¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
¿Dónde está la ultraderecha?
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Las elecciones andaluzas han tenido un nítido ganador y una ristra de perdedores. La estrategia de Moreno Bonilla ha tenido éxito. Se ha presentado como un presidente por encima del partido, con una imagen inmaculada y un mensaje positivo, sin enfrascarse en debates políticos. Sin duda, ha acertado. La sociedad andaluza pospandémica quiere recuperar la vida que no hemos tenido en los años anteriores. Y en todos nuestros lugares de encuentro, desde la Virgen de la Cabeza o el Rocío a la Tarasca, estaba Moreno Bonilla, sin decir nada que molestara a nadie sino simplemente haciéndose fotos.
Antes de la convocatoria electoral ya estaba en una posición ventajosa. Las encuestas le daban una aprobación del 70% y una valoración por encima del 6. No es normal esa valoración en la política actual. Era el síntoma de que había disfrutado de una legislatura sin desgaste. No ha tenido que tomar decisiones duras durante la pandemia sino que se ha limitado a intentar empatizar con la ciudadanía y quejarse del Gobierno de España. Tampoco se le recordara ninguna acción relevante de gobierno en estos años, más allá de eliminar el impuesto de sucesiones a los que heredan más de un millón de euros o el impuesto de donaciones. Pero, en la práctica, ha gobernado sin oposición, con un PSOE descabezado hasta hace apenas un año y una izquierda a su izquierda inmersa en un enfrentamiento cainita. Si a ello le sumamos el control prácticamente absoluto de los medios de comunicación andaluces y una ultraderecha desaforada, que le ha permitido presentarse como moderado e incluso como parapeto frente a ella, tenemos el contexto en el que se han celebrado estas elecciones.
A partir de aquí, la oposición de izquierdas debe dedicarse a hacer oposición. Podemos intuir que la estrategia seguirá siendo la misma. Vamos a seguir viendo publirreportajes de Moreno Bonilla por toda Andalucía. Y esas fotos intentarán ocultar el deterioro progresivo de los servicios públicos. Tras el resultado electoral, continuará el proceso de privatización de la sanidad, la atención primaria seguirá deteriorándose, las aulas en los colegios rurales van a seguir cerrándose, se crearán esas anunciadas pseudouniversidades privadas para que compren títulos quienes puedan pagarlos o el cambio climático va a continuar siendo una cosa de progres, mientras la vuelta ciclista llega a un Veleta cubierto de arena del desierto. Ciertamente, la oposición no lo va a tener fácil en esta legislatura pues tendrá que contrarrestar el control social que ha logrado Moreno Bonilla. Pero tiene que empezar ya. No puede perder un minuto.
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