Su propio afán
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El zoco
Cuanto más tortuosas y subrepticias son las palabras o las frases utilizadas para justificar lo injustificable que, por cierto, anteriormente también lo era para el que intenta justificarlo, más queda descubierta la burla al pueblo y la desfachatez con que se busca el propio beneficio manteniéndose en el poder.
Hace años, cuando aún no se habían cavado las trincheras del odio y vuelto a las dos Españas enfrentadas (la primera trinchera la inauguró Zapatero con el Pacto de Tinell), ya los nacionalistas catalanes (y los vascos) mostraban sin pudor el desprecio por España y los españoles. El presidente de la Generalitat, a la sazón Jordi Pujol, escribía para escarnio de los andaluces: “El hombre andaluz no es un hombre coherente, es un hombre anárquico. Es un hombre destruido (…), poco hecho, que vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual. Si por la fuerza del número llegase a dominar, sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña. Introduciría en ella su mentalidad anárquica y pobrísima, es decir, su falta de mentalidad”. Años más tarde, en pleno fervor independentista, el testaferro que puso Puigdemont al frente de la Generalitat, Quim Torras, al igual que Sabino Arana, o el nazi Rosenberg, recurrió a la genética para explicar el hecho diferencial catalán. Llegó a escribir en un artículo que “los catalanes que hablan español son bestias que viven, mueren y se multiplican, son carroñeras, víboras, hienas. Bestias con forma humana, que destilan odio. Un odio perturbado, nauseabundo, como de dentadura postiza con verdín, contra todo lo que representa la lengua (catalana)”.
Estos angelitos montaron un referéndum ilegal, se enfrentaron a las fuerzas de orden público, causaron destrozos por doquier y, después de todo eso, basado en su supuesto referéndum, declararon en el parlamento catalán la república independiente de Cataluña. Su presidente, Carles Puigdemont, tras ello, en un inefable acto de valentía salió huyendo con el rabo entre las piernas, escondido en el maletero de un coche. Bueno, pues estos, según el “frente progresista” son los que buscan la concordia y aman a España, por ello hay que amnistiarlos y que queden limpios de todo delito. Resulta que aquellos que queremos que se cumpla la Ley y la Constitución, aquellos españoles que se han manifestado democráticamente en el uso de su derecho a la libre expresión, reunión y manifestación, como dice Bolaños: “son los partidos nostálgicos del enfrentamiento”. Contra la amnistía estaba posicionado Sánchez y todo el PSOE hace tan sólo un par de meses, pero ahora necesitan los seis votos de Junts per Cat. Por ellos el PSOE se va a convertir en cómplice de un golpe de Estado y en promotor de la legalización de delitos como el de malversación, desobediencia, rebelión y sedición. Delitos que cometieron esos impresentables que no son más que carne de presidio. Sepa Bolaños que nadie está haciendo más para inflamar el odio entre españoles que el PSOE de Sánchez. Todo por esos seis cochinos votos que le permiten mantenerse en el sillón de la Moncloa. Sólo por eso es capaz de vender a su Patria. ¡Y a su madre si fuera necesario!
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