¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
¿Dónde está la ultraderecha?
La colmena
Una de las películas más duras e incómodas que recuerdo es El crimen de Cuenca. La obra que Pilar Miró llevó a la gran pantalla en los 80, basada en una novela de Ramón J. Sender en la que denunciaba las redes caciquiles de la época, ha terminado pasando a la historia (al menos la del Derecho español) por la crudeza con que narra las torturas de la Guardia Civil tras un asesinato que nunca tuvo lugar y un flagrante caso de negligencia judicial.
He revivido el espanto de las torturas este fin de semana por culpa de Ken Loach y El viento que agita la cebada. Tiempos distintos, espacios distintos, pero las mismas atrocidades y la misma sinrazón. De lo rural a lo global. La cinta consiguió la Palma de Oro en Cannes y los algoritmos de Movistar han pensado que me podría gustar. Han acertado, pero con reservas. El mérito es de Cillian Murphy, el actor irlandés que ya me atrapó en 2013 cuando empezó a protagonizar Peaky Blinders y, en mi retina del inconsciente, se ha quedado mitificado en la compleja madeja de nobleza y maldad que destila Tommy Shelby. Con casi veinte años menos, interpreta a un joven médico que cambia su futuro en Londres por la niebla y la hambruna de la guerra de secesión de Irlanda de 1919.
Otros algoritmos, los de los trending topics de Google, me han puesto en la pista del lío que se ha montado con la Estrella Galicia y la Guardia Civil. ¡Más torturas! Les resumo: se difunde por redes una foto de botellines de la popular cervecera con el escudo de la Benemérita a modo de homenaje y el community manager tarda segundos en replicar que todo es un montaje y que “jamás se les ocurriría colaborar con organizaciones criminales ni torturadoras”; que “algún tarado” habrá impreso las etiquetas. Unos bits después, más desmentidos: desde el perfil oficial de la empresa aseguran que el community manager no existe… ¿Entonces?
¡Pues ni idea! Estoy tan “incrédula y estupefacta” como Scarlett Johansson por la (supuesta) usurpación de su voz por parte de OpenAI para “humanizar” a su nuevo asistente virtual. Dice la actriz que rechazó una oferta para poner su voz a Sky pero que ha salido al mercado y ni sus amigos más cercanos reconocen la diferencia. El CEO asegura que es una voz natural de otra actriz que se le parece mucho. ¿Quién lleva la razón? ¡Pues ni idea!
En este punto de la película, estoy por no moverme del sofá. ¡Cuántas certezas en bn y luego en color! Eso sí, ¿qué hago con mis quintillos de Estrella? ¡Ni idea!
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