El mundo de ayer
Rafael Castaño
Tener un alma
Letra pequeña
ESTAMOS admitiendo con preocupante indiferencia que los cargos públicos de la provincia pasen más tiempo declarando ante el juez que ante los periodistas. Entre tanta denuncia relacionada con la construcción ha destacado que al alcalde de Sierra de Yeguas, Rafael Sánchez Lavado, se le acuse de delitos contra la libertad sexual. Su partido, el PP, ya se lo ha quitado de encima, aparcando la costumbre de mantener en su sitio a los cuestionados hasta que se los lleva el furgón policial. No nos ilusionemos: más que un caso de escrúpulos parece un movimiento estratégico.
Después de Marbella, Alhaurín el Grande; y Estepona, y Sierra de Yeguas y… cualquiera sabe qué nos depara la Historia Provincial de la Infamia. Van citando a los alcaldes y luego a los concejales. Por riguroso orden de lista. Al mando del Ayuntamiento de Estepona han puesto finalmente a David Valadez. Valadez es un socialista incómodo; denunció ante sus superiores en el partido, con un fracaso arrollador, los tejemanejes del hasta hoy inocente Barrientos. Y ahora asciende porque quedaban pocos mejor colocados en el escalafón que tuvieran las manos limpias de polvo de cemento. A la vez que se airea la putrefacción esteponera, la dirección provincial del PSOE recuerda que en Alhaurín el Grande sigue encabezando el Ayuntamiento Juan Martín Serón, componente del PP igualmente pringado, aunque no condenado. Los suyos lo respaldan: que no es culpable y que no necesita irse (si se fuera, creen, él y el partido quedarían peor). En cuanto al supuesto rijoso de Sierra de Yeguas, los compañeros lo han soltado como lastre. No hace mucho su conducta se habría considerado una veleidad, una canita al aire, un no somos de piedra. Hoy no se consiente. Forrarse el riñón con dinero de todos está mejor visto que dejarse llevar por las criadillas.
Aún así, el PSOE, a lo suyo. Por qué en Sierra de Yeguas y no en Alhaurín el Grande. Que si el doble rasero y las dos varas de medir. El propio Sánchez Lavado achaca su expulsión a la inquina de Joaquín Ramírez, el presidente provincial del PP. Pero aparte de eso, la opinión pública no acepta a un (presunto, siempre presunto) violador y sí a un mangante consistorial. El partido guarece a Serón, que sale de los juzgados entre una lluvia de besos; muchos de sus votantes reincidirán si se presenta otra vez. Aunque Valadez intentara destapar la olla podrida de Estepona, Barrientos tenía tirón: permaneció en su silla hasta que lo levantó un juez. Y si Sánchez Lavado perdió el carné es porque se convertía en una fastidiosa carnaza de los medios y la oposición. Prometió para hoy una rueda de prensa espeluznante. Culpable o libre de culpa, raro es que diga algo nuevo. Ya sabemos que las piezas se sacrifican cuando conviene: gambitos y contragambitos de una partida de ajedrez que suele acabar en tablas y en las páginas de los tabloides.
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