clase de encomiendas. Agobian al matrimonio pensionista. Total, que al retiro, ni viajecitos, ni leñes, sólo estrés. Y eso que tiene la paga asegurada, de momento. Estuve a punto de sugerirle que se refugiaran ambos en un cine por lo menos los martes que la entrada está a dos sáncheuros. Incluso que se estirase y fuese en domingo. Eso es, recuperar la magia del cine en pareja. Un vestigio arqueológico a tono con las ruinas del Astoria antes de que todo fuese valla. ¿Se acuerda? Aquella lona en la fachada con el cartel de la película en versión de ilustradores como Pepe Palma. Aventuras de fotocromo en la cristalera de la taquilla, la emoción de lo nuevo, el visite nuestro bar. Cine en familia, más adelante en pandilla… los primeros flechazos y manitas en sesión de a las nueve en casa. Todo un espectáculo antes, durante y tras la proyección. Dan ganas de sacar unas entradas y recuperar esa magia dominguera, mientras llega el festival de cine con su lluvia de biznagas.
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