¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
¿Dónde está la ultraderecha?
Una de las fórmulas para comprobar la solidez de un candidato es verlo cómo se mueve en el campo contrario. En el caso de Juanma Moreno, por ejemplo, en una entrevista en la Ser. La conclusión es que estamos, hoy en día, ante un candidato imbatible. Por ejemplo, más allá de cuidar las maneras para que ninguna respuesta soliviantase a la entrevistadora, escogió ese medio para distanciarse hasta el infinito de Vox. "¿Ha dicho violencia de género?", le advertía su interlocutora. "Sí claro, violencia de género", remachaba el candidato popular. Superado el principal escollo, luego a colocar mensajes sencillos: hemos atravesado una pandemia; las cosas van mejor, pero nos queda mucho por recorrer y no se me puede pedir que en tres años y medio le dé la vuelta a una herencia socialista de casi cuarenta. Fin del discurso.
Salvando las distancias, el Gobierno de Moreno ha sido un copia y pega de la gestión de Elías Bendodo en la Diputación. El Caminito del Rey, que el PSOE fue incapaz de restaurar, la Senda Litoral y unas cuentas equilibradas. Por simplificar, Moreno exhibe como gran hito la reapertura del Hospital Militar de Sevilla. Y añade los mantras de la simplificación administrativa, como si en Andalucía se hubiera desterrado la burocracia de su Administración. Y la bajada de impuestos.
Pero lo más cualitativo de su gestión, más allá de las medidas y el anuncio de planes con sabor a marketing, es que ha dirigido un gobierno de "no molestar". El cartelito que colgamos a determinadas horas en las habitaciones de los hoteles. Si por las circunstancias, la falta de competencias y las evidentes limitaciones económicas, un gobierno autonómico carece de posibilidades para solucionar los principales problemas, que no estorben.
Salvo sorpresa mayúscula, Moreno ganará las elecciones el 19 de junio. Si consigue continuar en San Telmo con un gabinete a su gusto, ya le será imposible mantener este discurso que tan buen resultado le ha dado. La misma máxima se le puede aplicar a su principal oponente. En laCope, Juan Espadas acabó ensalzando sus cuatro años como alcalde de Sevilla, por su capacidad para pactar con la izquierda y Ciudadanos.
Pero ése es su problema, continúa siendo un gran desconocido fuera de su feudo. Y el objetivo es otro, a no ser que ya se conforme con vencer en la votación de su ciudad. Si usáramos un símil ciclista, en esta campaña, al candidato socialista siempre se le ve a distancia del líder. Hasta ahora no ha tomado la iniciativa, se ha limitado a replicar las declaraciones de su contrincante. Y si encima le auxilia una lluvia de ministros en el peor momento, más difícil que a Poulidor.
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