Dar la cara apartándose

Análisis de las declaraciones de Caminero y Jofre

El contexto de la crisis del Málaga tras la intervención de Caminero y Jofre

Una imagen de la rueda de prensa de Caminero y Jofre.
Una imagen de la rueda de prensa de Caminero y Jofre. / Javier Albiñana

24 de septiembre 2019 - 05:46

El Málaga está en riesgo. No es que no se hubiera contado ya. De hecho, a cualquiera le resultaría sencillo encajar las piezas y corroborarlo. Lo novedoso es que te lo cuenten Joaquín Jofre y Caminero con luz y taquígrafos. El primero se estrenaba delante de los micros y el segundo había limitado sus apariciones a contadas presentaciones de futbolistas o técnico. Ambos han sido las dos piezas principales del club en los últimos tiempos y se les puede y debe valorar el hecho de tener que ejercer sus funciones (y alguna extra) en una atmósfera tan peculiar como la del Málaga, con un presidente caprichoso e incapaz que manda a que le traduzcan la rueda de prensa en vivo y la torpedea con otro enigmático (por ser suave) tuit lleno de reproches.

La indecencia de los Al-Thani, sin embargo, no puede ser el eterno chaleco antibalas para todos los que se suben al barco de Martiricos. Muchas de las respuestas fueron esquivas, sujetadas con pinzas o directamente poco loables. Dio la sensación de que se asumieron ciertos fallos con la boca pequeña pero no una responsabilidad real. Ante tal puesta en escena, es complicado que los mensajes optimistas –hubo alguno– calen. El discurso a menudo lo sostiene la credibilidad de quien lo ejecuta. Y Caminero y Jofre tienen el nivel de aceptación popular por los suelos.

Al-Thani y su séquito de ¿ejecutivos? bien remunerados son una diana permanente. Eso ya no funciona. Por supuesto que se sabe que no hay culpable mayor que el sheikh, al que tan honorable título le queda gigantesco. Sin embargo, un gestor digno y valiente recoge sus cosas y se marcha ante una crisis tan demoledora como la del Málaga.

Provoca verdadero pavor pensar que la solución está en manos de los causantes. Si al menos se hubiera explicado en condiciones el plan de viabilidad del club, habría algo a lo que aferrarse. Si hubiese una medida tangible que echarse a la boca y no un cúmulo de obviedades, la llamada a la “unidad” quizás podría funcionar. Pero, de momento, el cambio es que no hay cambio más allá de que el jeque ahora escucha (cuando escucha a alguien) a unos asesores y no a otros. La misma película de esta última década repetida. Cada secuela con peor guion, con peor reparto y atisbando el final de una franquicia que se agota. Y ya se va deslizando que LaLiga no cree que en ese maravilloso pan para multiplicar panes y peces.

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