La Rayuela
Lola Quero
El rey de las cloacas
Alto y claro
Ni el adivino mejor dotado para vislumbrar el futuro le hubiera pronosticado hace cuatro años a Juanma Moreno que iba a afrontar una campaña electoral como la que empieza mañana. Con el viento de cola como nunca antes lo ha tenido el Partido Popular en Andalucía, las encuestas colocándolo cada día un poco más cerca de la mayoría absoluta, el PSOE desarbolado y sin capacidad de pegada, Macarena Olona y Vox que resultan no ser tan fieros como los pintaron y con Ciudadanos desaparecido para siempre en combate, todo se pone a favor de que el 19 de junio sea un paseo militar para los actuales inquilinos de San Telmo.
Bueno, todo no. El exceso de confianza puede jugarle una mala pasada al PP. No sería la primera vez que el ganador indiscutible de las encuestas se encuentra luego que electorado le da con las puertas en las narices. Que se lo pregunten a la Susana Díaz de 2018 o al Javier Arenas de 2012 y sus pírricas victorias que sólo sirvieron para terminar de hundirlos. O, en sentido contrario, que se lo pregunten al propio Juanma Moreno al que una derrota convirtió en presidente y a partir de ahí ha tenido la habilidad de construir un personaje que suscita escaso rechazo y que proyecta confianza.
El núcleo duro del PP andaluz, el escaso número de personas que están más cerca del presidente y que elaboran las estrategias de campaña, asegura una y otra vez que las elecciones no se dan por ganadas y que se trabaja con la hipótesis de que cualquier cosa puede pasar. Pero hay que tener una mente extraordinariamente fría -y la política no es proclive a ello- para no dejarse influir por el optimismo que se respira en el PP. Y no sólo en los cuadros del partido. También entre los votantes, que son los que al final pueden darlo todo ya por hecho y dedicar un caluroso domingo de finales de junio a la playa o a cualquier otra cosa que los aleje de las urnas.
Seguro que las deserciones de última hora no harán peligrar el triunfo del PP. Pero sí pueden hacerlo depender de Vox y ello pondría las cosas muy difíciles. Tendríamos una legislatura que sería cualquier cosa menos el modelo de estabilidad que ha sido la que ahora ha concluido. Y conocemos a Juanma Moreno gobernando con todas las circunstancias a su favor, incluido un socio de coalición incapaz de dar un solo problema. ¿Pero qué pasaría si el coaligado se dedica a poner todo tipo de palos en las ruedas? Una incógnita que mejor sería no explorar.
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