El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
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EL JARDÍN DE LOS MONOS
Entrando por la Puerta de Pile, la avenida de Placa comienza en la plaza Poljana Paska Milicevica y termina en la plaza Luza, o plaza de la Logia, que fue el centro administrativo de la República de Ragusa. Curiosamente, si en la primera nos encontramos con la Gran Fuente de Onofrio, en esta última nos vamos a encontrar con la Pequeña Fuente de Onofrio que es una reproducción a escala de aquella.
En Luza, donde está presente la esencia del alma ragusea, nos contemplan muchos siglos de republicana independencia. Por ello quiero comenzar recordando a su más grandioso poeta barroco, Ivan Gundulic (1589-1638), recitando estos versos suyos: Oh bella, oh amada, oh dulce libertad, / Dios nos ha dado todos los tesoros contigo, / eres la verdadera fuente de nuestra gloria… Antes de abandonar la zona del barrio judío es del todo imprescindible visitar el Monasterio de los Dominicos, cerca de la Puerta de Ploce. Veremos uno de los más grandes tesoros del patrimonio arquitectónico raguseo.
Muy pronto se estableció en Dubrovnik la Orden de los Predicadores (dominicos), fundada en 1216 por Santo Domingo de Guzmán (la fundó en Toulouse para contrarrestar la herejía cátara que se extendía por el sur de Francia a la velocidad que arde la pólvora). Se instalaron en 1225, aunque las obras de la iglesia y el monasterio se terminarían ya en el siglo XIV. Dado que el sitio elegido para levantar el monasterio era uno de los puntos más débiles de las defensas de la ciudad, no tardaron en incorporarlo a las murallas quedando totalmente integrado en ellas. Una alta y airosa columna cuadrangular, de estilo gótico, en la que ondea la bandera de la ciudad (o la de Croacia), se alza en el centro de la plaza Luza y, en ella, en una de sus caras, elevada del suelo por una bonita peana, se halla la estatua del héroe medieval Orlando, Roland o Roldan, según le nombremos en italiano, francés o español. Orlando murió en el año 778 en Roncesvalles (Navarra), en una emboscada que le tendieron los vascones después de que las tropas carolingias tomaran Pamplona.
Orlando era sobrino de Carlomagno y la leyenda lo convirtió en el icono de los caballeros medievales. Su figura está presente en todo el norte y centro de Europa a partir de divulgarse el cantar de gesta La chansón de Roland en el siglo XI. Su fama se fue acrecentando con la publicación de obras posteriores, como el Orlando innamorato (1486), un poema épico escrito por el italiano Matteo Maria Boiardo, o el Orlando furioso (1532), escrito por Ariosto, en el que se basó Vivaldi para componer su ópera homónima en el siglo XVIII. Pero entonces ¿qué hace Orlando en una ciudad tan meridional como Dubrovnik, en el sur del Adriático? Pues se debe a que, según la leyenda, salvó a la República de Ragusa de ser invadida por los árabes. Pero, según la realidad, es más probable que su estatua esté en Dubrovnik porque, en el siglo XV, la República de Ragusa estaba bajo la protección del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y rey de Hungría-Croacia, Segismundo de Luxemburgo que era conde de Brademburg, región en la que abundaban las columnas dedicadas a Orlando por las que sentía pasión.
Así que un buen día, a comienzos del siglo XV, los habitantes de Dubrovnik se despertaron con una estatua suya, tallada en piedra por el escultor italiano Bonino di Jacopo, presidiendo la plaza Luza. Fue colocada allí como muestra de respeto y vasallaje al emperador teutón. La estatua, que sostiene una espada en la mano derecha y está encastrada en la columna que sostiene el mástil de la bandera, fue tomada por los ciudadanos raguseos como símbolo de la libertad e independencia de la República de Ragusa. Se convirtió en el lugar de celebración de todos los actos importantes de la ciudad, incluidos los castigos públicos, y Orlando adquirió una importancia especial; hasta para el comercio, ya que la longitud de su antebrazo derecho fue adoptada como unidad de medida, a la que llamaron “codo raguseo” que equivalía a 51,20 centímetros.
Recorriendo Luza de izquierda a derecha, quedaremos subyugados con el impresionante Palacio Sponza. Sobreviviente del terremoto de 1667, este monumental y peculiar palacio de estilo gótico-renacentista reúne gran parte de la historia de la ciudad. Sponza proviene de spongia o esponja y hace referencia al lugar donde se encharcaba la lluvia. Allí se construyeron un conjunto de edificios administrativos que conforman el palacio. Palacio denominado también Divona (dogana), o sea, de la Aduana que allí estuvo en tiempos de la República. También acogió la Casa de la Moneda, el Banco, el Tesoro y la Armería del estado. El continente de todas estas dependencias estatales es cuadrangular y fue diseñado y construido por el arquitecto local Paskoje Milicevic. Sobre el arco del atrio del palacio figura una inscripción en latín que muestra la importancia que tuvo el comercio en la República de Ragusa. Dice así en español: “Nuestras pesas no permiten engañar ni tampoco ser engañados. Cuando peso la mercancía, a mí me pesa el Dios mismo”. En ese arco colgaban una balanza.
Este bellísimo y a la vez funcional palacio, también acogió el raguseo Parnaso: la “Academia de los Acordados”, fundada a mitad del siglo XVI por un grupo de poetas locales. Actualmente acoge el Archivo de Dubrovnic que guarda toda la documentación de la República desde el siglo XII hasta el siglo XVIII, en el que por dictamen de Napoleón desapareció, y otros muchos documentos, no menos importantes, relativos a los siglos XIX y XX. Por su singularidad, calidad y cantidad es uno de los archivos históricos más importantes del mundo.
Junto al Palacio Sponza, se encuentra la Logia de las Campanas, de 1463 (restaurado en 1952), que acoge las campanas que servían para alertar a la población en caso de siniestros o peligros. En la planta baja, un arco apuntado permite la salida hacia la Puerta de Ploce y el puerto. Lindando con ella, frente a la calle Placa y la columna de Roland, se encuentra la Torre del Reloj (Campanario de la Ciudad), construido en 1444. Tras varios terremotos en el siglo XIX, la torre quedó con una verticalidad deficiente que amenazaba su estabilidad por lo que fue reconstruido en 1929. Al reloj se le incorporó una aguja para marcar las fases de la luna y a la campana dos estatuas de bronce, conocidas como Maro y Baro, que anuncian las horas. Se les llaman también los “Zelenci” por la pátina verde que lucen (en croata el color verde se llama zelena). Los originales están en el Museo de Historia del Palacio del Rector.
A continuación está el palacio de la Gran Guardia, del siglo XV, rehabilitado en 1706 por el arquitecto y escultor veneciano Marino Groppelli. Es muy curiosa la monumental portada barroca que diseñó, ya que la piedra clave del arco de medio punto de la entrada está tallada con forma de cabeza y rostro de un guerrero. Junto a la entrada del palacio de la Gran Guardia podremos admirar la Pequeña Fuente de Onofrio, realizada por éste para celebrar la terminación del sistema de abastecimiento de aguas a la ciudad. Esta bellísima fuente, decorada por el escultor milanés Pietro di Martino, abastecía el mercado de Luza, pero solo podía ser usada por los cristianos. Cerca había otra para los judíos, ya que el agua, en aquella época, tenía sus connotaciones religiosas.
Lo cierto es que esta fuente, como todo Dubrovnik, es fascinante, porque Dubrovnik es una maravillosa partitura en la que se conjuga la armonía y la gentileza. Armonía en su naturaleza, urbanismo y arquitectura. Gentileza en todos sus hijos.
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