El mundo de ayer
Rafael Castaño
Tener un alma
Todos tenemos un resorte vital que nos desliza hacia la madurez. Tristemente, suele gozar de mayor poder de convicción un acontecimiento triste, parecemos programados para solo paladear el tuétano de la vida cuando la vemos peligrar. Tras un primer serio aviso cuando un amigo falleció en accidente de coche, a mí se me terminó de reconfigurar en la cabeza la palabra "hoy" al conocer a Pablo Ráez, cuando oí a unos metros de él su memorándum de cómo debemos bebernos la vida en el aquí y ahora; cuando vi en persona cómo nos intentaba convencer con dulzura y crudeza que nosotros íbamos a poder disfrutar de algo que para él tenía una fecha de caducidad inminente. Aquella mañana sentí un escalofrío diferente, y enseguida entendí que tenía una deuda moral para vivir de lo que a él, cruelmente, se le iba a negar en el futuro. Así que hoy, que eres una persona que se siente enamorada hasta las trancas. Hoy, que no concibes que mañana no seguirás compartiendo la vida con ese ser tan especial. Hoy, que eres presa de esa energía arrebatadora que confiere el percibir que esos sentimientos tan lindos son bidireccionales, te invito a leer mi artículo. Todos deberíamos tener bien claro que solo existe el hoy. Aunque sea inevitable alumbrar que en el futuro esa felicidad presente seguirá regando nuestros días.
Hoy no es una palabra mágica, sino necesaria. El pasado nos arrastra hacia la depresión, el futuro nos instala en la ansiedad. Entre los inevitables recuerdos y las peligrosas expectativas, el presente aparece como balsa salvavidas. Solo es hoy donde podemos combatir los fantasmas de épocas anteriores que nos quieren volver a atacar, solo hoy se pueden construir los cimientos de los castillos que únicamente tendrán el aire como base si los depositamos en proyectos del mañana. Tener hijos, comprar una casa, plantear una boda o querer envejecer junto a otra persona son deseos lícitos que difícilmente se pueden encadenar cuando uno los siente. Pero siempre sin perder la perspectiva del ahora. El futuro no es sino la suma de todos los hoyes que sacaremos adelante. ¿Quieres tener un hijo? Demuéstrale hoy la clase de padre o madre que puedes ser. ¿Quieres comprar una casa? Desnuda tus virtudes y miedos en la convivencia, muéstrate hoy como si fuera cualquiera de los 365 días. No hay mayor prueba de honradez que esa si quieres dar a entender a alguien que en cualquier hoy del calendario vas a reaccionar así. ¿Te quieres casar? No pronuncies votos, llévalos a cabo. Corre a celebrar con tu pareja la salud que tenéis hoy, y no hace falta un viaje o un restaurante caro para ello, en el mismo sofá de casa lo podéis hacer; cuídala si hoy la enfermedad la tiene mermada, deja claro que puedes atender a tu pareja si ella te pide su ayuda hoy. Que la riqueza no ciegue tu humanidad si hoy tienes la suerte de andar bien económicamente; que la pobreza, si ese es tu escenario actual, no mengüe tu manera de demostrar tu amor, que es de las pocas cosas que no puede comprar el dinero. ¿Quieres envejecer junto a esa persona? No se lo prometas, no está en tu mano saber qué hay más allá del hoy. Así que haz actos sinceros que te permitan formar parte de sus arrugas de expresión hoy, disfruta del día actual con ella de manera que en otro hoy del futuro puedas tener un sitio de honor en alguna de sus canas. Es más, para qué envejecer con esa persona si hoy podéis rejuvenecer los dos. Si podéis gozar de un día moldeado por vuestros gustos y lugares comunes, sentiros como niños que no miran el reloj ni el qué dirán.
Hoy no esperes a que te den una mala noticia. No esperes a que tu actual estado de felicidad te impida percibir que solo lo tienes garantizado hoy. Tienes hasta que te quedes dormido para reflexionar sobre ello y demostrarlo. Mañana seguramente tengamos la suerte de tener otro hoy. O no.
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