La Rayuela
Lola Quero
El rey de las cloacas
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Ayer lunes se cumplieron cuatro años de la muerte del maestro Manuel Alcántara. Una fecha, grabada en mi mente y en mi corazón, en la que perdí al gran amigo, a mi hermano mayor, él decía de mí "mi hermano menor (sólo en edad)". Se nos fue el excepcional poeta, el imperecedero articulista de opinión. Sus columnas fueron y siguen siendo un referente en España, tanto por su estilo literario como por sus opiniones cargadas de, sabiduría, ingenio y humor. Fue además un prolífico escritor por mucho que él dijese de sí mismo que era un trabajador fatigable. Nos dejó huérfanos en vísperas de una serie de acontecimientos que, como un tsunami, han sacudido los cimientos del mundo. Nunca hubiese sospechado que una pandemia iba a cambiar nuestra forma de vivir, ni las consecuencias económicas que acarrearía, ni que en el corazón de Europa se pudiese producir la invasión de un país, Ucrania, por la poderosa Rusia de Putin. Cuantas columnas hubiese escrito. Qué jugo les hubiese sacado Manuel y qué enseñanzas nos hubiese traído con ellas. También sobre España hubiese tenido muchos toros a los que dar muletazos columnarios.
Quiero recordar palabras suyas al respecto hablando sobre algunos problemas de nuestro país. Y me ha venido a la memoria una comida que tuvimos con, mi también admirado periodista, Javier Caraballo. El sevillano escritor, tertuliano y analista político de reconocido prestigio, supo aprovechar la ocasión para entrevistar a Manuel Alcántara y sacarle su opinión sobre un tema de actualidad como era, por entonces, la Ley de Memoria Democrática y la exhumación de Franco. Caraballo supo sacarle partido a la comida y escribió aquella conversación-entrevista en un artículo titulado "Alcántara póstumo, memoria y miedo de España" que publicó en El Confidencial.com. Escribió, entre otras muchas cosas, las palabras del maestro hablando de "la necesidad que tiene España de superar el franquismo, algo que solo será posible cuando miremos hacia atrás sin rencor, sin prejuicios; cuando contemplemos el franquismo más allá de la dictadura, también como un periodo de la historia de España que no convierta en sátrapas y cómplices de asesinato a quienes lo vivieron y lo recuerdan con la nostalgia del tiempo pasado". Y seguía diciendo: "Qué país tan difícil es España… La mayor desgracia para una sociedad es una guerra civil, en España todavía colea. El único remedio es el tiempo, pero España es un país tan raro que, cuarenta años después de la muerte de Franco, ha surgido un franquismo retrospectivo". Y continuaba con los razonamientos propios de la sabiduría y autoridad de quién lo ha vivido en sus propias carnes: "Igual que una democracia no garantiza la honestidad y la decencia de todos, una dictadura de cuarenta años no convierte en indeseables proscritos a todos los que la vivieron. Intelectuales, poetas, científicos, empresarios, escritores y hasta políticos". Y terminaba Caraballo el artículo con estas palabras del maestro: "Yo ya no temo nada, pero me preocupa España, el destino, porque lo están poniendo imposible". En aquella comida, que habíamos regado con un dry-martini, habló el sabio, yo hubiese dicho "El Séneca" cuando Manuel hizo un recuerdo del que fue su amigo José María Pemán, maltratado y represaliado, después de muerto, en su propia ciudad de Cádiz. Acabo con estos versos del poema "Frente a Frente" (Plaza mayor, 1961): "Te estoy diciendo, España, que te cuides. Por lo que quieras más, no te suicides".
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