Calle larios

Pablo Bujalance

Dapoxetina para todos

06 de marzo 2010 - 01:00

SEGÚN un informe médico presentado esta semana en Málaga, uno de cada tres varones sufre eyaculación precoz. El que esté libre de pecado, que levante el dedo. Resulta cuanto menos significativo que tal varapalo haya salido a la luz pocas jornadas antes del Día de la Mujer Trabajadora. Eso es mala intención, y no lo de Simone de Beauvoir: ahí están ellas, pegando donde más duele. Lo más revelador es, sin embargo, la reticencia de la mayor parte de los afectados a acudir al médico, a pesar de que en muchos casos un sencillo tratamiento puede bastar para superar el problema. A este contribuyente español que ha visto el patriarcado puesto en duda, que ha soportado años de desprestigio alimentado desde el feminismo en todas sus formas, que ha comprobado cómo la leyenda del macho ibérico caía por su propio peso, le da vergüenza admitir la tara de su hombría, incluso ante su médico. Como tantas veces en la Historia, el perjudicado ha creído, y cree, que negar el mal es superarlo. Pero no: la ciencia, afortunadamente, así como la estadística, vienen de vez en cuando a poner las cosas en su sitio. La mujer se erige como la gran insatisfecha, lo que se corresponde también con cierta categoría mítica (ahí quedaron para la posteridad el Ars amatoria de Ovidio y los ritos castradores de los cartagineses). Así que, en el fondo, las cosas no han cambiado mucho. El varón cree gobernarlo todo porque sabe que en lo más importante no cumple. Ése es su consuelo. Y la mujer, a la que por razones obvias no se le puede ocultar el trago, espera el momento idóneo para sacar partido.

No hace mucho, los médicos recitaban antidepresivos a los pacientes, ya que presentan el retraso de la eyaculación como efecto secundario. Ahora cunde cierto fármaco con la dapoxetina como principio activo. No hay excusas: el orgullo, como quiso Galdós con el honor, se parece a un montón de mierda. Bien merece la esposa un revolcón de órdago.

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