La Rayuela
Lola Quero
El rey de las cloacas
La convocatoria por sorpresa de las elecciones catalanas ha generado una serie de efectos en cadena de imprevisibles resultados. Es lógico que, en un equilibrio de fuerzas tan inestable donde los partidos que no ganaron las elecciones quieran mantener su menguante poder, cualquier excusa es buena para desgastar al resto. Y ahora se empieza a ver las consecuencias de llamar gobierno progresista a un conjunto de partidos tan antagónicos, por mucho que se vistan de independentistas irredentes.
Cuando de llegar al poder se trata, no hay nacionalismo que valga. Algo así debió pensar ERC al convocar elecciones, tras su infructuosa presentación presupuestaria. Impresiona como este partido, junto con su socio el PSC, se han empeñado tanto en la construcción del complejo Hard Rock de hoteles y casino, que han hecho descarrilar la legislatura en Cataluña. Nadie sabrá si fue una excusa para hacer un adelanto electoral inesperado, pero el cambio de fechas ha puesto a Puigdemont en un brete. Ni puede volver a España ni puede presentarse a elecciones mientras no le perdonemos todos sus delitos y desmanes. Está claro que pactar con un personaje tan estrambótico solo puede llevar a gobernar de sobresalto en sobresalto, generando un capítulo más de esta cansina parodia parlamentaria.
En nuestra sucesión electoral, las vascas también toman protagonismo. El aviso del PNV de que no quería comparar la Gürtel con el caso Koldo, mientras estuvieran en negociación los presupuestos, se acaba de caer de pleno. Pensar que no va a obtener ningún beneficio económico predice el peor de los augurios posibles. Si sacándole al gobierno de Rajoy más de 1.400 millones de euros, fue capaz de traicionarlo al día siguiente con una moción de censura, imaginémonos lo que es capaz de hacer cuando no saque el mínimo redito político. Especialmente cuando se juega unas elecciones autonómicas en las que puede hacer el ridículo, sobre todo si no ofrece a la burguesía vasca que le apoya más que el seguidismo a EH Bildu.
Parece pues difícilmente explicable que el gobierno ahora renuncie a presentar unos presupuestos que lo colocan en una situación tan complicada. La aritmética parlamentaria no se va a basar en buenas palabras, y lo saben. Porque en el fondo solo el interés económico dio lugar a la actual legislatura. Y como bien dice el refrán “Mercader que su trato no entienda, que cierre la tienda”.
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