Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Todo lo que era sagrado
E S justo que vendamos por el precio más alto que podamos, ya que con ese dinero se podrán realizar inversiones y viviendas sociales para los que no pueden pagar lo que cuesta una casa en la ciudad". Las declaraciones del concejal de Urbanismo que recogía El País, tras la polémica suscitada por las subastas de terrenos municipales en la que los ganadores pagaron cuatro veces más que el precio de salida estipulado.
No se refería el responsable municipal a la puja por un solar de hace unos días, donde el pago se multiplicó más o menos en esa proporción. La historia data de diciembre de 1999. El edil que encontró esa justificación, por la que el Consistorio ingresaba más dinero con esas operaciones inmobiliarias, era Francisco de la Torre, hoy alcalde de Málaga.
El regidor se defendía entonces de la oposición, que lo tachaba de especulador por intervenir al alza en la dinámica de los mercados. Pero De la Torre se defendía porque todo era por el bien de los más desfavorecidos.
Dos décadas después, el Omau, un organismo que depende del Ayuntamiento, advertía esta semana que las viviendas que se construyen en Málaga no son asequibles para la población local. La respuesta del alcalde ha sido denunciar que la ciudad sufre un problema de falta de formación que impide a sus habitantes alcanzar un sueldo que permita la adquisición de un piso. Con un sueldo medio de 16.000 euros en la provincia, está claro que hay una baja remuneración por los trabajos en Málaga. Seguro que hay que mejorar la cualificación y la formación de los profesionales locales. Pero también habrá que preguntarse por la responsabilidad de los dirigentes públicos en el modelo económico que propicia que se paguen sueldos de miseria.
Desconozco si la preparación de Isabel Díaz Ayuso o José Luis Martínez Almeida es tan superior a la del alcalde de Málaga para que perciban un sueldo superior al suyo en 22.000 y 32.000 euros, respectivamente. Y sin son peores los ingenieros, sanitarios, periodistas o los policías de aquí para que se admita la justicia de la diferencia salarial con los de la capital. O si un maestro de Zurich en Málaga como mínimo sería catedrático, porque en Suiza cobra 60.000 euros al año.
Cierto que los ingresos suelen ajustarse al nivel de vida y aquí se produce la distorsión. El dinamismo económico de Málaga será magnífico a medio y largo plazo. Pero ahora asfixia a sus residentes. Las viviendas se levantan para los fichajes y se expulsa del equipo a los canteranos.
No se cumplen dos décadas en el poder sin aciertos. Pero hay clamoroso fracasos que no se disimulan con palabras.
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