La Rayuela
Lola Quero
El rey de las cloacas
Crónica levantisca
La Punta del Boquerón es uno de los enclaves más bellos del Atlántico andaluz. Se lo debemos al juego de las mareas en el Caño de Sancti Petri, al Levante, al Poniente y a los militares, pues estas playas se salvaron del desarrollismo de los años sesenta y setenta porque eran de uso de la Marina. En la desembocadura de este caño, que conecta el saco interior de la Bahía de Cádiz con el Atlántico, por donde la pérfida Albión buscaba sus asaltos, está el pequeño islote donde se supone se situó el templo de Melkart que construyeron los fenicios de Tiro al fundar Gadir allá por el siglo VIII antes de Cristo. Y digo se supone porque coincide con las descripciones de Estrabón y Posidonio, aunque como aconsejó el arqueólogo jerezano Manuel Esteve en su búsqueda de restos tartésicos hay que leer menos a Avieno y excavar más.
Ahora que a la tecnología se le suponen los mismos poderes que a los antiguos dioses, la Consejería de Cultura y la Universidad de Sevilla han protagonizado una metedura de pata de magnitud similar al de este templo cananeo. Los errores son comunes, pero no es adecuado que el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico y la delegada de Cultura de Cádiz se hayan lanzado a una piscina donde había tan poca agua. O tanta, porque el error de los investigadores ha sido utilizar una tecnología de reconocimiento topográfico que no se debe emplear en el agua, tal como habían advertido esos mismos días investigadores de las universidades de Cádiz y Córdoba, además de un doctorando sevillano.
Es posible que este templo, citado en la antigüedad como el lugar donde Julio César lloró bajo la estatua de Alejandro y que los fenicios empleaban como una suerte de notaría sagrada para sus transacciones comerciales, esté situado o en este islote o cerca de allí, ya que se vienen encontrando bastantes restos de la época. Puede ser allí, en efecto, o el cercano Cerro de los Mártires o a lo largo de la playa de la Cortadura, lo cierto es que habrá que dar con algún muro, sillar u otra evidencia material. Los fenicios dejaron la costa andaluza jalonada de colonias, y hay plena constancia material de muchas de ellas, en el Guadalhorce, en Chiclana, en El Puerto, en Cádiz, en Huelva. Tampoco es tan grave.
Sí lo han sido las prisas de Cultura por anunciar un estudio que no sólo estaba falto de madurez, sino de un mínimo ejercicio de contraste.
También te puede interesar
La Rayuela
Lola Quero
El rey de las cloacas
´¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Esplendor del Palacio Real
Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Los que manejan el mundo
Envío
Rafael Sánchez Saus
Luz sobre la pandemia