Enfrentarse a Vox

Más positivo sería centrarse en combatir sus mensajes y en refutar las falsedades

02 de mayo 2021 - 01:42

Al final, Vox, en la carrera electoral madrileña, ha conseguido un protagonismo excesivo. Su provocación en el encuentro celebrado en la SER lo ha convertido en un referente permanente de la campaña. Creo que ha sido un error negar a Vox una silla en los siguientes debates electorales. Puede ser comprensible que, después de la actitud desafiante de la candidata de este partido en ese momento, alguno de los intervinientes abandonaran el estudio. Pero hacer de este incidente un elemento central de la campaña y mantener la negativa a compartir otros debates programados agranda la importancia de ese grupo político. La pretensión de ignorar a la fuerza de extrema derecha no surte efecto en una sociedad democrática porque tiene infinidad de medios para estar presente en el debate electoral. Más positivo sería centrarse en combatir sus mensajes y en refutar las falsedades sobre las que habitualmente apoyan sus discursos. Una acción coordinada y contundente para rebatir y desmontar bulos y falsas noticias es mucho más efectiva que negarle la palabra en un debate electoral.

Otra cosa distinta es exigir el llamado cordón sanitario o cerco institucional. Se trata aquí de hacer justamente lo contrario: evitar que mediante pactos consiga una influencia desproporcionada y que puedan contaminar una determinada acción de gobierno. El primer paso que en este sentido tiene que dar la izquierda es decidir si lo que pretende es rescatar al PP y a sus votantes del los brazos de Vox o su planteamiento pasa por forzarlo a que se entregue a ese partido sin remedio. Porque si se trata de lo primero, la actuación debe ser colaborativa y apoyar cualquier iniciativa que permita esta deseable separación. No hay que olvidar que en Francia, país que siempre se pone de ejemplo para hablar de esta estrategia, se requirió que los partidos de izquierda recabaran el voto para un dirigente de centro derecha y así evitar el triunfo del populista radical Jean-Marie Le Pen. No se trataría, en estos casos, de crear gobiernos de concentración, ni tan siquiera pactos parlamentarios, sino simplemente prestarle a la derecha, si fuera la única fuerza con opción de gobernar, los votos necesarios para hacerlo y evitar que tenga que recurrir al apoyo de Vox, para así impedir que esta fuerza política imponga políticas reaccionarias, xenófobas, racistas y homófobas. Si el PP rechazara este apoyo quedaría claro hasta dónde llegan sus convicciones democráticas y cuál es su connivencia con el populismo.

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