La Rayuela
Lola Quero
El rey de las cloacas
La chauna
Lo del café para todos no era del gusto del pancatalanismo pujolista y el egoísmo peneuvista. En aquella España preautonómica de la igualdad entre territorios, el hecho diferencial catalán y vasco pretendía rancho propio y exclusivo. La UCD de Suárez especulaba con algunas soluciones para una nueva Constitución de autonomía legislativa para País Vasco, Cataluña y Galicia, y un mejunje de cierta autonomía administrativa para los demás territorios de la España insular y peninsular, la "Constitución de Gades". Clavero Arévalo urgió soluciones distintas para incorporar el derecho de Andalucía a ser considerada en régimen de igualdad con los territorios denominados "históricos". "No vamos a ser menos", era su inconformista grito andaluz.
En el sanchismo no queda nada de aquel socialismo del café para todos, ni del PSOE de Escuredo o Borbolla que emergió contra los privilegios como nunca a costa de los mismos de siempre. Dicho sea tras conocer la España multinivel de Sánchez que llama la atención por la descarada renuncia al socialismo histórico que anteponía la igualdad ante cualquier diferencia territorial; aquel PSOE para el que los derechos de las personas eran preferentes a las pretensiones de unos territorios anquilosados en su egoísmo supremacista.
Ese multinivel que ofrece Sánchez debe referirse al privilegiado encaje institucional que el sanchismo pretende de quienes se distinguen por intentar romper lo que la Constitución protege. Debe ser ese pago preferente a quienes niegan la solidaridad que a otros se exige. Darle a Urkullu 220 millones de euros para que asista a la Conferencia de Salamanca. Intentar gratificar a ERC para que Aragonés cambiara Waterloo por la ciudad castellana. Ese multinivel debe ser un sistema legalizado que pretenda regar el apoyo de Cataluña y País Vasco con miles de millones mientras amenaza la autonomía financiera, legislativa y ejecutiva de Madrid, Murcia o Andalucía. La España multinivel de Sánchez debe ser un agravio constante hacia los demás para que el supremacismo catalán y vasco no le dejen tirado en sus ansias infinitas de poder. Esa España multinivel de Sánchez busca, emulando a Franco, incentivos y ayudas para que las empresas catalanas huidas vuelvan al redil del Govern. Un multinivel que pone el acento en atacar a la capital del Estado como eje del agrado separatista. Como los británicos, los aliados de Sánchez aprueban la igualdad siempre que se acepte que ellos son superiores.
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