¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
¿Dónde está la ultraderecha?
Voces nuevas
Elegido miembro de la Real Academia Española en 2006, Javier Marías ha sido uno de los escritores que más prestigio internacional ha logrado dentro del panorama de la narrativa española actual.
La noticia de su fallecimiento hace unos días me sacudió, al igual que a muchos españoles, e hizo que me interesara más por su vida y obra. Algo que ni siquiera consiguió en su día la asignatura de Lengua Castellana y Literatura en la carrera (nos obligaron a leerlo y copié en el examen). Quizá lo que nadie me contó es que su padre, como el mío, fue un enamorado de la lengua y defendía sus ideales contra todo y todos. Que tuvieron que enseñarle a escribir bien, porque lo hacía al revés, de derecha a izquierda con su mano zurda. Que leía "solo lo que le gustaba" y que se ganó su primer sueldo traduciendo guiones sobre Drácula para su tío, el director de cine Jesús Franco.
Aunque debo reconocer que lo que más me gustó del gran Javier Marías, fue una cita que encontré mientras indagaba en Internet sobre su pasado. Bueno, en realidad fueron dos.
"..y lo que me hace levantarme por las mañanas sigue siendo la espera de lo que está por llegar y no se anuncia, es la espera de lo inesperado, y no ceso de fantasear con lo que ha de venir".
En pleno mes de septiembre creo que nos sirve de inspiración a todos, porque aunque no ha comenzado un año, para muchos es el inicio de un nuevo curso o de una nueva etapa. Septiembre es la oportunidad, la esperanza, la energía renovada.
Y luego, me topé con esta: "En España, la carrera de un creador es la imagen de alguien que está en el agua y se esfuerza por salir mientras algunos le empujan hacia abajo". Fue verla y lo tuve claro. Quiero leer a ese Javier Marías que no supieron "venderme" en la Licenciatura. Quiero ser como ese creativo, hijo de un amante de las letras, que llegó a estar entre los grandes y del que hoy escribe una tía cualquiera en el diario de su provincia. Porque si él estuvo en el agua, lo empujaron hacia abajo y no se hundió, merece ser retratado. Porque si su recuerdo sigue así de vivo, igual, el día de mañana, sí querrán conocerlo quienes como yo, se resistieron en un primer momento a sus encantos. Porque pelear siempre tiene sus frutos y porque perseguir sueños, aunque intenten despertarte, hoy, mañana y siempre valdrá la pena. Si no, que se lo cuenten a esos locos que ahora viven con San Pedro y de los que aún seguimos hablando. El tiempo podrá marchitar lo físico e incluso borrar las huellas de lo humano. Lo que jamás logrará llevarse será el recuerdo de quienes una vez marcaron en nosotros una nueva forma de entender o ver el mundo. Por eso, toc seguir sembrando. Ahora, mañana y siempre. Aunque pese, aunque duela, aunque cueste. Y no hay mejor fórmula para ello que mirarse en el espejo de esos genios que nos lo enseñaron.
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